Hace ya cincuenta años comencé a publicar artículos en la prensa local. Acá en la conurbación Barcelona- Guanta- Lecherías- Puerto La Cruz, en los diarios "El Tiempo", aquel de Jesús Alvarado, "El Diario de Oriente", "El Norte" y "El Metropolitano", insertaba mis contribuciones toda la semana dentro de la misma concepción que tengo ahora de la política*. Me alegra y hasta enorgullece, que pueda poner en estos tiempos, de vez en cuando, muchos de mis artículos, donde salvando las particularidades, y haciendo la advertencia de la fecha de cuando fue escrito, como retando a los lectores, observar la coherencia. No hay saltos ni retrocesos y cuando se llega a esta etapa uno tiene motivos, aunque se esté limpio de dinero, para sentirse orgulloso y feliz de servir como faro por lo menos a los descendientes inmediatos. Uno por lo menos goza del derecho a soñar y ser iluso.
Quiero en este instante, hacer una breve referencia a un diario barcelonés desaparecido; de los de mayor calidad y hasta circulación, en lo que a los regionales o locales se refiere, que fue "El Diario de Oriente". De una iniciativa nada exitosa del grupo editorial "El Nacional" - creo que todavía vivía el poeta, novelista, humorista y periodista digno de todos los honores, pues también fue un barcelonés y venezolano a carta cabal, me refiero a Miguel Otero Silva – con la intención de penetrar el mercado local respectivo entonces monopolizado por "El Tiempo" de Jesús Alvarado, de aquellos quijotes del periodismo artesanal, nació un diario, que si mi memoria no me falla, llevaba el nombre del caraqueño con el agregado de regional. Algo así como "El Nacional Regional"; esto no lo aseguro porque bien no lo recuerdo; pero sí bien sé, era esa la intención.
Ese intento resultó fallido, pese la firma, sello, capital, los ilustres nombres de quienes allí publicaban, los mismos de la edición caraqueña, prestigios que lo respaldaron. Mi viejo, casi paisano, gran amigo y uno de los periodistas más talentosos y hasta generosos, como demasiada buena gente, de los cuales he tenido noticia, Pablo Aguilera, decía que era muy difícil desplazar del lector el interés por el diario que habían leído sus ascendientes y él toda la vida. Y agregaba, cuando un diario local o regional ha prendido en las vidas de la gente donde él se elabora, cuesta cambiar aquello. Decía además mi amigo, a quien llevo años sin verle, pero recuerdo con mucho afecto, el lector, el individuo, se siente como presente en el diarismo local, pues allí se habla de su cotidianidad.
De eso hablaba Pablo, entonces director de "El Diario de Oriente", de Barcelona, en un extraño momento, por razones que no vamos a hablar aquí, en que este medio había desplazado, por lo menos circulaba más, era mayor su edición de ejemplares, a "El Tiempo" que seguía estando bajo la dirección de Jesús Alvarado, entonces bastante entrado en años, habiendo pasado toda una meritoria vida en el periodismo. Esa utopía, de la cual habló Pablo, la lograron quienes estuvieron bregando en ese nuevo diario barcelonés.
Ese "Diario de Oriente" nació del fracasado intento editorial caraqueño, del grupo "El Nacional", bajo el financiamiento de Rafael "Fucho" Tovar, abogado margariteño entonces propietario de la flota de ferris que nos llevaba a Margarita. Fue aquello como una osadía de quien había sido exitoso en el área de transporte y entonces intentaba mostrar su coqueteo con el éxito, incursionando en el periodismo. Y otra vez, no vamos a decir suerte, porque sería un simplismo y subestimación, volvió a acertar. Por lo menos pudo competir y hasta en momentos desplazar de las preferencias del lector de la conurbación a "El Tiempo", fundado unos cuantos años antes y escuela del diarismo regional. Muy agradables recuerdos conservo de los directores de "El Diario de Oriente", los periodistas Ángel Millán, Abdel Amuhamad, – me perdona el viejo amigo si escribí mal su nombre - y Jesús Márquez, este último posteriormente lo fue de "El Tiempo" y luego su propietario. Creo que actualmente los herederos del viejo periodista mencionado al final como directores de la publicación barcelonesa, son dueños y editores del diario portocruzano.
