En el marco de una moción de emergencia presentada durante la sesión del martes 15 de abril de 2015, Diosdado Cabello decidió que los miembros del ParLatino a partir de ese momento serían seleccionados a dedo por la mayoría simple de la Asamblea Nacional, según la nueva composición que resultara de las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, suspendiendo así un derecho progresivo adquirido por el pueblo venezolano, que hasta esa fecha escogía de manera directa y secreta a los diputados para esa instancia internacional.
Posterior a una breve votación, sin discusión y sin que se concediera derecho de palabra a diputados de ninguna bancada, el hombre fuerte concretó su amenaza, pensada como una habilidosa estrategia para garantizar el control absoluto de todas las instancias dependientes de cargo, bajo el entendido de una supuesta victoria muy estrecha.
Así Diosdado sentenció ese día: "Quien no esté de acuerdo acuda a donde quiera, tiene todas instancias correspondientes. No voy a discutir con usted ni con nadie las atribuciones que tiene el presidente de la Asamblea Nacional. No hay elecciones de parlamentarios latinoamericanos y ustedes vean donde meten sus dinosaurios. Siguiente punto de la agenda", dijo ante la voz de protesta de la bancada opositora de derecha.
Hoy la historia es otra. Esa soberbia producto del poder que se ostenta hoy ha sido un error histórico imperdonable. Lo que pudo ser un 60% oposición 40% gobierno hoy es 100% de Ramos Allup o quien vaya a presidir la Asamblea Nacional, al menos que la MUD cumpla con los argumentos de su reclamo y convoque, como debería hacerlo a una elección del ParLatino de manera directa y secreta.
Diosdado, responsable de arrebatar al pueblo venezolano la posibilidad de escoger a sus diputados al ParLatino, entregó a la oposición un mayor espacio de poder del que debió conquistar producto de la cantidad de votos obtenidos, ese boomerang que se devuelve a la cara emerge cuando no se tienen valores democráticos y socialistas claramente definidos.
Si la MUD pretende ser coherente, deberá llamar a elecciones del ParLatino, de lo contrario entre ellos y Diosdado no habrá ninguna diferencia. Mientras esto pasa, lo mínimo que debería hacer Diosdado pedir disculpas públicas al pueblo venezolano y a su partido por el error cometido y poner su cargo político a la orden, tal como lo hizo Aristóbulo Isturiz, y convocar a una elección democrática en el seno de su organización para su sustitución.
Esto sin duda no inhabilita a Diosdado para seguir haciendo política, pero debería hacerla en función de reivindicar su capacidad de dirección y pertinencia política, de lo contrario, por lo menos por este motivo su futuro político siempre será estar a la sombra, siendo el operador de lo negativo, de lo nefasto.
Ojalá, por el bien del país, la cúpula en torno a Maduro reflexione de verdad, y tome como ejemplo este error que muestra los rasgos autoritarios de este gobierno y su vocación antidemocrática, para así rectificar de manera contundente, ya que el pueblo habló y seguirá hablando, así no les guste o lo impidan, tal como pretendió hacerlo Diosdado.