En la corriente izquierdista no pueden contabilizarse cobardes, pensar en huir de Venezuela bajo la fábula del sueño americano o la que supuestamente puede brindar otra latitud, no puede representar una opción para los habitantes progresistas nacidos en esta grandiosa tierra. Las diferencias, históricamente han existido, grandes imperios han nacidos y otros han caídos, pero a sus pasos han permanecidos los territorios con la experiencia positiva o negativa de los protagonistas y sus actos, la historias registra colonizadores y libertadores. Y en nuestro caso contamos con el orgullo de ser paisano del hombre americano más grande de todos los tiempos Simón Bolívar y de otros venezolanos que comandados por él, lucharon para ser la más bella referencia libertaria en el continente americano, proyectada hoy con gran alcance e impacto en todo el mundo. Digo esto para denotar lo grande que hemos sido, a lo largo de la historia y la capacidad de salir adelante contra todo mal presagio.
Quien dude de nuestra capacidad e ingenio comete el peor de los errores, ya es práctica recurrente hacernos grandes en las crisis, sobre todo, en aquellas orquestadas por intereses nacionales e internacionales. Fue Bolívar que lucho y dio su vida para jamás inclinarse ante un poderío imperial. Su ejemplo debe avivar el mayor de los propósitos, motivándonos a luchar, trabajar y amar a nuestra tierra de gracia. No se puede vacilar en la idea del pesimismo o fatalismo, debemos salirle adelante a los problemas, diseñando estrategias posibles capaces de apaliar nuestros temas y situaciones neurálgicas. Nuestro gran propósito debe enrumbarse a la redefinición del país en cuanto a su concepción y manejo gerencial, debemos poner todo nuestro conocimiento para llevar a nuestra nave a puerto seguro, no debe haber espacio para el error. Hay que enarbolar la bandera del encuentro nacional y evitar a toda costa las posiciones encontradas. Llego el espacio para la tan anhelada paz, no puede haber una negación en no querer participar en este ejercicio que reclama nuestra bella nación.