La sociedad desde sus inicios fue creando estructuras que le permitieron desarrollar sus actividades y gestiones en forma organizada, por lo que entre otras, fue naciendo lo que se conocen como administración pública.
Dada sus características intrínsecas de ser el andamiaje del Estado, depende entonces su accionar de quien esté de turno al frente del gobierno nacional, estatal y municipal, ese es el péndulo que la mueve.
Trabajar en la administración pública como decía la gente era un lujo, y un plato apetecido por todos, era el Estado la mayor empresa generadora de empleo, con buenos salarios y un ambiente de trabajo decoroso y con reales posibilidades de escalar posiciones, hacer carrera profesional y jubilarse dignamente.
Después del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, hicieron su aparición en la administración pública los sindicatos, cuyo accionar apoyaba y protegía al trabajador, pero rápidamente fueron perdiendo su razón de ser para convertirse en camarillas de vive la pepa, inescrupulosos, quedando unos poquísimos honestos; Venezuela se dio el tupe de tener cúpulas sindicales en la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) que de zapateros pasaron a ser banqueros, dirigentes sindicales que manejaron, malversaron, quebraron y saquearon bancos y empresas del Estado, en nombre de esa masa de trabajadores a los cuales "les servían....?" como el recordado banco de los trabajadores.
Y se ufanaban de haber salido de la nada y convertirse como por arte de magia en potentados empresarios, viviendo a todo lujo, con casas, carros y hasta con escoltas, eran algo así como los nuevos pro hombres de la democracia, hasta se les denominaba ya como una casta con sus apellidos en los diferentes estados del país, derrochaban riquezas, eran fanfarrones, vendían en cenáculos los contratos colectivos de los trabajadores y que por les dejaban jugosos dividendos, en fin fueron una verdadera polilla para los trabajadores de la administración pública, y en nombre de los trabajadores ocupaban curules de senadores, diputados, representaciones importantes en las directivas de las empresas del Estado y pare de contar.
Así fue transfigurándose y deteriorándose la administración pública en todos los niveles hasta llegar a lo que es hoy, una masa que mueven obligada a los eventos políticos casi que a diario, mal pagados, sin servicios médicos, sin instrumental para el trabajo, sin lugares apropiados y dignos para que un ser humano trabaje y produzca, y lo más grave aún, sin importar la productividad y eficiencia al frente de sus responsabilidades.
Grave situación que trae como consecuencia que los jóvenes profesionales se vayan del país; hoy como nunca el venezolano que jamás buscó ni pensó irse del país, se convirtió en un errante trasegando un mejor vivir, un futuro que le depare bienestar y prosperidad, de allí la alarmante cifra de venezolanos trabajadores y profesionales que se han ido y se van en estos tiempos.
Y es que el otro y primer generador de trabajo como lo es el sector privado, también vive la penuria de una economía prácticamente colapsada; Conindustrias reseñaba que para finales del 2015 estaban cerrando 28 mil grandes, medianas y pequeñas empresas, con las consecuencias a la vista.
Curiosamente países panas y amigos de Venezuela como Ecuador, han estimulado programas de trabajo en educación para atraer mano de obra calificada, y Venezuela está exportando materia gris con el éxodo de profesores universitarios, formados académicamente con cuarto, quinto nivel y postdoctorado, que renuncian a su trabajo después de haber sido formadores de juventudes, llamados por los salarios y seguridad social que le ofrecen otros países como Ecuador.
Es tal el deterioro salarial del venezolano que ni siquiera se salvan los políticos, señalaba recientemente la prensa, que un diputado venezolano gana unos 27 mil bolívares mensuales(2,37 salarios mínimos a 11.400 Bs mes, sin cesta ticket) y que a dólar flotante (200) llega a unos 135 dólares al mes, para no asombrar a nadie si se calcula con dólar libre; mientras que un diputado o senador en Colombia, tienen un salario de 24 millones de pesos al mes (37,5 salarios mínimos a 640 mil pesos mensuales) unos 8 mil 500 dólares mensuales, algo así como 41 salarios mínimos en dólares y eso en un país que a duras penas produce un chorrito de petróleo, pero que tiene una economía verdaderamente diversificada, que le permite contar con indicadores de solvencia como su PIB y reservas internacionales que representan una gran fortaleza económica.
Esta es solo una arista del verdadero viacrucis por el que atraviesa el país en general, con pocas posibilidades de que a corto plazo cambie para bien de todos, que se pueda hacer un programa "Vuelta a la Patria" parafraseando a Pérez Bonalde, y vuelva a ser estimulante trabajar en la administración pública.