I
La furia se infla
Señor Presidente Nicolás Maduro, cada hora que pasa la furia, la rabia y la desesperación se elevan a niveles muy peligrosos. Tal vez, usted lo sepa. Tal vez, no del todo. Pero el zumbido se oye de un confín al otro confín del país. Tal vez, usted no sepa tanto como nosotros, la gente del pueblo. Quienes nos toca vivir cada segundo, cada minuto, cada hora y cada día, esta tragedia. Pero a su gobierno le toca hacer algo para salvarnos de una catástrofe. El pueblo chavista le ha acompañado, pero la soga está por reventarse. Este artículo es uno de más sinceros que he escrito sobre la crisis venezolana, sin querer ser alarmista. Sólo trasmito en el mismo lo que siento, que no es más que lo siente la gente común y corriente. Presidente, usted va en la mañana a comprar un producto, y si es que lo consigue, tiene que “desembolsillar” miles y miles de bolívares. Y si vuelve en la tardecita, ese mismo producto ya tiene otro precio, por encima a como se adquirió en la mañana. Y qué decir de un día para otro, de una semana para otro, de un mes para otro. Un dramático ejemplo: mi señora y yo cobramos las pensiones hoy, por así decirlo. Ella sale a buscar lo que pueda encontrar y lo que pueda comprar. Y en horas de la tarde ya no tenemos ni para comprar una yema, como le decimos en el llano. ¿Y cómo compramos las medicinas para la tensión, y para los dolores, de esto y de aquello? Esto es un martirio, presidente. Los venezolanos y venezolanas, los viejitos y los niños no merecemos este modo de vida, tan ingrato, tan duro, tan desesperante.
I
Hambre, hambre, hambre
El pueblo está pasando hambre, señor Presidente. No tengo que ir a averiguarlo a la calle. El hambre está instalada en mi hogar. No tenemos arroz, ni aceite, ni harina de maíz, azúcar, espaguetis, pasta dental, ni nada. Los bachaqueros están de plácemes. Gozando una b… Mientras buena parte de los venezolanos y venezolanas estamos haciendo una media comida al día. Lo demás es rebuscar por aquí, rebuscar por allá, migajas de lo que queda para mitigar el hambre. Lo que se había ganado en materia de alimentación se perdió. Los sueldos no sirven para nada, ante la gigantesca inflación. Mientras unos pocos se están llenando los bolsillos. Su gobierno tiene la palabra. Debería saber qué hacer para evitar una catástrofe de consecuencias impredecibles. Busque asesoramiento en otros países. Pídales que le ayuden a frenar esta desgracia antes de que sea tarde. Yo soy chavista. Usted lo sabe. Y resisto hasta que me reviente, pero otros no. La tensión se nota en la calle, en el taxi, en los consultorios médicos, en las colas, en todas partes. Ya estamos viendo focos por aquí y focos por allá. Estoy seguro que la derecha tiene la mano metida en esto. Concretamente los miembros de Voluntad Popular. Mientras el chavismo aguanta, aguanta y aguanta. ¿Hasta cuándo? No soy adivino. Pero no veo las cosas tan bonitas, como se ven en las concentraciones del PSUV. No soy pesimista, pero tampoco optimista como lo era hasta hace poco. No soy político. No soy funcionario de su gobierno. Pero la paz pasa porque todo su equipo haga lo que tiene que hacer para salir de la crisis. Desde afuera nos podrían ayudar, pero hay que ser humilde y pedir la ayuda ahora, o nunca… La furia se infla, y si se revienta, Dios nos coja confesados… ¡Volveré!