La victoria del revocatorio

"La figura del referéndum revocatorio ha sido siembra nuestra, y me siento humildemente como uno de los sembradores de esa cosecha, de esa figura, para darle forma a un nuevo modelo democrático en Venezuela, no la vieja democracia de las élites".

Hugo Chávez

La oposición luce agotada, torpe e incoherente y el gobierno arrinconado. Sin iniciativa política que responda a las exigencias de tan compleja coyuntura económica. Y el pueblo, de tanto resistir en medio de improvisación e intermitencia política, sucumbe a la incertidumbre social. En ese contexto, el referéndum revocatorio aparece como una victoria democrática. Victoria de la Constitución Bolivariana que no puede reducirse a una emboscada política.

Hace poco tiempo, la Mesa de la Unidad Democrática –MUD- anunció que desarrollaría 3 estrategias simultáneas y complementarias para lograr su único objetivo, derrocar al Presidente Nicolás Maduro: 1.- La enmienda constitucional. 2.- La renuncia forzada y 3.- El referéndum revocatorio. Con esta desorbitada incoherencia política buscaban garantizar la unidad de todos los factores de oposición y el financiamiento externo. Evitaron la fractura inmediata, pero no han podido evitar el fracaso político.

La enmienda constitucional para reducir el lapso presidencial y convocar elecciones inmediatamente fue descartada porque, su aplicación, no tiene carácter retroactivo y sólo sería aplicable al próximo presidente. La renuncia forzada es rechazada por el pueblo mayoritariamente. Se trata de una segunda versión de plan "La Salida" que contempla violencia, guarimbas, destrucción de bienes públicos y muertes como ya ocurrió cuando Leopoldo López la puso en marcha. El pueblo venezolano añora propuestas para salir de la crisis económica en paz y por senderos democráticos. El referéndum revocatorio aparece como la última alternativa para la oposición aunque nunca lo pensaron así. Por eso, no comenzaron a desandar ese camino a tiempo y ahora pretenden utilizarlo como chantaje político. No creen en el referéndum revocatorio como instrumento democrático y quieren reducirlo a una emboscada política que profundice la crisis económica y provoque desestabilización política.

La oposición venezolana cabalga sobre una inmensa contradicción porque al implorar la aplicación de la Carta Democrática Interamericana están invocando un "documento político" diseñado como resolución administrativa de la OEA para defender la vieja y desvencijada democracia representativa y al exigir el referéndum revocatorio pretenden utilizar una de las figuras fundamentales de la democracia participativa y protagónica para restaurar su enmohecida democracia representativa. Pretenden reconstruir el pasado valiéndose de un instrumento de participación popular que ha sido consagrado como derecho constitucional por la Revolución Bolivariana.

El referéndum revocatorio, con la plenitud que se concibe en la Constitución Bolivariana, es inherente a un modelo verdaderamente democrático. En Suiza sólo está vigente en 6 Cantones de los 26 que conforman el país y su aplicación no tiene ámbito federal. En Canadá se ha establecido en una sola provincia, Argentina lo ha consagrado en dos provincias. Ecuador lo incluyó en su nueva Constitución Nacional desde el año 2008 y Bolivía desde el 2009. La presión internacional exigiendo la aplicación del referéndum revocatorio obedece a un plan para aislar a Venezuela, desestabilizar la región e impedir el avance del proceso de integración latinoamericana y caribeña. No pueden exigir la aplicación de un instrumento de tanta trascendencia democrática aquellos países que niegan la democracia participativa y su interés se circunscribe a la restauración de la inhumana economía neoliberal en el marco de la vieja democracia representativa. Esa presión internacional denota un sublime modelo de injerencia.

La oposición no cree en la Constitución Bolivariana, ni en la democracia participativa por lo tanto, no puede respetar el referéndum como instrumento democrático. Su interés es utilizarlo como un ardid político, crear falsas expectativas en la población hasta llevar al gobierno nacional a una emboscada política. Falsifican firmas, "hacen firmar" a los muertos, atacan y descalifican al árbitro electoral (CNE) con el propósito de quitarle méritos a este instrumento democrático.

El debate sobre el referéndum revocatorio no se puede reducir a si es posible realizarlo este año o no. Ese dilema es falso. Le corresponde al CNE (como lo está haciendo) hacer cumplir las normas para su convocatoria y de no cumplirlas declarar la improcedencia para hacerlo. Ninguna autoridad o funcionario público puede decretar fechas o factibilidad, sólo el CNE tiene esa facultad. La otra cara de ese debate es deambular en el lodazal político y caer en la en esa emboscada que pone en riesgo la trascendencia de tan importante instrumento democrático

Ese debate sobre el referéndum revocatorio debe ser reorientado. Reivindicar su importancia política y su trascendencia democrática que no se puede poner en duda porque la oposición no logre cumplir los requisitos para su convocatoria. Explicarle al pueblo que la oposición no cree, ni quiere referéndum aunque su invocación constituye una victoria. Una victoria democrática que enaltece la Constitución Bolivariana.

 



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Darío Morandy


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