Evo Morales o saber escuchar. Un proceso que no cruje

Evo Morales Aima, es algo muy especial. Un modesto ciudadano, de origen indígena, hasta cultivador de coca fue, según he escuchado de sus propios labios. No tiene necesidad que el aparato estatal invierta esfuerzo y dinero para convencer a los bolivianos de su origen y sobre todo bella condición de hombre humilde. Si algún pintor quisiese plasmar la humildad, vista desde la perspectiva de un gobernante o personaje llegado a la fama, no tiene más que mirar hacia Benito Juárez y este presidente de Bolivia.

Pero, no me cabe duda, que justamente por ser humilde, ha escalado la alta posición, no esa de la política que ahora ostenta, presidente reelecto dos veces, en un país, donde antes que él, se daban dos golpes de Estado al día, sino a la de sabio. Evo Morales, es un extraño político, formado entre los humildes y originarios, que hizo suya aquella célebre y sabia frase de Sócrates, "yo sólo sé que no sé nada".

Se usa en Venezuela la siguiente frase, "es más peligroso que mono con hojilla". Uno pudo constatar, a lo largo de la vida, no es cosa de veinte años atrás, sino mucho más, que aquella frase se queda corta ante la de "peligroso es un político con un pequeño portafolio de palabras". Un amigo, me envió recientemente una lista de frases que él llama "cohetes", de esas construidas como con un toque o mescolanza entre técnico, filosófico y hasta esotérico, nada literario, que según dice, los políticos se han aprendido de memoria y las largan en sus discursos sin importar nadie entienda. El truco está justamente en eso. Que nadie entienda; los escuchas piensen un rato hasta que se cansen y pierdan el hilo del discurso y se queden en la luna. Eso sí, impactados por aquella frase, al orador, con todos sus fallas, debilidades y hasta limitaciones lingüísticas, dejará la impresión de "¡coño, cómo ha aprendido ese carajo!". En esa distracción, explotada su bomba de humo, el orador político podrá darle rienda suelta a su cuerpo y decir todas las idioteces juntas que lleve entre pecho y espalda para llenar el tiempo. Pocos, muy pocos, se darán cuenta de la verdad y a eso nadie les cree. Son frases como esas de "los ejes horizontales del plan enlazarán – no se pone fecha porque forma parte de la trama – con los verticales y lanzarán la economía dentro de una dinámica endemoniada y entonces los árboles parirán comida".

Revise detalle por detalle, cuanto discurso pueda de políticos, de un lado u otro y hallará un arsenal de "frases cohetes", que apenas aderezan, un ratito aquí y otro más allá, un universo vacío o palabras incontables sin conexión, fundamento y hasta largas expresiones insustentables, y ni siquiera orden. Abunda, como el sorgo - ¡coño!, ¿podemos seguir usando esa expresión o con ella acabó la guerra económica también? – el político atragantado sólo de palabras y cuando habla, las lanza sin concierto; espera que el oyente les dé orden y las acomode como pueda; si no puede mejor, se queda en la oscurana. Pero con ese ejercicio fácil, a veces se suele llegar lejos.

Evo, no lleva maletica de palabras. Ni siquiera hace uso de esas "frases cohetes" para impactar. Se esmera más bien en hablar tal como es, un humilde hombre del altiplano boliviano, descendiente de quienes allí hallaron y sometieron los conquistadores. Quizás por eso, llegó por sus propios méritos a la presidencia de su país, donde la mayoría de la población es tal como él. Tuvo talento para llegar a la presidencia y hasta escuchar como la voluntad popular le puso límites. "¡Hasta aquí llegas, por ahora, Evo!", le dijeron y él, con humildad, lo admitió. Como dice la bella canción mexicana lo importante no es "llegar primero sino saber llegar", a la que uno puede agregar, "también cuándo irse". Aprendió en su ancestral cultura que es malo ofrecer lo que no se sabe cómo hacer, generar falsas expectativas. Eso sí, aprendió que, como las hormigas, con el trabajo incesantemente de todos, el llevar una pequeña carga cada uno, al final acumulará un cambio necesario.

