El gobierno no entiende los viejos medios; los golpistas no entienden los nuevos

Todo sugiere que el del 11 de abril de 2002 fue un golpe mediático. ¿Acaso las armas que decidieron los hechos no fueron los micrófonos y las cámaras? El único movimiento armado de militares fue el desplazamiento inútil de unos tanques desde Fuerte Tiuna hacia el palacio presidencial de Miraflores para protegerlo de los golpistas y unos cuantos militares que tomaron la televisora del Estado, lo que selló el tiroteo mediático.

El gobierno no entiende los viejos medios; los golpistas no entienden los nuevos.

Estos apuntes se proponen iniciar una reflexión sobre una situación inédita en el mundo: un gobierno derribado por medios tradicionales y repuesto por los nuevos.

En mucha medida, sin embargo, fue una acción clásica. Los golpes siempre han implicado dominio de los medios. Quien controlaba la Radio Nacional de Venezuela, siempre tan desguarnecida, o al menos una emisora privada, tenía el poder. A veces ha sido decisivo. Cuando en la madrugada del 4 de febrero de 1992 el entonces presidente Carlos Andrés Pérez apareció en Venevisión, la acción estuvo decidida a su favor. Es fácil reducir lo que hubiera pasado si Pérez no hubiera salido al aire. En parte aquel golpe falló, como el del 27 de noviembre de 1992, porque erraron las comunicaciones.

Dominar la red de comunicaciones de un país es dominar su sistema nervioso central. Cuando los soviéticos invadieron la entonces Checoslovaquia la gente agolpó sus autos alrededor de la emisora estatal para que resistiera por unas horas más, hasta que los tanques invasores aplastaron los vehículos, porque un país sin medios no tiene modo de ejercer su conciencia y por tanto no tiene vigor existencial como nación. Lo supo Wojciech Jaruzelski, Primer Secretario del Partido Comunista de Polonia, quien en el autogolpe del 13 de diciembre de 1981 bloqueó los teléfonos durante varios días para que no hubiera cerebro social. Solo funcionaban las comunicaciones de los altos funcionarios y de los militares. Sí, se llama totalitarismo: cuando un conjunto social es gobernado sin matices por una camarilla. Como en la Polonia comunista, como en la brevísima Venezuela neoliberal de abril. Por eso cada vez confundo más el comunismo con el neoliberalismo.

La singularidad de la Venezuela de abril de 2002 es que lo esencial giró alrededor de los medios. Fueron el campo de batalla y las armas de la batalla al mismo tiempo. Los militares dieron el golpe a través de los medios desde el 7 de febrero, cuando el coronel Pedro Soto, antiguo edecán de Carlos Andrés Pérez, se alzó por televisión y luego vino el sucesivo «goteo» mediático de oficiales golpistas, para ir preparando el ambiente. La marcha de la oposición el 11 de abril fue convocada, guiada y resaltada por los medios. Los asesinatos de ese día fueron integrados a la horma mediática condenando a Chávez de un modo sospechosamente automático, sin pruebas ni análisis, para que sirviera de cobertura a los pronunciamientos de los militares durante la noche del 11 de abril (ver «La Inquisición Mediática», Question Nº 1). Los golpistas no movilizaron tropas ni tanques ni aviones. Los civiles sí: el alcalde Leopoldo López tomó, fuera de su jurisdicción, la entrada a Caracas por Tazón. Al día siguiente andaba de esbirro. Como decía Cabrujas: da mala impresión... Fue una batalla de signos. El sueño de cualquier semiólogo.

Asimismo ocurrió con la recuperación del poder por parte de Chávez.

También mediática, pues se selló con el regreso al aire del canal estatal en manos de leales. Pero fue mucho más, porque ahí sí hubo desplazamientos no mediáticos; eso sí: mediante la participación de medios no tradicionales que los golpistas siguen sin entender, aunque los detentan en su mayoría. Son tan ricos que no saben lo que tienen.

Lo audiovisual inaudible e invisible

Es ya manido cómo los medios se escondieron el 13 de abril, así que no voy a añadir comentarios a algo que ellos, ocurra lo que ocurra, se pasarán tratando de aclarar por el resto de la historia de Venezuela que les toque vivir. No intentaré conjeturar de lo que sentenciarán los historiadores del futuro porque no cultivo el género patético y porque es algo que a esos medios —viviendo siempre en un eterno presente, como los animales—, les importa poco: la historia. Una explicación que ni siquiera han intentado, que yo sepa, es por qué interrumpieron la transmisión de las declaraciones del Fiscal Isaías Rodríguez el 12 de abril. Los dueños, tan magnánimos, han alegado que no querían que sus reporteros arriesgaran la vida, pero ¿qué vida estaban arriesgando el 12 si no estaba pasando aún lo que pasó el 13 con el pueblo en la calle? ¿Los iba a morder el Fiscal? ¿Los iba a mirar feo? El Fiscal tuvo que recurrir a una astucia: notificar que iba a renunciar.

