Henry Ramos Allup, según una nota en internet, tiene raíces libanesas. Eso no es nada extraño y menos para por eso ser objeto de persecución, rechazo o xenofobia. Nadie por eso va a cuestionar su condición de ciudadano, presidente de la Asamblea Nacional y haber sido parlamentario toda su vida. Porque si algo caracteriza a los venezolanos, con los pies hundidos en esta tierra, cualquiera sea la acepción o interpretación que se le dé a la frase, es tener siempre los brazos abiertos para recibir a quienes vengan con generosidad. La constitución misma ahora vigente es todo un poema que desnuda al venezolano y lo exhibe generoso, abierto y con las manos tendidas. No es nada ajeno al hecho que estamos frente al mar Caribe, somos la puerta del continente suramericano. Todo lo que llegó al sur, allá a la Patagonia, paso de alguna manera por aquí. Por nuestros puertos, de Maracaibo, Puerto Cabello, Cumaná y los de las costas de Margarita y este de lo que hoy es el Estado Sucre, o región de Paria, entraron hombres e ideas. Entraron quienes vinieron a colonizar al hombre primigenio, a robarse sus riquezas para llevarlas a Europa e introducir la esclavitud; pues trajeron más tarde los hermanos del África, atados en el fondo de las bodegas de los barcos, pero también llegaron las ideas novedosas de libertad, república, justicia, igualdad y fraternidad. Llegaron las del enciclopedismo, Renacimiento y Revolución Francesa. También llegaron más tarde los hermanos árabes, musulmanes o cristianos, que de alguna manera vinieron entre los españoles mismos. Todo eso se ha ido fundiendo en esta patria que promovió la libertad y hermandad americana bajo el ideal bolivariano. La independencia nuestra quisimos hacerla de todos y todavía persistimos en eso.
Pero pese toda esa carga histórica, Ramos Allup, de manera inexplicable, siendo un político de larga data pareciera haber desarrollado una fobia contra lo que le huela a colombiano. Lo más extraño es que no se cuida de ponerlo de bulto.
Habiendo recibido de la Registraduría Nacional de Colombia, por segunda vez, sólo que en la última le expresan de manera diplomática no siga molestándolos con eso o, para decirlo en lenguaje coloquial, "deje la ladilla", la información que no hay ningún registro como colombiano del ciudadano venezolano, presidente de la República, Nicolás Maduro Moros, insiste ahora en solicitar le informen si el padre o madre de este tienen o tuvieron aquella nacionalidad. Lo triste de todo este es quien se apellida Allup y sus ascendientes son de origen libanés, cosa que debería llenarle de orgullo como a nosotros nos los hace respetable.
Fundamenta su solicitud de ahora, sobre los padres de Maduro, porque según él, "lo de la doble nacionalidad del presidente podría provenir de la correspondiente a sus padres". Es decir, según Ramos Allup, no habiendo ningún registro probatorio del nacimiento de Nicolás Maduro Moros en Colombia, se conformaría le dijeran la nacionalidad de uno de sus padres. Si la madre es colombiana, pues quien esto escribe descarta al padre, venezolano de Falcón, eso no convierte al hijo en nacional de aquel país. Eso bien lo sabe Ramos Allup, pues ya le han dicho oficialmente que no nació en el país vecino y no aparece en ningún registro, como partida o cédula. Si Maduro es hijo de madre colombiana, eso le pudiera haber dado la opción de nacional de aquel país, pero ese trámite no se cumplió nunca. Lo dice el Estado colombiano y se acabó.
Siendo así y eso lo sabe Ramos Allup, entonces ¿qué busca al solicitar le informen si alguno de sus padres tuvo la nacionalidad colombiana por nacimiento?
Pues algo muy simple y hasta pudiera parecer como infantil, pero que más bien es algo monstruoso. Quiere le digan que uno de los padres del presidente nació en Colombia para mostrarlo al país como algo bochornoso, sucio e indigno. Es monstruoso, como ya dijimos, porque aparte del odio y desprecio que deja ver por los hermanos y vecinos colombianos – ve feo que el presidente sea hijo de extranjero colombiano – pasa por alto su apellido Allup y su cercana herencia libanesa. Pareciera abjurar de su propio origen. Me recuerda aquel viejo y sabio refrán según el cual "no hay peor cuña que la del mismo palo".
Pero Ramos Allup es adeco y no deja de manifestar su admiración por Betancourt, asunto y sentimiento muy respetable, sabiendo bien que el hijo de Guatire, ex presidente de Venezuela, fue también hijo de extranjero. Y son y han sido hijos de extranjeros miles de venezolanos que a este país le han dado lustre y aportado en todos los campos de la vida.
Por cierto, aunque a alguien esto le parezca intrascendente, pero a mí no, quiero recordar que Juan Fernando Arango, el mejor futbolista que ha dado este país, orgullo de la vinotinto, es hijo de colombianos. ¡Cuánto, ese muchacho, nos ha alegrado la vida y llenado el orgullo nacional!
En verdad, aparte de la fobia o xenofobia particular contra lo colombiano, lo digno a destacar es que el presidente de la Asamblea Nacional carece de ideas para hacer política. Quedó mal informando al país que hablaría en la Asamblea de la OEA cuando hasta los muchachitos en la escuela aprendieron que eso no sería posible. Al regresar a Venezuela ahora mismo, por demás molesto, pues venía con las tablas en la cabeza por culpa de Almagro y ser requerido para la requisa habitual de las aduanas, sin que el suscrito niegue que hayan intentado fastidiarlo innecesariamente, reaccionó como carajito malcriado y montó un espectáculo triste y de mal gusto.
Antes de tomar el vuelo privado para regresar a Caracas en un avión de familiares suyos, en una universidad, un joven estudiante le interrogó sobre las medidas que tomaría un gobierno de los suyos y respondió con su habitual lenguaje de presunto muchacho de la calle, recurso ya gastado para caer en gracia, que el de ellos "será un gobierno fusible". Explicó que lo llama así porque tomaría medidas duras que no le gustaría a la gente. Tanto no nos gustaría a quienes aquí vivimos que habría un corto circuito que quemaría ese "fusible" solamente según él. Eso cree ilusamente. Pero a las calamidades existentes, en buena medida provocadas por los suyos, lo que el pueblo bien sabe, sin negar la ineficacia del gobierno, se sumarían las planificadas y ejecutadas por Ramos y los suyos una vez llegados al gobierno; aparte que por su xenofobia y sobre todo odio por los colombianos, en un país donde viven cinco millones de estos, aquellas se multiplicarían como para que no sólo se queme el fusible sino se produzca un estallido como un nuevo Caracazo.
Por la debilidad o como inmadurez que muestra ahora en su senectud, Ramos Allup, tan venezolano como Maduro, si sólo de legalidad hablamos, no sólo ha dejado ver su odio contra lo colombiano, sino su decidido apoyo al regreso del neoliberalismo y las prácticas políticas y económicas contra el pueblo, como aquel paquete neoliberal de Carlos Andrés Pérez que casi incendió a Venezuela en 1989.