I
¿Qué te pasa Venezuela?
Algo te pasa que estás triste. Yo lo sé porque te conozco. Porque nací en tu territorio. Porque crecí en tu sabana. Porque me bañe en tus ríos, en tus quebradas. Porque he visto el viento como bambolea tu pabellón desde que tengo uso de razón. Yo sé que te pasa algo. Por eso me atrevo a decirte que debes despertar del letargo donde te encuentras sumergida en una profunda tristeza que vuela por todo tu espacio, sin esperanza. Tienes que despertar. Tienes que volver a ser lo que eras. Un país alegre. Dicharachero. Comunicativo. De "buenos días". "Buenas tardes". "Buenas noches". Yo estoy dispuesto a ayudarte, pero tienes que dejarte ayudar. Esa es la condición. Nada más. Tienes que nutrirte del pasado. De ese pasado glorioso de nuestros libertadores. Ellos dieron su sangre por ti, y ahora requieres de otra sangre para poder ser lo que eras. Esa sangre está en ebullición esperando que toques el clarín para salir a la calle a combatir a la bestia. Una bestia, como todas las bestias: desconfiada, herida, pero peligrosamente asesina.
II
La soga se revienta
Venezuela, la soga está que se revienta. Está al máximo tensada. Sólo un soplo y se revienta. ¿Y entonces? ¿Qué hacer si se revienta? ¿Has pensado en ello? ¿Tienes un plan B? ¿Tienes una carta bajo la manga? No sé qué pensar. Estas metida hasta los "tequeteques" de problemas. Pareciera que todos los males se vinieron de vacaciones para tu suelo. Yo, me siento comprometido contigo. Mi persona está con mi corazón, y mi corazón está contigo. Siempre contigo. Hasta la muerte. Sólo espero que despiertes y me digas desde que trinchera puedo defenderte de los demonios desatados por doquier. Si no mueres ahora, no morirás jamás. Si no te alcanzan las balas asesinas, no te alcanzará el dragón con su llama agresiva y amenazante. En honor a tus héroes, no puedes fallar. Cuenta conmigo. Cuenta con mi honor. Cuenta con mis brazos. Cuenta con mi conciencia. Cuenta con mi bandera, que es la tuya. En fin, Venezuela, no estás sola en esta batalla por la sobrevivencia, por conservar tu legado de pueblo trabajador, luchador, de garras incansables e invisibles, que se confunden con las ganas de tener Paria para rato, soberanía por siempre, y, sobre todo, ese coraje por conservar la libertad que tanto ha costado a otros, antes que yo, antes que usted, antes que todos… ¡Volveré!