Abordar el asunto sobre el qué hacer parece complicado. Hay los habituales intereses de por medio y también el temor a definir o proponer cosas concretas por temor a viejos compromisos envueltos en discursos viejos muy duros y apuestas a expectativas que están muy internalizadas en el común de la gente que acompaña este proceso y ha acompañado por años a actores muy importantes como quienes en este artículo se mencionan; temores más acendrados entre quienes antes propusieron y ahora pudieran volver a proponer que entre quienes fueron simples receptores y observan con una hasta profunda angustia. Hay temor de llegar a las raíces del mal y revisar todo el proceso.
Acabo de leer un artículo de mi viejo amigo y compañero de los tiempos del MIR, Julio Escalona, donde al hablar del cambio de modelo, lo hace de manera excesivamente cuidadosa, tanto como para no abordar o pisar terreno espinoso, ese de las definiciones o proposiciones sustanciales en este momento.
El modelo al cual se refiere Escalona es el mismo que señaló Aristóbulo Isturiz, el de moda; el de un país que optó por décadas, desde comienzos del siglo pasado a vivir de vender petróleo e importar hasta donde aguantara el ingreso de divisas. Pero eso, de dejar el modelo rentista, es otra propuesta distinta a la que el Presidente Chávez hizo al país de hacer de la sociedad nuestra una socialista. Por supuesto, todo el esfuerzo que esta meta implicase aun en su arranque, debió empezar por crear las bases materiales necesarias y esto, perdonen el simplismo, debió empezar por la tarea que debía conducirnos a desligarnos de la yunta petrolera. Justamente esa yunta, como la he llamado, en gran medida impulsó, en primer término, a Chávez a aquella aventura que terminó con "Por ahora". Por eso insistiré que decir, después de 18 años de iniciado el proceso bolivariano, no tengamos más opción que buscar eso, es como un reconocimiento de fracaso o una confesión de incumplimiento. ¡Claro que debemos insistir en cambiar el modelo rentista petrolero! Eso sigue vigente; tanto como ahora más que nunca, pero no puede reconocérsele al gobierno como un triunfo que, después de lo acontecido, tanto tiempo después, en un recodo del camino, nos salga con esa conclusión y nos vuelva a proponer la misma meta. Como pedirnos "time", en un momento alto del juego, y luego que volvamos a empezarlo. Creo a gran parte de la dirigencia, a la que se puede, por razones comprensibles, hay que pedirle cuentas, solicitarle que abra espacio, asuma una actitud humilde y reconozca, de la manera más coherente, que no estuvo a la altura del compromiso. ¡Se le acabó su cuarto de hora!
Por eso, en artículo anterior, elogiamos la sinceridad de Aristóbulo al reconocer que, en materia económica, estructural, el gobierno no hizo lo que se debía para lograr romper con el rentismo en torno al combustible. Y no hacerlo, poner énfasis en otras cosas, como la preocupación electoralista y clientelar, condujo al actual estado de cosas.
http://www.aporrea.org/actualidad/a221877.html
El Ing. Francisco Natera, quien fuese figura importante durante un tiempo considerable del gobierno del presidente Chávez, en el programa de Vladimir Villegas, hoy jueves 28 de febrero, recordó que en una reunión con empresarios, el primer gobernante, además de calificarla o llamarla "constituyente empresarial", solicitó, en una situación relacionada con el precio del petróleo similar a la de ahora, le presentasen propuestas para afrontar la coyuntura. Informó además, como ellos, los empresarios, hicieron sus propuestas que a nada condujeron y eso sucedió en medio del arranque de los precios petroleros, aquel que llevó el barril hasta casi 140 dólares. Es decir, la actitud o estrategia del gobierno, si lo relacionamos con lo dicho por Natera, parece, por decir lo menos, asociada al negocio petrolero o al sobre valorar el significado de aquella renta cuantiosa. Quienes como Aristóbulo hablan del fracaso del "modelo rentista petrolero", están admitiendo que quienes en él confiaron el destino nacional se equivocaron. Es decir, parece darle más valor a lo comentado por Natera. Pero lo malo no estuvo en intentar afincarse en los altos precios del petróleo sino en lo que se dejó de hacer.
Pareciera que entonces el precio del petróleo produjo un cambio en la estrategia, como también parece que lo está imponiendo ahora en sentido contrario. ¿Es valedero pensar que el gobierno ha dudado o vacilado en tomar decisiones, medidas que una buena cantidad de especialistas han recomendado en los dos últimos años, por soñar que de un momento a otro regresen los altos precios del combustible? Es obvio que, pese los errores y la pérdida de tiempo, siempre es el momento de corregir los entuertos. Pero vale preguntarse ¿con quién entonces vamos?
Pareciera también, que aquella bonanza petrolera generó la falsa idea que se podía cambiar la mente, el pensar, como sembrar eso que Gramsci llama la hegemonía en la mente de la gente, mediante el estímulo consumista, el fácil proceder y ponerle al alcance los bienes de la misma manera. Como si la cultura del revolucionario y el sentido de clase, soberanía e independencia su pudiesen adquirir como si fuesen una nevera, televisor, tableta o celular. Porque si a algo condujo el rentismo petrolero de este tiempo fue a un consumismo desorbitado, que hasta exportamos; si no lo creen pregúntenle a los cubanos que cada cierto tiempo, lo que no significa breve, mandaban o llevaban a su país montones de mercancías obtenidas fácilmente, a ínfimo costo, aunque a alguien pudiera ocurrírsele que eso no tuvo un impacto cuantitativamente significativo en nuestras finanzas. ¿Qué cambio, aunque pequeño, pudo inducirse en la isla?
