Una verdadera colaboración de la empresa privada.
Un ligero recorrido por los articulados de nuestras Constituciones revelaría que el Crédito Público externo insume buena parte de dicha legislación. Pareciera que los constituyentistas de ayer y los de hoy fueron aconsejados y guiados por el FMI y el BM.
Hasta ahora, el Estado acredita o vende a la empresa privada todos los dólares que ella solicite en nombre de una patria que jamás ha querido ya que ningún capitalista sabe lo que es eso ni le interesa; su interés es su billete circulando en su libre mercado.
Pensamos y hasta sugerimos que la empresa privada, tan elogiada por la mediática nacional e internacional, tan prometedora para sacar de abajo el país, para su industrialización, etc., ella misma, en lugar de comprarle dólares al BCV para importar después, podría solicitar créditos de parte de sus proveedores de materias primas y maquinarias con el aval, en todo caso, del Estado, para importar de inmediato.
Esas empresas podrían exportar su producción y con los dólares de sus exportaciones cancelar o amortizar el crédito correspondiente. Los excedentes gananciosos les ingresarán en dólares que perfectamente el BCV se los compraría.
Eso no ha sido así, y las empresas exportadoras o necesarias para que así lo sean fueron acostumbradas constitucionalmente a comprar dólares petroleros al BCV para su disfrute productivo o improductivo, como ha sido el caso de estos los empresarios venezolanos que de hecho se han tragado todos los dólares, irresponsablemente las más de las veces, y sobre sus actividades fabriles y comerciales todavía ninguna de ellas resulta responsable ni sancionada ni suspendida de cara a no seguir ejerciendo el comercio.
Desde luego, esas constituciones fueron diseñadas directa e indirectamente por el propio imperio financiero internacional de tal manera que los dólares ingresados al país por un lado, salieran por otro a través de un Comercio Exterior donde el empresario privado ha fungido de agente de dicho imperio.
Así como el Estado se ha endeudado con el Exterior y a través de ese mismo endeudamiento, hasta la llegada de Chávez, esos prestamistas extranjeros se tragaban casi la mitad del Ingreso Presupuestario Nacional, asimismo, a estas alturas y dadas las circunstancias sobrevenidas en estos momentos propiciadas por el mismo imperio, la empresa privada debe buscar sus dólares en el exterior y el Estado limitarse a garantizar su reintegro mediante control y vigilancia de las empresas endeudadas para realizar una producción debidamente programada y necesaria para el país. Ya no podrían malversar dichas divisas pues habrían dejado sus empresas en prenda.