Cosas no Contadas

Mattelart y el Pato Donald

En una entrevista realizada por Carlos Morales*, la cual Publicada en el suplemento Domingo, La Prensa (La Paz, Bolivia), 28 noviembre 2004 -guardada en mi Biblioteca Virtual- Armand Mattelart denuncia que Estados Unidos ha puesto en marcha la mayor maquinaria de manipulación y mentira que jamás se haya conocido. También cree que la alternativa está en ciernes y depende de la lucha de los pueblos por su liberación. Pide a los periodistas recuperar la virtud de la modestia y el sentido crítico de la realidad.

El Pato Donald quedó pequeño al lado de la inmensa maquinaria de manipulación que ha puesto en marcha Estados Unidos para imponer al mundo su modelo político, social y cultural. Ésta es la principal conclusión de una extensa conversación con el sociólogo Armand Mattelart, uno de los referentes más destacados de la "escuela crítica", y autor, junto con Ariel Dorfman, en los años setenta, del mítico análisis Para leer al Pato Donald. Comunicación de masa y colonialismo

Mattelart no ahorra criterios a la hora de evaluar las consecuencias que supone la hegemonía norteamericana —ahora al mando del reelecto presidente George W. Bush— para un mundo que sufre una "revolución de las frustraciones" en medio de la globalización, el terrorismo y la pobreza de millones y millones de sus habitantes.

Mattelart también contesta a quienes lo acusan de haber dado un giro, en la década de los noventa, hacia la derecha. "Sigo en la trinchera de los apocalípticos", asegura, tras recordar sus años en el Chile de Salvador Allende, donde vivió y enseñó junto con su amada Michel.

El especialista belga estuvo en el país esta semana para participar en las Jornadas Nacionales de Periodismo organizadas por la Asociación de Periodistas de La Paz.

Hijo de la neo marxista Escuela de Frankfurt, Mattelart advierte: "Nuestras visiones sobre la dominación colonial fueron superadas ampliamente por la realidad que vivimos hoy".

Armand Mattelart nació en Bélgica en 1936. Estudió Derecho y Ciencia Política en la Universidad de Lovaina; y posteriormente Demografía en París, concretamente en el Instituto fundado por Alfred Sauvy, el teórico que formuló el concepto de "Tercer Mundo".

En esa ciudad va a conocer a Michelle, su compañera sentimental e intelectual a lo largo de su vida con quien se casa en 1963 una vez instalado en Chile. Aunque no milita en el comunismo, queda marcado por la Revolución Cubana, el proyecto de Salvador Allende y la falta de respaldo a éste de la Unión Soviética. En los Cuadernos de la Realidad Nacional, con fuerte influencia del estructuralismo y la Escuela de Frankfurt, aborda diferentes aproximaciones a la Comunicación en torno a la cultura de masas. En 1972, junto con Ariel Dorffman, publica el libro Para leer el pato Donald, que se convierte un best seller y que es censurado en EEUU. Luego publica otros títulos sobre el poder transnacional de las multinacionales y la cultura de masas.

Tras el golpe de Augusto Pinochet en 1973, Mattelart regresa a Francia, pero la experiencia chilena habrá marcado de forma determinante su vida y su pensamiento.

Actualmente, enseña en la Universidad de París VIII, aunque tiene una creciente proyección internacional y, sobre todo, una presencia constante en países de América Latina y España, donde su prestigio es extraordinario.—En los setenta, sus críticos lo apuntaban como un acérrimo "apocalíptico" contra los medios masivos de comunicación. En los noventa, muchos reclaman que dio un giro hacia los "integrados". ¿Qué pasó con Armand Mattelart? -Hoy vemos que los que comenzaron como "apocalípticos" frente a los medios de comunicación tenían razón. Basta ver lo que está pasando a principios de este siglo. Ser un crítico en los años setenta de lo que hacían los medios era motivo de cuestionamientos peyorativos. Todo lo que escribimos en aquella época ha sido desbordado por la realidad. El repunte de la mentira a nivel internacional es absolutamente impresionante. Antes se decía que los "apocalípticos" veían manipulación en todas partes; lo que es totalmente falso. Nosotros veíamos cómo trabaja la ideología; es decir, proteger intereses particulares como si fueran intereses universales. Yo sigo en la trinchera crítica y mantengo mi pensamiento sobre la comunicación. Lo trágico es que muchos comenzaron como "apocalípticos" y ahora están del otro lado, entre los "integrados". No es mi caso, aquí está un "apocalíptico".

