Hace poco circuló en redes sociales que en Santa Elena de Uarén, ciudad fronteriza con Brasil, sin dificultad alguna, se podían conseguir los productos subsidiados por el Estado venezolano, como harina de maíz, pero a precios del bachaqueo, unos 1.500 bolívares.
Ese dato me hizo corroborar lo que sabía del desabastecimiento y la inflación, lo mismo que ha demostrado Pascualina Curcio en su investigación científica sobre ese aspecto, que el Estado venezolano no ha dejado de producir, de dar las divisas para la importación de materia para alimentos y medicinas y que, en definitiva, la culpa es de otro.
Para legitimar la descalificación con la matriz de "crisis humanitaria" como arma para derrocar el Gobierno Socialista en Venezuela; aumentan las dosis de sabotaje con la distribución en manos de monopolios, al estilo Lorenzo Mendoza; y las trasnacionales, como la Proter & Gamble.
Asimismo, los dueños y trabajadores de cadenas comerciales negocian con bachaqueros quienes, con el amparo de policías, ofertan rubros regulados a la vista de todos, además de los empleados de empresas estadales que pactan furtivamente con comerciantes de derecha.
En el escenario internacional, aunque se han recuperado, los precios del petróleo bajaron significativamente, algo estudiado para vulnerar nuestra economía, y la de Rusia, con el aumento de prácticas como el fracking, y se devalúa el bolívar en Cúcuta con su transacción ilegal en confabulación con operadores desde Miami.
Y la solución ya está en marcha. El control de la distribución de manera efectiva de los alimentos para garantizar que lleguen a todos, ya sea a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción; la supervisión absoluta, desde productores, distribuidores, grandes locales hasta bodegas; y el mismo rigor de la Operación de Liberación del Pueblo a los bachaqueros, tan delincuentes como El Picure y El Lucifer.
@isabelrivero70