Y dale con abrir la frontera...

Es muy cierto que no necesitamos mantener la frontera abierta para que desde Colombia nos continúen llegando sus tan acostumbradas y particulares formas de expresar el "cariño" hermano que sienten hacia nosotros. No se trata de emular y sembrar xenofobia como lo acostumbra EEUU y, su principal socio "carnicero", Israel, y menos en contra de un pueblo que tanto como nosotros, en tiempos de la Cuarta República, ha padecido el cautiverio, sobre todo de su conciencia, por una oligarquía que no en balde le ha hecho sumergirse y adoptar determinados patrones de conductas y pensamientos para poder sobrevivir a una guerra interna, y al narcotráfico, por más de cincuenta años y, que no por simple casualidad o turismo, mantiene a una asombrosa cantidad de ellos diseminado por todo el mundo. Pero cómo cuesta abrirle la "puerta" a un vecino que en lo más mínimo ha demostrado la menor consideración hacia el irremediable hecho de tenernos espacialmente justo al lado y totalmente lejos y muy ajenos a la solidaridad y el respeto que, hasta incluso debiera ser automático o reflejo, por eso de compartir con él un ilustre y heroico pasado, y que indefectiblemente debería expresarse en un alto sentido Latinoamericanista en razón de ser, como nosotros, una Nación Bolivariana. Sobre todo cuando éste, el gobierno colombiano, descaradamente y ha sabiendas de las verdaderas intenciones e implicaciones, ha consentido y cedido ese mismo espacio sagrado que un venezolano ayudó ha libertar, para que el Imperio de turno, el más asesino hasta ahora conocido, y sus siete bases militares, pretenda no menos que asediarnos peligrosamente en todo momento.

A pesar, y damos una sincera bienvenida, que el proceso de paz adelantado por las FARC y el gobierno neogranadino dentro de poco, por lo menos en el papel, se hará realidad; no muchas esperanzas demandan nuestras expectativas de esperar que estas fratricidas Bases sean retiradas de su suelo. La amenaza continuará estando cerrada o abierta la frontera, la excusa por lo visto ya no podrá ser el conflicto armado para justificar su presencia, seguramente vendrán con el cuento del narcotráfico, de la misma manera como Caín pretendió argumentar y justificar el asesinato de su hermano Abel.

No parece casual sino producto de una elaborada obra de coreografía, al mejor estilo de Joaquín Riviera y su Miss Venezuela, y a la que diariamente nos tienen acostumbrados, lo que ocurrió recientemente en la frontera con Colombia. Donde doscientas mujeres (Caracol noticias habla de 500), virginal e inocentemente vestidas de inmaculado blanco, de manera "temeraria", cruzaron la frontera para irse de shoping al vecino país. Una elaborada pieza de "relojería" semántica para estructurar, a tono con los tiempos, el discurso político que pretenden mantener en boga: "La crisis humanitaria en Venezuela". Cuando precisamente en ese país, en lo que va de año, han muerto más que de hambre y sed, por la condena y desamparo a las que han sido sometidas históricamente por sus gobiernos y una sociedad que gracias a lo que le dicen de Venezuela parece "olvidar" o "aliviar" sus diarios e inmerecidos tormentos, condenando, con "patriótico orgullo", a igual o peor destino a un número mayor de sus propios connacionales. La cantidad de inocentes criaturas muertas en la Guajira colombiana superará los mil y, a pesar de esta cruel indiferencia, todavía algunos insisten en presentarnos a ese gobierno como ejemplo. Cuántas muertes aún faltan para que esta mortandad se detenga o sea declarada Crisis Humanitaria, ya que las verdaderas causas de esta catástrofe no son producto de la "travesuras" climáticas del Fenómeno El Niño, como bien podría pensarse, sino del criminal desvío del río Ranchería para favorecer a las trasnacionales del carbón, lo que significa, y bien podríamos estar diciendo, que es un verdadero y asqueroso Delito de Lesa Humanidad lo que allí ocurre. Las cifras y el silencio que ahora empeora esta catastrófica realidad no parecen ser de este siglo y, mucho menos, del primer "exitoso" socio comercial de los EEUU en el continente. Esto, como era de esperarse no ha causado dolor ni sorpresa ni en Colombia ni para cualquier otro país que, al son de Almagro, ande buscando una sanguinaria intervención militar en contra de Venezuela, por dícese de unos DDHH que quieren "defender". Emulando el vergonzoso papel jugado por la OEA cuando hizo de verdadero pañal de los EEUU para esconder lo que de manera salvaje y carnicera cometieron en contra del pueblo panameño con la intervención militar del 89.