—Ya no tenemos al inefable Pato Donald, pero la presencia de los medios y los productos de consumo de la sociedad global es abrumadora. ¿Cómo entiende los procesos que enfrenta el mundo en este comienzo del siglo XXI? —El mundo atraviesa por una gran paradoja. Estamos frente a un conjunto de medios globales que uniformizan la sociedad con sus productos. Pero a la vez hay una pérdida de credibilidad de los medios globales norteamericanos. Los medios como CNN y Fox tienen mayor competencia de otros medios y otras formas de mostrar lo que ocurre en el mundo. Esta caída ocurre después de los atentados del 11 de septiembre. Es que la guerra contra el terrorismo amplió el área de propaganda en los medios globales de EEUU, pero a su vez generó otras ofertas mediáticas. ¿Visualiza usted una estrategia deliberada de parte del gobierno estadounidense para controlar los medios masivos de comunicación? —La estrategia de George W. Bush es reunir lo que los anteriores presidentes de Estados Unidos no pudieron unificar. Por un lado, la estrategia económica, a través de los acuerdos de libre comercio. Esto quiere decir, integrar el mundo en un mercado global. A esto se suma la estrategia de hiperpotencia solitaria, en el plano militar. Tras la declaración de la guerra contra el terrorismo a nivel global, Bush intenta fundir estas estrategias en un solo esfuerzo a nivel mundial que incluya el plano económico, el político y el militar.

-Lo que parecía, tras la caída del Muro de Berlín, una hegemonía sin resistencias, hoy EEUU apuesta todo a profundizar la represión militar para imponerse tras la emergencia del terrorismo. ¿Afganistán e Irak muestran esa tendencia?

-Un montón de doctrinas anunciaban el fin de las ideologías, el predominio norteamericano y el fin de la historia a principios de los años noventa.

Esperaban, entonces, que se podría atraer al mundo al modelo norteamericano. Pensaba que el modelo norteamericano era el modelo global por la vía del soft power (poder blando). Fukuyama, Nye y otros politólogos pensaban en el poder a través de un modelo de vida, natural e irresistible. Sus estrategas intentaban utilizar las inversiones simbólicas que habían hecho en las últimas tres décadas para consolidar lo que ellos llaman el market place, que no es otra cosa que el modelo de la economía de mercado. De repente, con los atentados del 11 de septiembre, se cae la idea de que el modelo norteamericano pueda ser el único esquema universal. Se cae porque la estrategia norteamericana no puede sostenerse solamente con el denominado poder blando; había que pasar —con Bush— al hard power (poder duro). Lastimosamente, el imperialismo es una realidad tangible, lo vemos —por ejemplo— a través de una política de seguridad global para combatir el terrorismo. Incluso Europa ha capitulado frente a la imposición de EEUU.

¿Cuál es el fundamento de esta estrategia?

-Principalmente la mentira y la manipulación. Irak es un claro ejemplo en ese sentido. Mientras que antes se podía decir que los medios norteamericanos, con el Pato Donald y la publicidad, podían lograr un metabolismo de valores para que ese modelo sea aceptado por todo el mundo, hoy EEUU ve que eso no es suficiente.

Basta ver lo que ocurre en Oriente Medio. La manipulación de los medios se une ahora con el uso indiscriminado de la fuerza como medios para, finalmente, consolidar esta hegemonía en el mundo. Hay, de hecho, una alianza entre el poder militar y los mecanismos que atraen hacia este modelo económico que busca precipitar la integración de las distintas naciones y cultura en el mercado global.

-CNN mostró "su" guerra de Irak. ¿Las grandes cadenas son parte de este paradigma de manipulación?

-Tuve la oportunidad de ver la guerra en Irak desde los ojos de Europa, donde la resistencia a la guerra fue mayor. CNN tomó partido durante la guerra, no se podía permitir la disidencia. Cuando teníamos la posibilidad de comparar la cobertura de la guerra con las cadenas francesas, belgas, italianas y españolas, se veía una clara diferencia. CNN hablaba de la "coalición" que apoyaba a EEUU en la guerra mientras que los medios europeos mostraban que no había tal alianza para atacar a Irak. Si vemos lo que hizo la cadena Fox es aún peor. Fox News es, de hecho, la oficina de propaganda del Departamento de Estado. CNN y Fox mostraron rápidamente dónde estaban sus intereses, así lo sostuvieron durante toda su cobertura.

