La izquierda venezolana y los recuros naturales

A raíz del contrato firmado entre el gobierno venezolano y la empresa canadiense Gold Reserve para la explotación minera en el sureste del país, muchos izquierdistas "come candela" han desatado toda una diatriba contra el referido convenio, tildándolo de traición a la patria, entreguismo de nuestra riqueza natural y de escocido apocalíptico. Uno de estos personajes, el analista Lenin Cardoso ha tronado en el siguiente sentido:

Venezuela entrega concesiones mineras a las mismas corporaciones que ilegalmente explotan a cielo abierto en el Esequivo venezolano. Siendo estas mineras las responsables del infame escocido que actualmente se está perpetrando en la región en reclamación. Estamos entregando una licencia para matar, en un área en los actuales momentos seriamente lesionada por la minería legal "supervisada" y la ilegal que también está "bien supervisada"1

Según el criterio de comentaristas como el señalado, la dirección política de la Revolución debe abstenerse de la explotación de minerales, por cuanto ésta nos lleva directamente a la liquidación de toda forma de vida en el planeta, amén de otros males.

Contraviniendo tales opiniones antiextectivistas, podemos señalar al camarada Ali Rodríguez Araque, ultradefensor de la valorización de nuestros recursos naturales y gran conocedor de la concepción dialéctica-materialista de la historia, quien desde la UNASUR, nos legó el siguiente razonamiento sobre la riqueza material de la región suramericana: "La mayor fortaleza de la Unasur es el enorme reservorio de recursos naturales alojados en la región. Tenemos minerales, más del 24% de las reservas de agua dulce del mundo y una reserva forestal como es la Amazonía"2. En otra oportunidad y refiriéndose a la misma temática este autor sostuvo lo que sigue:

"No somos potencia industrial ni tecnológica (…); la gran fuerza de la región radica en la enorme reserva de recursos naturales de la que dispone, en todos los órdenes. Aquí está alojada literalmente la tabla periódica. ¿Qué mineral no tiene esta región? Además, tenemos bosques, agua, tierra, de todo". Rematando con la siguiente sentencia: debemos afincarnos en: "la fase extractiva de los recursos naturales" y a la vez "su transformación dentro de la región". "Es decir, desarrollar conjuntamente procesos de industrialización, desarrollos científicos y tecnológicos" y al mismo tiempo dar respuesta a la financiación de esos requerimientos…Estos son "cuatro grandes aspectos de una misma estrategia" para "darle sustancia" a la integración de Suramérica aprovechando lo que "tenemos en nuestras manos"3

En esta argumentación del compañero Rodríguez Araque se afinca en un profundo conocimiento de la historia económica mundial y de la economía política de los bienes naturales. Para nadie es un secreto que el desarrollo económico de países como los Estados Unidos se basó en su enorme dotación de recursos naturales. A tal efecto, el historiador Abraham Aparicio Cabrera afirma que en el desarrollo de este país fue fundamental:

…la generosa dotación de recursos naturales cuya explotación dio origen a ramos industriales muy productivos: carbón, petróleo, gas natural, potencia hidráulica, y sobre todo, hierro y acero. Este país tenía los mayores depósitos del mundo de distintas variedades de carbón bituminoso que se empleaba en establecimientos industriales, ferrocarriles y para la obtención de gas para alumbrado y calefacción, y convertido en coque resultó esencial en el nuevo método de fundición de hierro4.

Igualmente ocurrió en países como Inglaterra y Australia, dotados de inmensas riquezas naturales, cuya explotación los condujo por la senda del desarrollo económico. Son pocos las naciones que han alcanzado un alto nivel de vida a partir de la precariedad en recursos naturales, como es el caso de Japón.

De manera que condenar a rajatabla la explotación de recursos naturales por los supuestos males que ocasiona, es un argumento que tiene poco respaldo desde la historia económica y menos de la economía política. Este argumento propuesto por muchos de nuestros izquierdistas, ha sido la punta de lanza ideológica de los think tanks del imperio para apropiarse de los bienes naturales del llamado Tercer Mundo. Estos ideólogos funcionales al imperialismo han creado dos categorías económicas para difundir dicho argumentó, a saber: LA MALDICION DE LOS RECURSOS NATURALES Y LA ENFERMEDAD HOLANDESA. Mediante estos fetiches categoriales, los intelectuales orgánicos de las transnacionales, tratan de convencer a aquellos países que se dedican a explotar sus riquezas naturales que desistan de tal empeño, pues si lo hacen, se les vienen encima un rosario de males tales como:

1.-Dependencia de un sólo producto.

2.-Aniquilación del aparato productivo

3.-Dependencia de las importaciones

4.-Corrupcion política

5.-Degradación de la democracia.

6.-Tentación del totalitarismo político

7.-Populismo

8.-Militarización de los regímenes políticos.

9.-Raquitismo institucional

Con estos fantasmas las potencias imperiales viene indicándole a los países tercermundistas que se abstengan de afincarse económicamente en la extracción de sus viene naturales. Lo que está detrás de toda esta fetichizarían de los recursos naturales, es que el imperio busca a toda costa, evitar que se concretice en el sector primario de los países poseedores, una renta del suelo lo suficientemente alta que se convierta en una variable que profundice la caída de la tasa de ganancia del capital. Esta prédica imperial se ha agudizado en las últimas décadas, cuando el capital monopolista en búsqueda de materias primas, minerales y alimentos baratos, viene impulsando una geopolítica agresiva, teniendo como norte el famoso Lebensraum nazi, o teoría del espacio vital. Expresión de esta geopolítica imperial es la tesis que sostiene que los recursos naturales del planeta son PATRIMONIO COMÚN DE LA HUMANIDAD, y por lo tanto ningún país tiene derecho a reclamar propiedad y menos aún, la renta del suelo sobre los mismos.

En conclusión, Venezuela tiene la plataforma ético-jurídica construida a raíz de la explotación petrolera, para sustentarse en sus recursos naturales como palanca constructora del bienestar de su población. La degradación del medio ambiente se evitará con un conjunto de leyes que obliguen a las empresas extractoras, a no dañar la naturaleza como se ha conseguido en otras latitudes. De no explotar nuestras riquezas naturales, los venezolanos tendremos que irnos a otros planetas, a buscar naturaleza para la supervivencia vital. La izquierda venezolana está obligada a profundizar más en la historia económica y en la crítica a la economía política, para no seguir siendo la tonta útil de los aviesos intereses imperialistas.

NOTAS

1.-http://www.aporrea.org/desalambrar/a224030.html)

2.-http://www.correodelorinoco.gob.ve/nacionales/recursos-naturales-region-son-principal-eje-estrategico-unasur/)

3.-http://www.noticierodigital.com/2014/08/ali-rodriguez-araque-la-gran-fuerza-de-la-region-es-su-enorme-reserva-de-recursos-naturales/)

4.- Abraham Aparicio Cabrera. Historia económica mundial siglos xvii-xix: revoluciones burguesas y procesos de industrialización.

http://www.economia.unam.mx/publicaciones/econinforma/378/05abraham.pdf







 



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Humberto Trompiz Vallés

Historiador y profesor universitario jubilado, especializado en historia petrolera de Venezuela.

 htrompizvalles@gmail.com      @trompizpetroleo

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