Estarán ustedes preguntándose ¿Dónde, cómo y cuándo nos equivocamos? ¿Cuál fue nuestro gran error? ¿Qué hubiera hecho Chávez en nuestro caso? ¿La voz del pueblo será la voz de Dios? ‘Cómo recuperar la credibilidad de los dos millones de chavistas indignados que no fueron a votar y de otros tantos miles de chavistas descontentos que votaron con el pañuelo en la nariz? ¿Qué nos pasó? ¿Qué tan grande fue la paliza que nos dieron? ¿Cómo salir del atolladero?
En primer lugar un saludo solidario, crítico y revolucionario porque yo me cuento entre los que votamos contra el horror del fascismo cuestionando a la vez el caos económico del gobierno, su ineficiencia, su burocracia, su corrupción, su arrogancia y su extraña manera de construir el socialismo entregando nuestra soberanía a la burguesía importadora. Son muchas las interrogantes que ustedes deben responder con humildad, sin posibles justificaciones y mucho menos echándole la culpa a terceros llámense como se llamen.
Yo siento que ustedes no aprendieron la lección que el pueblo les dio porque buscan racionalizar el desaguisado con la excusa de no flagelarse que es un concepto reaccionario y masoquista sin ninguna relación con la autocrítica revolucionaria que deben hacerse públicamente con gallardía y ética política. Este proceso revolucionario comenzó cuando Chávez asumió públicamente la responsabilidad de su derrota el 4 de Febrero asociada a la esperanza del por ahora. Qué les pasa que no siguen, sin vergüenza, los mismos pasos del mentor.
Véanle el lado positivo a la autocrítica, si ustedes son los primeros responsables de la política que nos condujo a este desastre nacional también lo son de los logros conseguidos después de la desaparición física de Chávez los cuales deben ser también reconocidos, aunque se oscurecieron por la derrota propinada. No pueden ustedes seguir aparentando que salieron ilesos de esta contienda, no hay que lloriquear camaradas pero tampoco pretender lucir impolutos, asépticos ni incontaminados de la podredumbre que carcome a la revolución bolivariana.
La burocracia del chavismo no se ha dividido pero el deslindamiento de dos millones de chavistas indignados que no fueron a votar es un desgarramiento importante de su fuerza electoral que debe tomarse en cuenta para la reconexión de la revolución bolivariana con el pueblo. Ésta es la piedra angular del problema que sólo una rectificación estructural, después de una autocrítica profunda, puede enderezar para dar paso a una nueva espiritualidad y a una esperanza creadora. Tal hazaña pasa por una revisión integral de pies a cabeza, por una nueva política, por un cambio de la táctica y la estrategia, por un nuevo gobierno y por un nuevo partido si queremos, algún día, recuperar la utopía posible de concretar el socialismo.
Chávez tenía muy desarrollado el instinto de sentir las angustias, los padecimientos y las vicisitudes de las clases más humildes por lo cual le era fácil conectarse con las mayorías desposeídas, oír su corazón, hacer lo que ellas pensaban y ganarse su confianza incondicional, esa es una de las característica indispensables de los grandes líderes además de otras no menos importantes. Eso lamentablemente se perdió cuando el gobierno se desconectó del sentimiento popular abriéndoles las puertas a la derecha que arrasó sin haber aumentado sustancialmente su votación.
Sería mucho pedir que se rompiera con el círculo vicioso de la opinión que rodea a los mandatarios para que puedan escuchar otras apreciaciones, otras interpretaciones, otros conceptos y otros puntos de vistas diferentes a los de su entorno. Hay que escuchar al pueblo rebelde que se expresó el 6D como lo hubiera oído el Presidente Chávez. Aprender de la derrota es cuestión de sabios. Aunque no les guste aporrea org, un milagro de la revolución, hay que leer sin prejuicios éste medio para el debate político cotidiano porque de una cosa si pueden estar seguros aquí se expresa todo el que lo desea, sin censura ni adulancia.
Ah y otra cosa, hay que hacer todo lo posible por vivir de la misma forma como lo hace el pueblo sin ventajas ni privilegios. Hay que pasar por las mismas dificultades, molestias y privaciones de la gente sencilla del pueblo venezolano. Hay que ponerse al lado de las masas desposeídas, compartir su dolor y su descontento cuando padece el día a día por la falta de una medicina, de un alimento o de un producto de primera necesidad de lo cual no escapa la clase media. No hay que hacerse la vista gorda con la gente indefensa que, para su sobrevivencia, hace las colas infrahumanas del capitalismo salvaje. Según la filosofía marxista las ideas son el reflejo de las condiciones materiales en que viven los hombres y los dirigentes tienen que dar el ejemplo.