Evo, tiene la sabiduría de su pueblo. Es la misma de sus ancestros, aquellos que pudieron vivir en equilibrio con el planeta; bellos seres que, los conquistadores del pasado, los del inicio del capitalismo y estos era de ahora, confundieron y confunden con primitivismo y barbarie. "El mundo al revés", como dijese Galeano. Son "primitivos" quienes cuidan al planeta, no le agreden, limpian, ordenan y procuran el orden; defienden la especie y el derecho a vivir de todos; entendieron que su hábitat, "La Pacha Mama", era la casa de todos y la simple subsistencia obligaba a vivir como ellos. Los sabios, los hombres adelantados, quienes se las conocen todas, pensaron lo contrario, hay que hacer lo que sea, hasta destruir la capa de ozono, llenar los océanos de basura, no importa, porque de ello viene la riqueza. ¿Cuál riqueza?

Supo que hay que cambiar al hombre, en su pueblo no era tarea muy dificil, por lo menos entre las multitudes, acostumbradas a vivir en equilibrio y sin ostentaciones y menos sin aspiraciones insustentables.

Evo se rodeó de lo mejor que pudo. "Yo sólo sé que no se nada", pensó eso y con eso actuó. El vicepresidente de Evo, Álvaro García Lineras, es un funcionario de lujo. Hijo de las clases pudientes de Bolivia, estudiante de colegios para privilegiados, pero pese eso, sintió el llamado, el canto ancestral de la indiada y a ella se unió porque percibió la verdad. El presidente, un humilde, pero talentoso hijo de los originarios, encontró en un hijo de "los pudientes", pero brillante, estudioso y sensible, un aliado a quien escucha sin interrumpir. También con humildad y entereza se hace escuchar. Por él habla su pueblo. ¡Claro, no es un personaje de utilería para campañas electorales! ¡Qué bella combinación! Un presidente humilde, consciente de sus limitaciones con un vicepresidente que tiene mucho que aportar. Ambos escuchan y dan. Dan y hablan. Eso mismo que ahora intenta hacer Aristóbulo, quien también está lleno de talento y disposición para escuchar, hacerse escuchar y buscar que a los demás escuchen; tiene talento y disposición.

Evo, quizás por aquello de "yo sólo sé que no sé nada", se rodeó de hombres, además de Álvaro García Lineras, como Luis Arce, su ministro de Economía, no para que estos le escuchasen, sino para conversar, compartir los saberes, los del pueblo indígena y los de los académicos, para hacer de Bolivia una economía sólida.

Según Arce, hoy Bolivia tiene "un colchón anticrisis" que permite, "los bolivianos no sientan la crisis que viven países de la región".

No me voy a creer el cuento que a Evo no le han hecho guerra económica y no han intentado tumbarle. No lo creeré porque el mundo entero sabe, como los gringos, allá en Bolivia, han intentado aplicar la misma receta de otros espacios. La de aquí allá y la de allá aquí. Es más, hoy, en los escenarios latinoamericanos y del mundo, el discurso de Evo, como el de Rafael Correa, son los de mayor carga contra los intereses imperiales. Y los más escuchados también.

Por ese colchón, lo que significa haber previsto la crisis general del capitalismo que el propio presidente Chávez vislumbró, hoy Bolivia, según palabras de Arce, "no siente la crisis internacional, por eso es que los bolivianos no estamos sintiendo lo que nuestros hermanos brasileros, argentinos, uruguayos hoy están enfrentando y sufriendo la crisis y la inflación". Percibo que por ser sutil y asertivo, excluyó a Venezuela.

Evo y su equipo, que hablan y se escuchan, crearon un "colchón financiero", como dicen ellos, "producto de un nuevo modelo económico, centrado en cinco ejes, como la nacionalización de los recursos naturales; el Estado como concentrador dinámico del excedente de recursos; la priorización de la inversión productiva, la priorización del mercado interno; y las acertadas políticas monetarias, que tiene el BCB (Banco Central de Bolivia) como actor principal.

¿Qué es lo que tiene Evo? Yo creo que unas enormes orejas para "escucharte mejor".



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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