I
Fluye tu sangre…
¿Qué te pasa Venezuela? Estas herida. Estas sangrando. Tu sangre hace crecer al Orinoco, y fluye hacia el mar donde se diluye para no entristecer a los peces. Vives una noche oscura sin rendijas. Donde no hay cocuyos. Donde la esperanza se confunde con la tristeza. Donde el canto del cristofué se ahoga entre las hojas tristes de los árboles. ¿Qué te pasa, país de mis ancestros? ¿Qué esperas para oír la diana que perturbar tu sueño quiere? ¿Qué le pasa a la patria de Bolívar, plena de hombres y mujeres, que no quieren que las ganas se apaguen antes de tiempo? ¿Qué te pasa? ¿Dónde está tu sangre heroica? Legado de Bolívar, Sucre y José Félix Ribas. ¿Dónde están tus ganas de destrozar las murallas que amenazan con dividirte en puntos y rayas, como dijo un poeta? Dios está contigo. Jesús, hecho hombre color de pueblo alpargatudo está contigo. ¿Y entonces?
II
¿Y entonces, qué?
¿Qué espera para atar a la bestia al botalón de la historia? ¿Qué estás esperando para cegarle sus apetencias, y convertirla en polvillo no apto para el viento. Nosotros somos uno. Tu yo. Somos lo mismo. Estamos hechos de la misma madera. Un hilo de misterio se interpone entre los dos, no para separarnos, sino para unirnos por los siglos de los siglos. Sé que te sientes mal. Que sufres a causa de tus malos hijos que no se cansan de aguijonearte la piel tersa de tu existencia. Sé que estas desesperada. Lo sé. Yo también lo estoy. Pero es la hora del aguante. Aguantar, aguantar y aguantar, con la férrea esperanza de que la soga no se reviente. Pero si se reventare, cosa que no deseo, entonces me haré millones de hombres para defenderte con las mismas ansias con que te defendió aquel joven de 22 años que se subió a la colina del Monte Sacro y gritó:
"¡Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!". Cuenta conmigo, como Venezuela contó con el brazo de Bolívar. Rodilla en tierra y el fusil en la mano, como aquellos legendarios hombres y mujeres que, en tropel bajaron de la montaña e hicieron correr como ratas a las bestias que se habían apoderado hasta del oxígeno que anda suelto, y que no es de nadie. Es de todos… ¡Volveré!
Teófilo Santaella: periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la isla del Burro, en la década de los 60.
teofilo_santaella@yahoo.com