En esta etapa, como en época del Dólar 4.30 o "tá, barato dame dos", de la IV República, los venezolanos, en gran magnitud se volvieron viajeros y ansiosos de dólares; la expresión singular "voy a solicitar mis dólares", se volvió cotidiana. Mientras tanto, desde el gobierno y muchos de nosotros, aunque de manera muy comedida, decíamos que estábamos en proceso de transición, como para no desentonar.
Dejamos para tocar aparte, como la corrupción y los corruptos, de adentro y fuera del gobierno, trabajando en llave o por separado, se engulleron en buena medida la renta nacional y con ella gran parte del ingreso de divisas. Ellos aprovecharon el festín consumista e importador sin medida ni recato, de comprar lo que fuese, para esquilmar en definitiva a los venezolanos y volvernos, al final del camino, al regreso, a buscar la vía que pelamos desde atrás y hace tiempo.
Ahora nadie quiere asumir el asunto como es. Escalona, quien forma parte de la gente en quien creemos, no lo hace, por lo menos como uno espera. Quizás mi querido viejo amigo, siente el peso de la responsabilidad y procura ser discreto. No quiere aparecer en el desagradable y como oportunista rol de acusador. Parece evadirse y deja de llamar las cosas por su nombre.
El Toby Valderrama, primero llama a Diosdado a no pelearse con Ramos Allup, porque "este modelo es insostenible"; pues las expectativas de consumo material, según dijo, son insaciables y "al intentar ganar las elecciones de forma clientelar creamos un piso de egoísmo que ahora nos dificulta cualquier avance". Lo malo en lo que dice el Toby, está en sostener que eso comenzó desde que Maduro llegó al gobierno. ¿Pero qué ofrece el Toby? A mi parecer lo mismo de siempre, envuelto en la frase del 15-01-16, según la cual no hay más que hacer, por lo cual invitó fraternalmente, cosa extraña, a Diosdado, a:
"Reagruparse alrededor del presidente Maduro y juntos construir una respuesta a la situación, definir una ruta, corregir el rumbo que es de derrota inevitable, retomar el Plan de la Patria, el rumbo al socialismo".
La frase es como muy bonita, sin dejar de ser un lugar común, pero lamentablemente le invita a uno a preguntarse, muy pedestremente, como una vez lo hiciese Luis Miquilena, ¿con qué se come eso? ¿Cuál es el camino? En concreto ¿Qué hacer? ¿Cuál es la traducción de eso? ¿Acaso en las viejas formas de lucha del pasado? ¿Qué medidas tomar? ¿Cómo activar la producción? ¿Cuál moral hay en la calle para sustentar el llamado de Toby? ¿Acaso, como el mismo dijo, no creamos un sólido piso de egoísmo?
Al respecto ha dicho Escalona, en una reciente intervención en un foro en Puerto La Cruz, que debemos pensar en contrario a la célebre frase de Car Von Clausewitz, según la cual "La guerra es la continuación de la política por otros medios". Dijo además Escalona "vivimos en una guerra permanente y nuestro objetivo es la paz". Y agregó, "ellos siempre tendrán más armas que nosotros".
Pero el mismo Valderrama, exactamente 11 ó 12 días después de lo que antes dijo, parece corto tiempo para tan grande cambio, optó por un discurso diferente y sustentó:
"Es asombrosa la facilidad y la rapidez con la que los encorbatados del alto gobierno se deslizaron al capitalismo".
Para agregar luego:
"Hay una feroz batalla entre dos fracciones capitalistas: la de la MUD enfrentada a la alianza gobierno –Fedecámaras".
Según esta sentencia de Toby, su llamado a Diosdado a rodear a Maduro ya perdió vigencia. ¿Entonces? ¿No hay espacio para el acuerdo entre revolucionarios tal como en el pasado? ¿La tendencia errada del proceso es cosa de ahora o viene desde que, como dijo Natera, el barril de petróleo, subió bruscamente?
Fernando Soto Rojas, a quien todo el mundo conoce, en entrevista concedida a un medio nacional días atrás, comenzó por algo importante, sobre todo viniendo de él:
"Yo creo que las formas de lucha de carácter electoral, pacíficas
y democráticas están dominando en este mundo".
Agregó que la oposición es ahora "7 millones y medio de votos. Con ese pueblo hay que dialogar". Luego sentenció "En la historia son tremendos los ejemplos de cómo pequeñas cosas pueden conducir a una guerra…..y tenemos que evitar la guerra. Eso sería fatal".
Es más, el viejo guerrillero agregó "con la oposición hay que discutir un programa mínimo". "¿Qué vamos hacer con la política petrolera? ¿Qué con el control de divisas? ¿Cómo vamos a desarrollar este país hacia una agricultura moderna y la industrialización?".
Dentro del seno de la izquierda, estas diferencias hay que abordarlas. No basta tomar un camino ahora con la misma arrogancia del pasado. Hay que buscar acuerdos en el seno de ese universo y eso pasa por discutir esas cosas con realismo, sin pensar en pajaritos preñados, sino con los pies puestos sobre la tierra y hablando claro, sin irse por las ramas, como para quedar bien "con Dios y con el diablo".
Pero también hay que revisar todo, pero a lo "Gato Pardo", para seguir como veníamos y con quienes venían al frente.