Porque la nueva televisión invadió las pantallas de modos que los golpistas mediáticos no previeron. Alguien comentó en Miraflores, en plena acción golpista, que los medios locales estaban callados pero no así el satélite ni el cable. Uno de los golpistas (cuya inteligencia dejo a juicio del lector) respondió que el satélite y el cable solo los ve el 4% de la población. CNN, Caracol y Telemundo, difícilmente chavistas, siguieron transmitiendo lo que estaba pasando, lo que en aquel contexto era una delación. La información pasó de la televisión internacional al teléfono. El único medio tradicional que siguió en el aire fue la radio Fe y Alegría. De las emisoras comunitarias hablaré luego.


Celulares omniscientes

Pero mientras las noticias de lo que ocurría llegaban, los celulares permitían reportar lo que los reporteros no reportaban. Los protagonistas eran cronistas de sí mismos. Los que estaban en Fuerte Tiuna y en Miraflores arriesgando la vida (no se asedia un cuartel alzado y un palacio presidencial en manos de golpistas sin estar dispuesto a morir) transmitían su propio heroísmo en vivo y en directo, sin mediación mediática (esta nueva redundancia es luminosa, como toda perogrullada).

¿Cómo callar los celulares? Se ha comentado que alguna empresa de celulares estaba comprometida con el golpe. No tengo evidencias de ello, salvo las sospechas insuficientes e imposibles de probar de algunos funcionarios chavistas que no pudieron usar sus celulares durante la noche del 11 de abril. Pudo ser congestión. Lo que prueba cómo estaba desguarnecido el gobierno para un golpe mediático. ¿Cómo tener un solo celular y quién sabe si hasta a nombre y apellido de cada ministro? Esas cosas no se hacen. Si alguna empresa hubiera estado involucrada hubiera tenido que evidenciarlo interrumpiendo la transmisión para todo el mundo, con las consecuencias comerciales previsibles. El costo hubiera sido tan infinanciable que hubiera puesto en peligro la supervivencia misma de la empresa. ¿Quién querría tener un teléfono de una empresa que incomunica precisamente en momentos como ese? Hubiera sido tirar el agua del baño con el niño dentro. Es una hipótesis: si estaban comprometidas con el golpe solo cortaron algunos teléfonos selectivamente. Pero como es una hipótesis demasiado achacosa la dejo hasta ahí. Salvo prueba en contrario, aceptaré que no estaban en el golpe. Lo que personalmente pude verificar con mi propio celular y el de muchas personas relacionadas, es que durante esos tres días las empresas de celulares continuaron funcionando, con interrupciones atribuibles al congestionamiento y a su habitual ineptitud, que es cosa que ocurre aun sin golpes de estado.

A pesar de su deficiencia endémica, los celulares mantuvieron vivo el sistema nervioso del país. La gente reportaba directamente. Así se coordinó la resistencia entre civiles y militares.


El contragolpe de la Red de redes

Internet no solo rompió el cerco, sino que en pocas horas, como es su naturaleza, creó múltiples anillos alternativos. Los golpistas, tan globalizados, ignoraron a Internet. ¿Será que es puro cuento y no están globalizados nada? No sé de cifras de Internet porque no se ha resuelto el problema epistemológico del cálculo de los números. Cuántos sitios Web hay se puede saber, tal vez también cuántos proveedores de servicio (los que te conectan con Internet). Pero no es posible saber cuántos usuarios hay por proveedor, por ejemplo. Ni cuántas personas usan una cuenta. Las cifras oficiales de Venezuela hablan de 4% de la población, pero como ignoro de dónde sacaron ese guarismo, simplemente no cuento con él. El PNUD habla de 217 usuarios por cada 1.000 habitantes para Venezuela. En todo caso la cifra de internautas tuvo masa crítica suficiente para romper el cerco mediático del 13 de abril y conformar un sistema nervioso descentralizado alternativo que permitió que la gente tuviera autonomía, que es precisamente lo que a los medios comerciales más poderosos les quita el sueño: que la gente autonomice su gestión de la información.

No combatirán los celulares porque pertenecen a empresas poderosas a veces vinculadas con ellos mismos. Tampoco podrán atentar contra Internet porque están demasiado comprometidos con ella, amén del escándalo mayúsculo de aislar de Internet a un país entero, aunque sea por unos días, si acaso eso fuere técnicamente posible.

Cuenta Freud que en un pueblo había dos sastres y un zapatero. Este cometió un crimen que merecía la pena capital. Pero la villa se encontró con que si ejecutaba al zapatero sus habitantes se quedarían descalzos.

Colgaron entonces a uno de los sastres y todo el mundo contento, sobre todo el zapatero. Tengo noticia de que el sastre condenado no compartió el regocijo. Tampoco lo compartieron las emisoras comunitarias que fueron sistemáticamente agredidas durante el golpe. Como no pudieron atacar a los celulares, al satélite y a Internet, la pagaron con las emisoras comunitarias... Tengo noticia también de que el principal reclamo actual de los medios al gobierno son las emisoras comunitarias. Pero como no pueden acabar con los celulares ni con Internet asaltan las emisoras comunitarias.