El éxito de "El Diario de Oriente", según conversábamos entonces, sobre todo con aquel personaje tan acucioso que siempre ha sido Pablo Aguilera, aparte de las dificultades íntimas de "El Tiempo", que no conocemos bien, estuvo en que sus directores, Ángel Millán, uno el primero de ellos, si no el primero, es haber entendido algo que no entendió la gente de "El Nacional". El secreto, para Pablo estaba en que el diario regional debía entender su rol, ser la imagen y la voz de su espacio. Eso había sido "El Tiempo" de Jesús Alvarado. Conste que hablamos del pasado sin intención alguna de aludir el presente. Eso significó abrir sus páginas también a los escritores locales y todas las corrientes de pensamiento. La noticia local tuvo preferencia, era el motivo de sus primeras páginas y la gente se hallaba inmersa, retratada en ellas.
Aquel proyecto, después de un tiempo exitoso, fracasó; pasó por innumerables dificultades que provocaban que en veces dejara de salir a la calle dos y tres días. Unas, según se decía, por falta de tinta, otras de papel. Fue uno de los primeros diarios venezolanos editado en colores. Su página de apertura era casi toda a color. Se dijo que el editor había perdido interés en aquello que, como negocio, no parecía tan bueno como diario y prefirió concentrarse en otro proyecto editorial en su isla de Margarita. Allá se fue con sus sueños de periodista editar en busca de otro sol.
Hoy el diarismo, la forma de difundir la noticia, las posibilidades de llegarle al lector han variado. Un artículo nuestro que saliese en aquellos diarios era leído por un pequeño círculo de amigos, íntimos, pendientes del día que saldría nuestra columna.
Estas meditaciones vienen a cuento por el diario que recientemente anunció a sus lectores, por razones que desconozco, no saldría más en papel, sino que a partir de ese momento se limitaría a circular digitalmente. También por lo costoso que en el mundo, no sólo en Venezuela, como creen muchos ilusos, está resultando el diario impreso.
Pero también he meditado en todo esto, como a través de Aporrea, un modesto escritor provinciano como uno, sin promoción de medios masivos ni grupos políticos, puede lograr que semanalmente un cuantioso número de lectores accedan a nuestros trabajos. Los números están allí, en el archivo-contador de esa página web. También como diarios impresos, otras páginas web para las que uno no escribe, suelen tomar nuestros trabajos para reproducirlos y así permitirnos llegarle con nuestro mensaje a un mayor número de personas antes inimaginable.
Nuestro blog, "Blog de Eligio Damas", que tiene un registro estadístico al cual puedo acceder, no sólo me informa del buen número de entradas que allí se producen, sino como, desde Barcelona, Venezuela, puedo llegarle con mi mensaje a más de treinta países, entre los cuales hay hasta exóticos como China, Vietnam, Escandinavia, India y por supuesto a EEUU, España, Francia y un buen número de países de nuestro mundo del sur de América.
Son los milagros de nuestro tiempo, de esta aldea que es el mundo, como lo llamó Althusser y muestra de cómo el diarismo viene cambiando. Porque todo cambia, eso es inevitable. Al imperio romano se le creyó indestructible y se vino abajo. Los imperios, aunque uno no tenga acceso a la cuenta, tienen su fecha, como diría Simón Díaz, "en el calendario".
Notas finales:
1.- No se puede pasar por alto el inmenso aporte al diarismo regional de publicaciones como Antorcha, de El Tigre, fundado y dirigido por años Don Edmundo Barrios y el "Anaquense", editado por un margariteño de cuyo nombre completo no logro acordarme y no pude hallar en la red. Aunque creo se llama Argenis Marcano.
2.- Mi primer artículo lo escribí para ser leído en un programa radial, en 1958, por radio Cumaná, sobre el teniente León Droz Blanco, opositor a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, asesinado en Barranquilla por órdenes de Pedro estrada.