Hasta recientemente el Fondo Monetario Internacional, condueño de derecho y de hecho[1] de casi la mitad de nuestro Presupuesto de Ingresos provenientes de dólares petroleros se cuidó mucho de que ese presupuesto resultara anualmente solvente para cubrir parte del principal y los debidos o causados intereses sobre el capit al adelantado al sediuento gobieno de cada turno del pasado.
A tales efectos, dispuso y aconsejó la adopción unilateral de un salario mínimo común para ambos sectores: el privado y el público decretable unilateralmente por el Presidente de la República al cual manejó a su antojo a fin de que siempre resultaran minimizados los salarios de la empresa privada, ya que estos servirían de salarios mercadores de los del funcionario público. Así anduvieron todos contentos menos el trabajador.
De otra manera, no habría garantía de la necesaria solvencia anual, aunque esta resultaba zanjable mediante créditos refinanciados.
De esa sutil política impuesta por los prestamistas internacionales se desprendió un abaratamiento permanente del salario de los trabajadores de la empresa privada y, por consiguiente, una minimización refleja de la paga burocrática, fuente inmancable en última instancia de todas las corruptelas en las que cayó víctima y fue desmoralizándose ese funcionario público sometido a la miseria de un salario permanentemente acomodado al salario privado que también ha resultado no menos chiquirritico.
Por esta razón, estamos humildemente proponiendo que el próximo Primero de Mayo el Presidente decrete 2 tipos de de salario mínimo: el de la empresa privada suficientemente elevado para poder cubrir la inflación auspiciada por esa misma empresa privada y que nos desfallece lentamente, y un segundo y paralelo salario mínimo ligeramente inferior para la burocracia nacional. No olvidemos que el salario integral del funcionario público subsume ciertas ventajas de las que carece el trabajador de la empresa privada.
26/04/2016 07:12:59 p.m.
[1] La onerosa y parasitaria contrata anual de Créditos Públicos bajo la figura de financiamientos y refinanciamientos anuales explosivos para un supuesto desarrollo industrial hecho a semejanza de EE UU, con maquinaria de ese país, con tecnología del mismo y con los repuestos de los capitalistas monopolizadores de nuestra voluntad y pensamiento, créditos leoninos a ojos vistas, ocupa buena parte del texto constitucional, envidiable frente a los derechos humanos contemplados en la misma fuente, y estuvo gozando de la más pasmosa indiferencia de cuanto gobernante pasó por Miraflores, por la Asamblea Legislativa de marras y por los demás poderes que duraron hasta la llegada de la presente V República.