La rebelión de las masas

Edward Luttwak dice en su famoso Manual práctico del golpe de estado que las sediciones triunfan, cuando triunfan, solo donde la sociedad civil es débil. Eso generalmente ocurre en las sociedades subdesarrolladas, dice Luttwak. Pero aquí nos encontramos con una innovación en cuanto a subdesarrollo se refiere: sociedad civil al mismo tiempo subdesarrollada y movilizada. No es la primera vez que una multitud protege a un gobierno. Que mi frágil memoria recuerde, solo en la URSS, cuando el decrépito Partido Comunista intentó un golpe de estado y una marea humana rodeó la Duma. Bastó eso para que el golpe fracasara. Por cierto que después del golpe encontraron en el Kremlin una cantidad de botellas de licor vacías, como en Fuerte Tiuna. Fue un golpe mediático y alcohólico.

La muchedumbre que rodeó a Fuerte Tiuna, a Miraflores y al canal estatal no solo se convocó por celulares, que son populares en Venezuela desde hace años. También actuaron los motorizados. La proliferación de la motocicleta y el celular son consecuencia de la falta de servicios postales y telefónicos decentes. Y han sido los motorizados quienes han coordinado acciones de resistencia, como en esos días. Se dirigieron a los medios de comunicación a exigir su derecho constitucional a réplica y por cierto que lo hicieron con una sindéresis que muchos políticos (de gobierno y oposición) quisieran para un domingo.

La gente sonaba los postes de luz (otro nuevo medio) en los barrios para congregarse en las calles, deliberar y dirigirse a pie (no había transporte colectivo, otro medio que se escondió), algunos vehículos o en moto desde lugares remotos hasta esos tres puntos estratégicos: el máximo cuartel (Fuerte Tiuna), el máximo palacio (Miraflores) y la única televisora oficial. Pero una acción colectiva sin líderes, como la de esas horas, es imposible sin un logos. Sin logos se saquea y muchos saquearon, que es fenómeno sociológico manido: cuando la fuerza pública se debilita hay saqueos y violaciones masivas. No fue un golpe cabal, como los del Cono Sur, con toma hermética de las ciudades, especialmente la capital. Aquí los golpistas apenas controlaban precariamente a Fuerte Tiuna y a Miraflores. Bastó una manifestación masiva de la sociedad civil para que los militares leales de Fuerte Tiuna, de Maracay y de Miraflores controlaran al pelotón de generales alzados. Estos no tuvieron tropa con que reprimir a los manifestantes chavistas.

Así como hay saqueos cuando la fuerza pública se debilita, también pasa que cuando la multitud se fortalece la fuerza pública tiende a plegársele. Pasó en Mayo del 68 en Francia, cuando llegó un momento en que la policía se negó a reprimir. Pasó en Rumania, cuando la policía, casi en un movimiento coreográfico, se plegó a una multitud que la hostigaba. Aquí los militares golpistas no controlaron la tropa, que se subordinó a la espontánea muchedumbre civil. Perdieron —¡lástima para la oposición golpista!— la vocación genocida del 27 de febrero de 1989, cuando Carlos Andrés Pérez les ordenó masacrar los barrios alzados. Ojalá no recuperen esa vocación clásica de los ejércitos latinoamericanos.

Pero esa masa crítica tenía un mensaje coherente que comunicar. No salir a la loca a saquear, como hizo otra parte, sino retomar el poder y tenían una conciencia clarísima de dónde se jugaba ese poder. La otra multitud, la que el 11 de abril, la que intentó caminar y parte de ella asaltar el Palacio de Miraflores, la que creó las condiciones para el golpe, no se movilizó ni el 13 ni el 14. ¿Por qué no salió a pedir la restitución de Pedro Carmona Estanga? Más bien tengo noticia de que había gente de oposición a Chávez preparando marchas contra Carmona.

Muchos dijeron: «Yo no marché para esto».


Economía de medios

Uno de los hechos más netos y notables del golpe fue la agresión sistemática y feroz a los medios comunitarios. Los medios tradicionales requieren de unilateralidad absoluta. No les gusta la pluralidad. Hans Magnus Enzezberger, entre otros, ha destacado su carácter unilateral. La multiplicación de puntos de emisión independientes es su peor pesadilla.

Ni siquiera Chávez les preocupa tanto. Por eso los medios persiguieron a los pequeños y los siguen persiguiendo a través de los cuerpos policiales de un gobierno indulgente al que acusan de dictatorial.

El monótono manual de golpe practicado desde Rómulo Gallegos hasta Hugo Chávez, pasando por Jacobo Árbenz, João Goulart y Salvador Allende, entre otros, enfrenta nuevas variables y supongo que los afanosos funcionarios estarán reescribiéndolo. Tienen que considerar que ya la sociedad civil no puede ser paralizada, gracias a los nuevos medios creados por ellos mismos, como Internet, inventada por el Pentágono. La dialéctica existe.



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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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