No arrancó bien la nueva Asamblea Nacional. Hay una sensación de alta beligerancia que no les gusta a los ciudadanos. No quieren un ring de gallos, sino una academia democrática de construcción de soluciones a la crisis.
En la doctrina republicana la función legislativa, como función de gobierno, es atribuida al Poder Legislativo. De modo que la función específica de este poder es hacer la ley, dictar la ley. Es por lo mismo uno de los actos de mayor importancia para el gobierno de un pueblo, porque el mismo se rige de acuerdo con las leyes.
Hacer la ley es, en suma, un acto de prudencia política, pues se debe hacer la ley justa, adecuada, oportuna, general para todos y que posea perdurabilidad. La facultad de dictar leyes implica también la de modificar o anular las ya dictadas.
Indudablemente hoy Venezuela requiere diferenciar bien entre lo urgente y lo importante. Exigen las circunstancias, bien definidas por el propio Presidente como la emergencia económica, dejar de lado los resentimientos personales y actuar con responsabilidad social extrema.
¿Están actuando así? ¿Hay comprensión y respeto mutuo? ¿Se podrá superar la crisis con este tironeo de visiones encontradas? ¿Es posible construir algo sólido habiendo una grieta que no sella? ¿Puede edificarse algo creativo a los gritos, amenazas y empujones? Más que interrogantes son las imágenes de una película que vemos todos los días por la televisión. Los invito a reflexionar y a responderse. Las cartas están descubiertas y todo está a la vista. El espectáculo no es el mejor.
Esa es la situación, negativa, que a los bolivarianos nos avisa que debemos estar preparados y activos para accionar correctamente en los tiempos complicados que se avecinan institucionalmente para defender la continuidad gubernamental.
Soy realista y opuesto a negar la realidad. Cuando se ha actuado de esa manera, los resultados fueron nefastos. Ojalá que las partes se sincronicen. Que entiendan que deben bailar acompasadamente, con elegancia y efectividad. Que cuando se hable de diálogo comprendan que deben realizar una discusión sobre un asunto o un problema con la intención de llegar a un acuerdo o encontrar una solución. Lo contrario es un monólogo frustrante. Espero que prime el sentido común y que la palabra patria rija para todos.
Cierro soñando con un final que diga ¡en Venezuela ganó el pueblo!
Abrazo esperanzado
Dante Rivas