Allup, Cabello y el álter ego político

Psicológicamente el álter ego es el otro yo, una segunda personalidad, un trastorno de identidad disociativa, pero literariamente describe personajes en diferentes planos que son psicológicamente similares.

Estoy seguro que este concepto tanto desde lo psicológico como desde lo literario, describe claramente la vinculación actitudinal del expresidente y el actual presidente de la Asamblea Nacional, y en general es una categoría que permite entender claramente a las dos bancadas políticas en pugna por el control de la escasa renta petrolera.

No caeré en detalles de los pasados de los dos personajes para no generar descalificaciones subjetivas de interpretaciones con referentes ambiguos, sin embargo fue inevitable, ante la actitud en el manejo de la primera sesión de instalación de la nueva Asamblea Nacional, ver como la soberbia pareciera ser inherente al cargo y a la silla de Presidente de la AN, e incluso de manera automática pareciera trasferir a quien lo ostenta ademanes de desprecio ante el debate, ante el reconocimiento del otro y la pasión por el control hacia el otro.

Si algo critiqué de Diosdado Cabello, además de lo que hizo con el ParLatino, fue el irrespeto al otro, así tuviese la razón, ya que el rol de un director de debates es poner orden, no irrespetar ni ser el que tiene el derecho de intervenir más ni darle más tiempo a quienes el prefiera en sus intervenciones, y exactamente eso fue lo que vi en Ramos Allup.

Si bien en sus orígenes, tanto Allup como Cabello son unos álter ego psicológicos, no tengo ninguna duda que de ellos hoy podría hacerse un estudio de álter ego literario que sorprendería.

Una sociedad con tanta necesidad de diálogo, y una necesidad de transformar la forma de hacer política, encuentra hoy en Ramos y Diosdado unos enemigos que se necesitan el uno al otro para sobrevivir. Ante una polarización impuesta, no debemos olvidar que las elecciones del 6D fueron el resultado de un acuerdo del "polvo cósmico y la arena de playa", donde todo aquel que fuera por fuera de la polarización terminaría siendo excluido y execrado del sistema electoral.

Ahora el acuerdo es de supervivencia. El gobierno de Maduro y Diosdado necesitaban un enemigo que se sintiera real, histórico, pero aparentemente negociador, que generara un rechazo tal que permita la reunificación de las fuerzas revolucionarias con el único objetivo de poder seguir controlando la renta petrolera, sin importar mucho el modelo que se aplique para tal fin.

Por otra parte la oposición necesita que sea el gobierno de Maduro el que aplique las medidas económicas, que son imposibles que no sean impopulares ante toda la crisis económica que existe, y además necesita que el desgaste del gobierno sea sin capacidad de retorno, para poder acabar no sólo con Maduro sino con el legado del Presidente Chávez.

Ante esta realidad, terminan siendo tan parecidos en sus estrategias e intereses los dos bandos en pugna, que lo que pareciera ser un álter ego psicológico, termina siendo uno literario, en una trasmutación impresionante, casi kafkiano, que simplemente posterga la creación de un verdadero escenario para la discusión de los problemas reales de gente.

Hoy no hay ni "cambio" ni "rectificación", lo que sigue habiendo es más circo y menos pan, es por eso que la transformación debe gestarse desde abajo, fuera de las cúpulas que hoy nos denigran y se burlan del pueblo en su propia cara.



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Nicmer Evans

Director de Visor 360 Consultores, una piedrita en el zapato, "Guerrero del Teclado", Politólogo, M.Sc. en Psicología Social.

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