Con mi Picure no te metas

 

La noticia sobre el abatimiento del Picure todavía acapara centimetraje en todos los periódicos, sobre todo digitales, de la nación. Cae el más conocido y renombrado personaje del hampa ¿común? de los últimos años, quien logró reclutar una de las bandas más poderosas que se hayan conocido en el País. Sujeto de "armas tomar" que incluso tenía por costumbre atacar Comandos de los propios cuerpos policiales del Estado. Hecho que le conllevaría y garantizaría el pánico y la zozobra de buena parte de la población del Centro del país, y que a razón de su decidido esfuerzo por unificar nuevas bandas a su frenético accionar, se presume pronto habría de transformarse en una verdadera amenaza para la seguridad en todo el territorio nacional. Por ello se vio obligado la puesta en marcha de un sorprendente y adiestrado dispositivo de comandos para su definitiva persecución y anulación. Pero, lo que poderosamente llama la atención, y aunque parezca una locura decirlo, el prontuario del Picure, que en su haber se le señalan más de 60 homicidios, también le valió la simpatía y el apoyo de quienes hoy precisamente quieren salir de este Gobierno por no abordar el problema de la Delincuencia en Venezuela.

Sobre él y sus andanzas se viene diciendo de todo, cada quien bajo los intereses de su pretendida óptica le agregará o quitará elementos para erigir lo que necesita construir de la figura de este conocido sujeto, célebremente apodado el Picure. Más allá de lo que se quiera "hacer" de él, este personaje, tan de carne y hueso como cualquiera, es una "moraleja" que guste o disguste, retoña y emerge desde las propias entrañas de buena parte de nuestros barrios. La pasmosa vehemencia y libertad como hoy se multiplican las verdaderas causas que originaron el surgimiento del liderazgo negativo de individuos como el Picure, nos hace prever y temer que con este sujeto, lamentablemente, aún todavía no se ha acabado la pesadilla. Pronto saldrán al "estrellato" nuevos sujetos que de manera encarnizada buscarán superar el amargo transitar del hoy occiso Picure. No nos engañemos, por espeluznante que parezca, es cierto que hay un sector importante del país que necesita y requiere de los buenos "oficios" de estos sujetos, imprescindibles para "condimentar" políticamente lo que se hayan "cocinando" desde hace ya algún tiempo.

Esta realidad es aún peor y más siniestra que el mismo hecho que en nuestros barrios se haya en plena producción, como una cantera demoníaca, ejércitos de verdaderos Picures. Realidad que deviene a consecuencia directa de dos visiones de país que precisamente por no lograr acuerdos mínimos, propician y sobredimensionan los grandes problemas de la nación. Existen elementos suficientes de comprobación diaria que el problema del, otrora, hampa común ha venido mutando hacia un paramilitarismo con implicaciones claramente políticas, como triste reflejo de la sangre y el horror que se logró institucionalizar en Colombia y que le valdría a la oligarquía Neo Granadina, la oportunidad para liquidar buena parte de su contraparte política.

Resulta obligado en cualquier medio de comunicación los altisonantes discursos que afirman que el problema de la inseguridad en Venezuela es "creciente, y es obligación de todos acabarlo. Pero, casi al mismo tiempo, hacer refleja e irresponsable defensa de quien o quienes no sólo mantienen en permanente zozobra a un importante sector de la población, sino que, además, promueven y alientan que estos individuos justifiquen sus actos, de implicaciones claramente terroristas, con argumentaciones políticas. No debiera originar sorpresa cuando periódicos como el Nacional y 2001, una vez conocidos los hechos, de inmediato catalogaron de "asesinato" el abatimiento del Picure. Buscando no sólo victimizar a este sujeto sino condenar a todos quienes "cayeron" a manos de él y sobre todo a todos aquellos que en cumplimiento de su deber osaron enfrentarlo. Recientemente se ha conocido que individuos, clara y rabiosamente adversos al Gobierno, eran quienes manejaban desde los EEUU sus Redes Sociales, utilizando sus "correrías" delincuenciales como argumentos políticos para promover el derrocamiento del Gobierno.

Antes del descubrimiento de células paramilitares en la finca Daktari, la existencia de este flagelo, que tanto ha llenado de horror a Colombia, no era muy conocida en Venezuela. Pero es precisamente a razón de este descubrimiento cuando comienza adquirir el paramilitarismo connotaciones políticas, comienza ha evidenciarse un repentino y desproporcionado salvajismo en el "modus operandi" de "nuestra" delincuencia común. Este repentino comportamiento coincide también con la "casual" proliferación de Series colombianas (El Cartel de los Sapos, El Capo, etc.) en los canales privados de nuestra televisión, en las que de manera manifiesta y ¿premeditada?, resultan "escuelas" de una realidad que comenzaría ha tomar expresión y decadencia en el país.

Los conocidos y poco ocultados nexos del uribismo con sectores de la Oposición venezolana, son un hecho de larga data y parecieran justificar el desarrollo actual del paramilitarismo como inobjetable factor de nuestra crítica realidad. Con asombrosa y despiadada crueldad algunos militantes de algunos partidos de la Oposición comienzan demostrar la orientación y naturaleza de estos nexos cuando, por el problema que suscitó la transacción fraudulenta de unos dólares, descuartizaron y degollaron una Dama de su misma tolda política, de la precisa y única manera cómo el paramilitarismo suele dirimir este tipo de conflictos.

El problema de la delincuencia (y su fase nauseabunda el paramilitarismo) hoy en día en Venezuela, no dejando de ser un problema económico, cultural, social y moral, más que todo es de orden político, como sobretodo es de orden político el problema económico, cultural, social y moral en Venezuela. Con pretensiones claramente subversivas, de la misma manera como en Siria y Libia han venido apoyando bandas terroristas para alcanzar sus intereses políticos, las potencias imperiales desde el "anonimato", pretenden igualmente crear el caos y la conmoción permanente a través del psico-terror, para diezmar y enfermar la cordura racional de la población Venezolana. Esfuerzo que no desfallece y que, lamentablemente, tomará como punto de apoyo la muerte del Picure y su futuro heredero. Encontrar y comportar esta gran realidad nos dispondrá no sólo de las herramientas necesarias cómo lograr combatirla, sino también cómo vencerla en Paz y Constitucionalmente. Muy lejos de cómo se prepara el vecino país de Colombia, a cuyo ejemplo algunos nos quieren supeditar, quien ya se prepara, sin sobresalanto ni incomodidad para nadie y desde la cúspide manera cómo desde allí se "respetan" los DDHH, a bombardear militarmente a sus respectivos "Picures".



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Waldo Munizaga


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