I
Verdades y mentiras
El portal más importante de Venezuela, y, tal vez, de buena parte de América Latina, es un lugar propicio para decir verdades y mentiras. Allí hay articulistas, escribidores o simplemente imitadores que plasman sus opiniones a favor o en contra del gobierno de la forma que sea. Allí se encuentra uno con todo y de todo. Hay para complacer a unos y a otros. Pero una cosa sí es cierta, duélale a quien le duela, Aporrea ha servido de más apoyo al proceso revolucionario, que para servirle a la derecha chamuscada de Venezuela. Sin embargo, eso no es apreciado por la cúpula del gobierno que lidera Nicolás Maduro y la del PSUV. En efecto, hemos visto desde hace años la tirria que se le tiene al portal web más visitado en Venezuela, no sólo por la derecha, sino por el chavismo, por los corresponsales extranjeros, así por los venezolanos que viven, por diversos motivos, en el exterior. La gente busca en los artículos información sobre el acontecer nacional. Buscan pulsar lo que está sucediendo tanto en lo manifiesto como en lo no manifiesto. Pregunto: ¿Por qué se vincula a Aporrea con los tirapiedras de la oposición? ¿Por qué se pretende agredir a un sitio web que sirve al proceso desde sus comienzos? ¿Qué les pasa a los burócratas del gobierno? ¿Acaso no vociferan que vivimos en la democracia más perfecta del planeta? ¿A qué se le teme? ¿Por qué no se toma, de una vez, el camino que marcó la revolución cubana en sus primeros años? ¿No entiendo cómo se asedia a un portan de la fuerza y de la garra de Aporrea, mientras hombres como Henry Ramos Allup, ofende al presidente Maduro, sin tapujos, como a las FANB, y se deja hacer? ¿Cómo se le permite a un grupo de traidores confesos que vayan al exterior a estimular al imperio para que invada a Venezuela, sin que nada les suceda?
II
Delcy Rodríguez, ¿una cucaracha?
Aporrea sirve para responderle a un miserable bocón como Miguel Henrique Otero, quien desde un editorial infame de su pasquín "El Nacional" osa calificar a nuestra valiente canciller como una "cucaracha". O como una "chaparrita gritona". Así, con ese lenguaje soez y jaquetón, ataca la derecha cuando le duele acciones como las que ha llevado a cabo nuestra canciller Delcy Rodríguez. Una mujer. Una mujer clara, de principios sólidos, luchadora y a quien le duele su país, ha defendido como se debe hacer, con un lenguaje claro y directo, sin titubeos, sin adornos diplomáticos, a la patria de Simón Bolívar y de Hugo Chávez Frías. No sólo cucaracha es el dueño del pasquín de Puente Escondido, sino que tiene el comportamiento de verdadera rata. Pues, sólo una rata es capaz de tratar de ofender a una mujer venezolana, tan sólo por defender a su patria de la derecha internacional y de los lacayos criollos, donde se encuentra el señor Otero. Por lejos, lejísimo, a muchas leguas por medio de su padre, Miguel Otero Silva, periodista insigne y autor de la novela Casas Muertas… ¡Adelante, canciller! Usted no está sola. El pueblo chavista está con usted. ¡Duro con ese monigote que está al frente de la OEA!
III
Diana vs Cilia
Mientras la esposa del señor abogado, presidente de la AN, Henry Ramos Allup, Diana D´Agostino (la misma que hace poco ofendió a la mujer chavista) se mueve de un lado a otro con niños, sillas de ruedas, medicinas, harina de maíz, aceite, jabones, pañales, y pare usted contar, todo en función de su actividad como primera dama del parlamento, y para cumplirle a su pueblo que tanto "ama". Mientras esta dama aparece en cada noticiero de Venevisión y Televen, hablando de sus hazañas, doña Cilia Flores, esposa y diputada, aparece muy palca, con sonrisa muy lejana, y sin ganas de aplaudir en los actos públicos de su esposo. Las doñas de los mandatarios de la IV se movían. Fundaban cosas. Regalaban canastillas a las parturientas de la Maternidad Concepción Palacios, visitaban hospitales, etcétera. "Trabajaban, pues. O sea se ganaban la voluntad del pueblo. O sea "pateaban la calle". Pero, inexplicablemente doña Cilia luce opacada, con la mirada ida… Será que está pensando en la silla. ¿Quién sabe? En este país sorprenden a uno con cada cosa, que no me atrevo a pensar sobre lo que pueda estarle sucediendo a la doña, ya que dicen que no hace nada… ¡Volveré!