Verdaderamente nos causa extrañeza que esta "patraña", muy bien premeditada, no haya venido acompañada del "show" (o más bien estado de shock mediático-emocional) que suelen montar esos mamarrachos dizque artistas, y que en años anteriores, igualmente todos vestiditos de blanco, en plena frontera, comandados por el "corazón partío" de Alejandro Zans, buscaban, a través de un show claramente de proselitismo e injerencia política, más que dar ha conocer la realidad venezolana intentaban "emocionalizarla" a través de una óptica pueril y a todas luces amañada. Representando una tragicomedia a la medida de quienes tienen el fatídico hábito y costumbre de estudiar y comprender política e historia a través de los "papagayos" televisivo estilo "businees", con el fin de reclutarlos y convertirlos en verdaderos "ejércitos" que tuvieran por "docta" misión idiotizar y banalizar el "conflicto" a bien utilizando todas las sandeces posibles, al tiempo de manera "viral" difundirlo y propagarlo. Estos verdaderos artistas del engaño, o asalariados agentes formadores de opinión y de estereotipos, a razón de los favores recibidos, tienen por obligación pagar "impuestos" por su fama, están obligados a montar "obras (o políticas) benéficas" para quienes verdaderamente los mantienen en el estrellato, les encuentran los contratos y, de manera chantajista también, le otorgan la popularidad de sus apolinios "galardones" .

Costumbre esta que, tanto por la hidrofobia racista como por ablutofobia mental que los caracteriza, la no menos maloliente racionalidad del grupo Maná ha logrado destacar a punta de ignorancia asalariada. No perdiendo oportunidad para descargar en contra Venezuela con todo el morbo que le es posible elucubrar, mientras el salvajismo empleado por el gobierno mexicano para reprimir las manifestaciones en Oaxaca, asesinar periodistas, no hacen referencia alguna, y menos la de los 43 normalistas desaparecidos.

Casi un día después de conocidos los hecho de la frontera el presidente Santos, no precisamente siendo un santo ni demostrando haberle caído muy de sorpresa la noticia, declaró en términos ciertamente algo fratrernos a Caracol, lo que no suele ser de su muy acostumbrado estilo, que buscará reunirse con el presidente venezolano para dentro de poco abrir nuevamente la frontera (cito) "y evitar que lo malo de la reapertura de la frontera se vuelva a presentar", pero nada refirió acerca de garantizar por el lado colombiano que no se continúe presentando (facilitando) el contrabando de gasolina y alimentos, y que las Casas de Cambio de Cúcuta (aliadas de Dollar Today) continuarán abiertamente saboteando nuestra economía. Palabras que fueron inmediatamente aplaudidas y Vitoria das con "orgásmico" placer en Venezuela, por quienes demuestran su patriotismo nacionalista acatando y promoviendo la política injerencista de Colombia o la de los propios EEUU.

La diplomacia de hoy en día, en términos prácticos, es la obligación estética que tiene y debe tener todo país en demostrar "cordura", cortesía y respeto, ante otro que abiertamente y de manera "cordial" y "civilizada", sintiéndose más poderoso y digno, lo quiere joder. Para ello, es de buena "educación" y de reconocibles modales, el que se le abra, inmediatamente realizada la solicitud, de sus muy pocas educadas y prosaicas, fronteras. (Manual del Perfecto Idiota).



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Waldo Munizaga


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