-El modelo norteamericano recupera capital político con la reelección de George W. Bush. ¿Qué consecuencias tendrá para el mundo el voto conservador de los estadounidenses?

-Lo que más me inquieta es que el modelo norteamericano no tiene por detrás sólo una concepción militar. Sino que además es populista; es decir, tiene un fuerte apoyo de los propios ciudadanos estadounidenses. El voto por Bush es la derrota de los intelectuales, de quienes piensan en EEUU.

-Michael Moore no pudo hacer demasiado, al parecer, con su Fahrenheit 9/11...

-Exactamente. Toda esta parte del EEUU pensante y que razona más allá del lugar donde vive ha sido derrotada por el momento. Sin embargo, también pienso en que hay cada vez más fuerzas que ven el modelo norteamericano no tiene la universalidad que pretende representar. Es decir, ya no se cumple que sea el único esquema de integración en la globalización.

-Los pueblos indígenas, los movimientos sociales y las mismas naciones se sienten amenazados por este modelo. En octubre del año pasado, en Bolivia tuvimos una enorme convulsión social que llevó a la salida de un Presidente.

¿Qué posibilidades reales hay de construir una alternativa frente a un gobierno, como el de EEUU, que parece llevarse el mundo por delante?

-Estos movimientos se explican en un marco más general. Lo que es nuevo desde fines de los años noventa es que estos movimientos están tratando de unir fuerzas. Cada vez más estos movimientos tratan de hacer converger las protestas.

Creo que se está gestando una conciencia sobre las consecuencias de este modelo. Esto no significa retomar las viejas mitologías redentoras. Tenemos nuevos actores. Pero la construcción de la alternativa será lenta. Sin embargo, la ruptura ya se ha efectuado. La sociedad civil está cada vez más presente en los organismos internacionales para discutir la emergencia de esta alternativa. La globalización también engendra formas de resistencia y elaboración de una alternativa. Incluso en este marco de militarización del mundo y violencia global.

¿Es la reacción frente a un modelo económico que no logró resolver la pobreza en que se debaten millones de personas?

-El túnel del estatismo era tan negro y tan largo que muchos habían aceptado la globalización neoliberal como una fatalidad. Pero, de repente, se ve que la famosa revolución de expectativas crecientes se plasma con la revolución de las frustraciones crecientes. Y nos damos cuenta de que la globalización beneficia a un 20 por ciento de la humanidad. El primer mundo y sus enclaves en el tercer mundo, nada más. Ahora bien, se trata de una lucha de los pueblos de mediano y largo plazo. Hay que tener en cuenta que la globalización se gestó ya desde la conquista de las Américas en 1492.

¿Forma parte de esta "revolución de la frustración", el surgimiento de los movimientos integristas islámicos y del terrorismo, como método para enfrentar al modelo norteamericano de la forma más brutal y violenta?

-Efectivamente, se puede leer este surgimiento del terrorismo y de formas violentas como un rechazo a un modelo de sociedad que los margina. Los movimientos integristas están marcados por la crispación de la identidad cultural que nosotros juzgamos como totalmente reaccionaria. Aunque rechazamos el terrorismo como método, no podemos dejar de reconocer que forma parte de la rebelión de un mundo que se siente excluido. Al Qaeda tiene sustento en una concepción religiosa que juzga al modelo norteamericano como materialista y como una amenaza a su cultura. Los estadounidenses no terminan de entender que los enfrentamientos se están dando cada vez más a través de un sustento cultural.

¿Hay un paralelo entre las concepciones mesiánicas de George Bush y Osama Bin Laden?

-Claramente, se trata del enfrentamiento de dos mundos de cruzados. Tienen una mentalidad de cruzados. Con métodos distintos, claro. Uno tiene el Ejército más fuerte del mundo y el otro tiene las herramientas de David. Es una pelea entre David y Goliat, sin duda.

-En este horizonte tan conflictivo, la red de redes aparece como una enorme ventana de oportunidades y acceso al conocimiento; sin embargo, también se ofrece como medio para fines contrarios a la humanidad. ¿Usted qué piensa?

