Universidad y Gobierno

Ayer, los trabajadores universitarios acudieron a recibir el pago completo de sus prestaciones. La justicia social llegaba así a las máximas casas de estudios del país. Antes, bajo la llamada democracia representativa, este derecho era escamoteado de mil maneras. Profesores, empleados y obreros vivían entre esperas infinitas y humillaciones permanentes.

Muchos universitarios, ya ancianos o prematuramente enfermos, morían sin alcanzar a ver sus prestaciones.

Algunas autoridades rectorales, quienes les habían tasajeado el pago de las mismas, no olvidaban enviar una corona de flores. El dinero del difunto, colocado a plazo en la banca, había generado intereses como para aliviar la mala conciencia con algunos pétalos póstumos.

El gobierno bolivariano decidió honrar las deudas que administraciones anteriores se negaban a pagar. Pero no depositaría el dinero a las universidades, sino que enviaría cheques personalizados. De esta manera se rompió con la perversión de los depósitos de cuyos intereses se beneficiaban terceros.

También se impedía así que las prestaciones las pagaran tasajeadas, en tres o cinco partes, a lo largo de cinco o diez años de dilatada humillación y de “venga el mes que viene para ver”.

Esta medida permitió poner al día el pago de las prestaciones y que los intereses sobre las mismas, declarados impagables por la Cuarta República, se hayan cancelado en lo que corresponde a los años de 1975 hasta 1997 (por ahora). Se trata de deudas dejadas por los gobiernos de Pérez I, Herrera, Lusinchi, Pérez II, Lepage, Velásquez y Caldera II. Toda esa deuda la ha venido honrando el gobierno del presidente Chávez.

La forma personalizada de cancelar quebró prácticas corruptas de ganar intereses y comisiones con dinero ajeno. Ciertas autoridades universitarias han gritado que con la medida se viola la autonomía. Cierto, esa “autonomía” que ha permitido el enriquecimiento ilícito de algunos y, en tiempo de elecciones internas, ganar voluntades con adelantos miserables de prestaciones. Como dijo Martí, conozco al monstruo porque viví en sus entrañas. Sí, conozco sus miserias de derecha y de izquierda, que la ideología de la corrupción es tornasol, laxa y flexible.

Estos actos de justicia del gobierno bolivariano provocaron, entre otras reacciones, un repentino “celo electoral” en algunas autoridades rectorales. Durante toda la Cuarta República, nunca les preocupó el REP ni el “acta mata voto”. Ahora les dio una súbita pepera auditoral, justo cuando la justicia laboral llegó a las universidades y erradicó (apenas) algunos mecanismos de corrupción. Las cartas de la fiebre auditora están marcadas y la declaración post 3D, escrita.

Profesores y empleados, obreros y estudiantes ya saben cuál es el precio de la justicia social universitaria. Cifras mil millonarias pasan ahora directamente a sus dueños, fruto del trabajo de toda su vida. La perversión de comisiones e intereses llegó a su fin. Y esto provoca unas ganas locas de andar haciendo sesgadas auditorías que, de paso, nadie se lo impide, siempre y cuando no tomen por idiotas a los demás. Las sombras empiezan a ser vencidas y el pobre coronel de García Márquez ya no arrastra sus pies, año tras año, por las indolentes y macondianas cajas del Alma Mater.


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Earle Herrera

Profesor de Comunicación Social en la UCV y diputado a la Asamblea Nacional por el PSUV. Destacado como cuentista y poeta. Galardonado en cuatro ocasiones con el Premio Nacional de Periodismo, así como el Premio Municipal de Literatura del Distrito Federal (mención Poesía) y el Premio Conac de Narrativa. Conductor del programa de TV "El Kisoco Veráz".

 earlejh@hotmail.com

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