Sintonice usted al azar cualquier punto frecuencial en su radio y se hallará con criticones y criticonas antigobiernos por excelencia: no les gusta nada, absolutamente nada, de lo que el gobierno hace o lo que sus líderes y representantes declaran el día anterior inmediato. Por el contrario, durante las oscuras 4 décadas del Puntofijismo callaron de lo lindo, salvo rarísimas excepciones a quienes por supuesto les callaban su voz.
Salvedad hecha de algunos poquitos programas de entrevistas, estos trabajadores de la radio venezolana terminan siendo autoentrevistados como si el oyente fuera oyente de ellos y no de sus entrevistados. Aprovechan esa aberración e irrespeto con sus invitados para despotricar políticamente del gobierno hoy enfrentado a toda esa empresa derechista y golpista que, por supuesto, ha alimentado a todo ese personal de la radio a través de la publicidad y mensajería comercial que es, en principio, para lo que han sido contratados estos trabajadores de la derecha.
Este vicio es viejo y ha sido trasladado limpiamente a la TV; explicamos: todo ese torcido infatuamiento exhibido tan olímpicamente por estos trabajadores de la radio arrancó con la aparición de este medio. Efectivamente, la radio polarizó la atención de toda la ciudadanía[1] y por consiguiente sus locutores fueron muy admirados desde entonces y dados por gente muy preparada, no siéndolo en su mayoría[2].
Su escogencia respondió al timbre de voz, a su fonética con una gravedad tal que hiciera del bajo el sonido más cónsono con nuestra naturaleza audífona. No es nada raro que tanto oírlos diariamente y durante casi todo el día terminó familiarizando al oyente con este tipo de informador y lector de comerciales.
Es natural que eso haya ocurrido porque el oficio de locutor, mayormente empírico[3], está básicamente al servicio de las empresas, fábricas y comerciantes. Como estos en su gran mayoría son antigobierno, obviamente los locutores y mensajeros comerciales se atienen a bozal de arepas al que usan como perverso justificativo. Se trata de una conducta proderechista y preburguesa porque en ello les sigue yendo su trabajo y porque además han vivido en un mundo radial y virtual lanzando mensajes subliminales que en su mayoría están cargados de mentiras y unas supuestas bondades de los comercios y mercancías que aluden en sus locuciones.
Un poco de modestia y de prudencia y objetividad no les perjudicaría y por el contrario empezarían a ser respetados como profesionales en lugar de ser estimados como simples narradores gracias a su timbre de voz.
18/02/2016 06:50:47 p.m.
[1] El Derecho de nacer-novela radial-paralizaba por las noches tempranas todos los hogares de la Venezuela de los años 50, por ejemplo.
[2] En nuestra Venezuela, hasta los años 50, era muy apreciado el simple título de bachiller a quien se le consideraba una persona s muy cultas, cuestión que no ponemos en duda dados el alto nivel de estudio y su densidad de la Primaria y Secundaria de entonces, con todas las limitaciones que se derivan de la falta de estudios universitarios. Un locutor de aq
[3] La formación académica o sistemática de locutores tardó varias décadas en implementarse, y los sindicatos (léase Colegios) de la radio se encargaron de controlar y censurar este ejercicio hasta su transformación en un oficio verdaderamente elitesco.