Don Perignon

I

El encuentro

Recientemente me encontré con un viejo amigo de infancia. Nos abrazamos fuertes y sonreímos de lo lindo. Decidimos ir a un café, para charlar sobre los viejos y nuevos tiempos. Mi amigo tomó la delantera y me dijo "qué es lo que tú más añoras del pasado. O de la IV República, como dicen por allí? Le respondí que iba a ser sincero, pues, el momento lo ameritaba. Por lo tanto, "lo que más echo de menos es la champaña Don Perignon… ¡Qué delicia! Sobre todo acompañada con una comida francesa…Pero eso se fue al carajo. Estos chavista acabaron con todo.".

Mi amigo me respondió: "Yo lo que añoro es una cuba libre y las "reinas pepiadas" de los Hermanos Álvarez. Esa si era vida, compadre… Usted con su Don Peringnon, y yo como mi cuba libre. Ahora, pensándolo bien, usted debe estar más que traumatizado. Es decir, debe estar sufriendo una y parte de la otra… Porque le digo lo siguiente: ¿cuántos como usted tomaban champaña de tan alta calidad, como esa que nombra? Un puñaíto, compadrito. El mismo que ganaba una boloña, sin dejar nada para los demás. Ahora, no tenemos acceso a la fulana Don Perignon, pero la mayoría de los venezolanos y venezolanas tenemos acceso a una educación gratuita, sea joven o viejo, como yo y como usted. La riqueza proveniente del petróleo está mejor repartida, y le llega a los pobres en vivienda, educación, comida y facilidades para obtener un crédito bancario para arreglar la casa, o para comprar un carrito. Y de paso, nos topamos con un "Casique" o un "Pampero", criollitos, por cierto. Son muchas las cosas que han cambiado para bien de la mayoría. Queda un grupo que, como usted, mi pana querido, añora el champan, las buenas comidas en lujosas restaurantes, los viajes al exterior, los apartamentos en Margarita, o en cualquier otro lugar de veraneo. Pero para su satisfacción ni usted ni yo podemos darnos la "Dulce Vita", pero nos estamos gozando está revolución… ¿Qué tal?".

II

Desavenencias

Como suele suceder en estos días de polarización política, terminamos de caer en los dimes y diretes, pero de altura, como tiene que ser entre dos amigos. Yo, por mi lado, sostuve sin resultados positivos mi posición de "gran señor de la IV, y me cayó, de paso un tremendo aguacero. Mi amigo volvió con más bríos: "Yo lo comprendo compadre, pero aquellos tiempos no volverán, como no volverán los protagonistas de ese pasado, añorado por un grupito de desquiciados, donde, por supuesto, no está metido usted. Usted es clase aparte, como rezaba el lema de la publicidad de aquel cigarrillo de aquella época, que es la suya. Así, compañero de viaje, que no se amilane y cambie de Don Perignon, a Casique o Pampero… Lo criollo sabe mejor… Y una cosa más para terminar este careo: las revoluciones se hacen con guáramo, con furia y con inteligencia. Me siento orgulloso de ser revolucionario, como sé que usted no lo es, pero es mi amigo, y sé que tarde o temprano se unirá a este proceso, y le juro, conociéndolo, como lo conozco, que se convertirá en un "cabeza caliente" como se les decía a los radicales en nuestra época de oro. (Perdóneme por haber hecho caer el número de nuestras cédulas)"… ¡Volveré!

Puerto Ordaz, 16 de abril de 2016.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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