El decepcionado y atormentado Messi por la evidente sugestión que le han venido aplicando los "supersticiosos" y mal intencionados comentarios de los no menos sensacionalistas y poco éticos asalariados de las grandes Cadenas de Medios de Comunicación (capaces de tener más terrorífica inventiva que el propio Edgar Allan Poe y menos escrúpulos que el mismo Pulitzer, con tal de hacerlo un producto más "interesante" y explotable) ha tomado la triste decisión, apresurada y extrema, de renunciar a la Selección Argentina (lo que para un argentino resulta una acción más antinacionalista que incluso renunciar a la soberanía de las propias Malvinas).
Este sistemático y rastrero ataque, no por mera casualidad, le ha hecho considerar (a una "hinchada" más manipulable e ingrata que ha sido capaz de convertir en Presidente al propio dueño del emblemático estadio La Bombonera) que sobre él recae "algo" mucho más fuerte e incomprensible que lo lleva a no rendir en la albiceleste toda la indiscutible grandeza que sin mucho esfuerzo, y mucha alegría, asombra y deleita cotidianamente desde el Barcelona a todo el mundo. Y que precisamente, para orgullo de sus verdaderos seguidores, lo hacen actualmente merecedor de ser el mejor futbolista en todo este redondo planeta. Pero basta que la fanaticada lo crea, los tarifados charlatanes necesiten día y noche repetirlo, para tener listo un "cóctel" capaz desequilibrar y desconcertar fatídicamente hasta el más imperturbable y circunspecto de los deportistas del mundo.
A nadie en Venezuela se le ha exigido tanto, y en tan poco tiempo, como a Maduro. Ni siquiera Chávez, en su momento y bajo su indiscutible liderazgo, tuvo otro referente que le obligara a confirmar su imagen y comportamiento. Chávez a pesar de su condición mortal (que muchos parecen olvidar) supo tanto de los errores como de los aciertos, tanto los reconoció como aprendió de ellos. Chávez era el innato y poco superable "goleador" de la política venezolana, tanto para propios como para ajenos resultó la figura que determinaría el comportamiento en la "cancha" política de Venezuela. El referente de todo un Pueblo y como si fuera poco, incluso sería el más inexpugnable "marcador" para la concreción de los intereses hegemónicos de EE.UU en Latinoamérica.
Su "equipo" se acopló tanto a él que se creó una dependencia nada saludable, para muchos de sus más cercanos colaboradores resultaba escalofriante tan solo pensar qué sería del país sin su presencia. La manera cómo y quién debía "continuar", luego de su partida, nadie se atrevía ni siquiera a pensarlo para no atraer el infortunio. Maduro alcanzó titularidad y reconocimiento inusual en las postrimerías de un desenlace al que nadie estaba preparado. El fatídico asesinato de su mentor fue tan bien elaborado que no tuvo tiempo para que se le prepara. Sin ni siquiera darle tiempo para "llorar" la más comprensible "pérdida", ni asimilar las catastróficas consecuencias de su partida, sumergido en la más profundas de las penas, Maduro tuvo que "hacerse" Presidente.
Ningún jugador de la selección argentina merece y "necesita" tanto ser argentino como Messi, y sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos y sacrificios (ampliamente conocidos), y de concederles gratuitamente el mérito de tener el mejor futbolista del mundo, es el blanco predilecto de todas las frustraciones que acarrean buena parte de los que haciendo muy poco o nada por su país, pretenden ser ejemplo y verdugos de un supuesto argentinismo. Messi acarrea la triste condición de ser el "mal querido" de una selección argentina que, lamentablemente, confirma eso de haberse convertido en un verdadero Mercado, y que, por un chouvinismo mediocre, Messi no logra ni logrará ser profeta en su propia tierra. En un mundo donde los escándalos por corrupción aun no se han logrado "ventilar" del todo, y donde las Marcas y el mordaz sadismo de las grandes Cadenas de Medios de Comunicación, han hecho del Fútbol un negocio nauseabundo y sumamente susceptible a la especulación y al juego sucio, donde lo que más se busca alcanzar son sumas astronómicas, y conforme a ello se puede tanto como "elevar" acabar con los verdaderos "peones" (los jugadores) del Negocio, Messi ha podido desde la humildad como comporta su figura, ser un "incauto" en un mundo gobernado por la más fetiche "fiebre" por bellosino de oro. Muy atrás han quedado esos románticos ideales que justifican y legitiman este deporte, y que Messi aún pretende enarbolar y encarnar a la manera antigua. De la misma forma como pretendieron eclipsar la grandeza de Maradona igualmente buscan alcanzar rentabilidad en su buscado ocaso.
Lo mismo que Messi con su selección a Maduro le ha tocado echarse la falta de concreción de algunos de su "equipo" al hombro. Un "equipo" que notoriamente y a pesar que aún amaga con serle fiel al legado de Chávez, ha prácticamente abandonado sus obligaciones por buscar figurar sus "dotes" en otros intereses. A Maduro suele vérsele solo en la "cancha", los pocos que le siguen no logran acoplarse a su "juego". La responsabilidad de asumír las consecuencias y los errores de todo el "equipo" lo llevan a sucumbir ante la desconfianza. Tanto lo han llevado a tener que asumir el juego y los resultados de sus últimas actuaciones que abusa del individualismo. A pesar que las últimas actuaciones no han sido las mejores el estado del "terreno de juego", que le venían condicionando el poco rendimiento, progresivamente vienen mejorando. Pero, a pesar de todo, a este último, y realmente conforta, no tiene planes de renunciar, por lo que todavía hay "juego" en la "cancha". Sobre todo ahora cuando el equipo a vencer está dando claras señales de agotamiento y le cuesta mantenerse unido y compacto.