-Internet es una herramienta que podría servir para un mejor entendimiento de los pueblos. Cuando la red de redes se puso al acceso del público en los años noventa surgieron muchas "tecno–utopías". Es decir, se pensó que se iban a crear verdaderas autopistas de la información y se iba a construir una democracia mundial. Incluso se pensó que todo el mundo podría ser microcapitalista con la red. Todo el mundo podría jugar a la bolsa de valores. Sin embargo, la guerra contra el terrorismo y la explosión del globo internet en los valores tecnológicos han relativizado esta situación. La "tecno–utopía" perdió su asidero por su contraste con algunos aspectos de la realidad. Hoy hay una tendencia hacia el ordenamiento de las redes mundiales desde una visión más pragmática. El sector privado transnacional, los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales están enfrentados por la definición de la sociedad de la información. La pregunta hoy es qué orden en las redes de redes queremos. ¿Qué nuevo orden mundial de la información estamos dispuestos a acordar entre todos los actores globales? La respuesta aún no está clara. Frente a este sueño de que todos vamos a poder ingresar en la era del conocimiento de todo a través de internet hay una realidad. Hay monopolios de poder y de saber. Miremos, no más, toda la pelea que hay por la idea de la propiedad intelectual y las patentes.

Con toda la suerte que tienen las transnacionales norteamericanas que patentizan todo lo vivo, los medicamentos y la biodiversidad. Estos son todos obstáculos que hay que superar para democratizar realmente el acceso al conocimiento.

¿Cómo ve la acción de los medios de comunicación en este escenario? Hoy supimos, por ejemplo, que una horda de vecinos mexicanos enardecidos linchó a dos policías. La acción fue transmitida en vivo y en directo por los canales de televisión. ¿El medio es el mensaje?

-Hay una creciente conciencia mundial sobre el poder excesivo que han adquirido los medios de comunicación en nuestra sociedad. Esto mismo que ocurre en América Latina está pasando en Europa y en EEUU. El Parlamento Europeo ha pedido a la Comisión de la Unión que emita una directiva para evitar la degradación del servicio público de televisión. En todas partes del mundo están surgiendo grupos de ciudadanos que reclaman mecanismos de contrapoder. Los observadores, las veedurías o los defensores de lectores son parte de este proceso. Hay una conciencia de que las cosas no pueden seguir así. Es que no se puede tener un poder mediático así completamente aislado de la sociedad. Muchos piensan que es posible resolver el problema solamente a través de la ética periodística. Ésta es una parte de la solución, pero no es suficiente. En cada sociedad se debe reflexionar sobre el nexo entre los medios y la gente. Y no refugiarnos solamente en un debate sobre la profesionalidad del periodista. Hay que involucrar a otros sectores sobre el papel de los medios de comunicación. La tendencia está en esta región en México, Argentina, Brasil y Perú con las reformas a las leyes de radio y televisión. El proceso está apoyado por la gente que piensa la sociedad. Es la misma sociedad la que está reclamando una regulación tanto del sector privado como del público. Incluso hay que discutir el papel de los medios independientes y alternativos. Nadie está exento de reproche. No podemos seguir sin pensar en cómo se rearticulan estos tres sectores.

¿Qué papel les toca a los periodistas en este contexto?

-La primera virtud del periodista, como intelectual, es recuperar la calidad de la modestia. Estamos en un mundo muy complejo y conocemos solamente ciertos aspectos de la realidad. Tienen que dejar a un lado los egos. Y eso exige una reflexión fuerte sobre la formación de los periodistas. Es muy grave que haya tantos tipos de formación de periodistas en América Latina con una calidad totalmente desigual.

 

*Editor del área Internacional del diario EL DEBER de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Periodista de investigación del suplemento Séptimo Día y Editorialista de EL DEBER.
Profesor en la Universidad Católica Boliviana San Pablo (UCB) en las áreas de Periodismo y Comunicación Social.
Entre 2000 y 2010 fue Editor y Jefe de Redacción del diario La Prensa de la ciudad de La Paz (Bolivia). Entre 1991 y 2010 fue Editor de Política y de Internacional del diario Hoy de La Plata (Argentina) y editor de la Revista Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).
Estudió Periodismo y Comunicación Social en la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina).

 



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Marco Pedraza


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