Difícil tarea está que nos encomendó Farruco Sesto a los cursantes del primer diplomado de la “Visión General del Legado del Comandante Chávez”. Después de días de pensares en días y noches de reflexión, creo que hallé la respuesta más cercana a la interrogante planteada: ¿por qué soy Chávez?
Primero deseo pedir disculpas a mi Comandante Eterno, y a usted que tiene la oportunidad de leer estas líneas por querencia o cosas del destino. Pido disculpas si mis palabras son pocas, escasamente interesantes, llenas de inocencias y muchos vacíos. Pido disculpas por no ser una pluma reconocida, sino simplemente un aprendiz del arte de las letras.
Quisiera, Comandante, escribirte este texto al estilo de los grandes literatos del planeta. Pero no, soy un simple mortal. Y es imposible tanta grandeza en mí. Así que espero que con mi escribir sabanero, perfumado con mastranto y el aroma del estero, pueda siquiera hacer entender ¿por qué creo ser como tú?
I
Aquella madrugada del 4F, en un acto pleno de dignidad, decidiste librar a los venezolanos de las garras de los explotadores del pueblo. En ese acto de valentía sacrificaste todo a cambio de nada. Mostraste al mundo que la humanidad tenia esperanza. Y que los humanos, podríamos ser humanos nuevamente. ¡Humanidad-Chávez-Humanidad!.
Debo confesar mi Comandante, que en ese febrero del 92, yo aún no había nacido. Meses más tarde, miré por vez primera el sol que alumbra nuestra patria. Eso también te lo debo, nací en subversión, en medio de la rebeldía de un pueblo.
Tú en ese histórico día, en ese acto de altruismo, volteaste a Venezuela. Con tu voluntad inquebrantable, tus sueños rebeldes y la energía de los centauros de estos montes nos diste otra gran enseñanza: la épica del tiempo y el espacio.
II
En repuesta a la interrogante planteada; considero plenamente y sin vacilación alguna: ¡Sí, soy Chávez! Y a diferencia de lo que opinan algunos camaradas -que solo unidos seremos Chávez- estoy completamente seguro que cada uno de nosotros puede ser Chávez en lo individual: ¡es más fácil de lo que parece!.
Soy, seremos y serán Chávez, todos aquellos que observen a su alrededor y sientan lo que sucede -corazón que no siente ojos que nos ven-; quienes transciendan sus sueños en realidades concretas y los que entreguen todo su amor incondicional al prójimo. Eso fue Chávez, un hombre que sintió, luchó por sus causas, pero sobre todo un hombre que entregó todo su amor a todo aquel que quiso recibirlo.
Podríamos decir entonces, que Cristo resucitó una segunda vez, y con el Espíritu Santo llenó nuestras almas de eternas esperanzas: ese Cristo, mi Cristo eres tú, Hugo Chávez.
Aún siento el mirar de tus ojos, esa mirada tan profunda y serena. Te siento en cada uno de mis pensamientos, en mis nostalgias y alegrías…
III
Chávez, nuevamente pido disculpas, mil veces disculpas. Intento, intento e intento llevar este texto por los horizontes que indica mi mente pero se me hace imposible. Cada tecla pulsada es una lágrima derramada, es un recuerdo tuyo, es tu voz, tus chistes, anécdotas, enseñanzas, eres todo tú, pues.
Gracias mi Comandante por tu vida tan temprana y profunda. De todo el universo de tus enseñanzas, esa de dar todo a cambio de nada, es la que llevo más dentro del corazón. Estamos dispuestos a todo por la libertad y felicidad de cada habitante de este vasto mundo.
Sólo me queda decir, que te quiero desde lo más profundo de mí ser. Seguimos en lucha, hoy, mañana y siempre.
eduardoperezviloria@gmail.com