La economía nacional ha entrado en un estado de desarticulación entre la producción de bienes para cubrir la cesta básica y la restante.
Independientemente de que sean los empresarios afectados los principales apoyadores del autohundimiento que sufren ellos mismos con el actual estado de precios por causa de su apoyo contrarrevolucionario, todos se hallan incapacitados para competir, ninguno lanza la primera piedra y se limitan a seguir apoyando a los causantes originales del actual estado de cosas en el cual todos estamos perdiendo, unos más y otros menos.
Los desequilibrios económicos y la desestabilización de la economía nacional suelen ocurrir sólo en tiempos de guerra, lo cual corrobora que estamos sufriendo una de ellas.
Zapaterías, ropa y el comercio de mercancías seca e industrial no básico se halla estancado. Basta inspeccionar su comercios para darnos cuenta. El personal artesanal, ilusionado con esta rebatiña inflacionaria, técnicos a domicilio, médicos y otros están empezando a ver mermados sus ingresos porque, lógicamente, la comida y otros pocos artículos indispensables de la cesta básica están absorbiendo todas las pensiones, todos los salarios de mediano y bajos rangos. Es obvio que mientras más suben los precios, más se ven deprimidos los salarios en general[1].
Cuando ocurre el fenómeno de la Inflación queda suspendida la principal actividad de todo mercado capitalista, esto es, la comercialización en términos de la formación de precios medios, porque en toda inflación se paraliza la competencia para la formación de los precios[2] que es el termómetro económico encargado de medir el desarrollo de las fuerzas productivas. El precio de mercado sirve para medir el PIB ya que ese precio deriva de la oferta lanzada al mercado por cada productor como resultado de su competencia entre quienes producen la misma mercancía como valor de uso, panaderos, zapateros, relojeros, textileros, etc. Los empresarios que ven acortada su tasa de ganancia personal inicia procesos tendentes a mejorar su productividad a fin de que sus costes bajen y sus ganancias se asemejen a la media macroeconómica. Los trabajadores suelen trabajar más a gusto con la empresa que operen con mejores ganancias porque en ello les va posibles mejoras salariales. Por el contrario. sin competencia no hay economía capitalista que se sostenga a mediano plazo.
Así, actualmente, si todos observan que su clientela baja porque la cesta básica se traga más 100% de los ingresos salariales y las pensiones varias, lo racional sería abaratar sus mercancías, pero, eso no es lo que están haciendo; simplemente esperan que el gobierno caiga y en eso llevan ya 15 años. Ojalá que esta nueva dosis de poder de compra recientemente anunciada sirva de estímulo a muchos empresarios para que vayan deslastrándose de este vicioso método inflacionario que a mediano y largo plazos los destruiría.
Desde luego, la presente Inflación inducida se está tornan viciosa porque el propio gobierno sigue pretendiendo conservar empresas capitalistas que se ajusten a sus decisiones en materia de costos y precios , y eso abiertamente choca e imposibilita todo tipo de diálogo económico. Con el Ministro Pérez Abad se logró acuerdos con empresarios capitalistas y eso nos indica que por ahí está el camino, o de una vez por todas el Estado se declara enteramente socialista.
[1] Datos históricos nos recuerdan que en tiempos críticos hitlerianos, el precio de una cajetilla de cigarrillos exigía una carretilla de marcos alemanes aprox. Así se habría devaluado ese dinero, pero el Estado lanzaba esos torrentes de moneda fiduciaria como única forma garantizadora de que la economía no se paralizara, aunque inestable y desequilibrada-se producía artículos para la guerra de preferencia a muchas mercancías propias de tiempos de paz.
[2] A estos precios, Marx los llamó precios de producción o precios calculados socialmente ya que de otra manera no se podría explicar ni determinar cuánto vale ninguna mercancía porque cada productor tendría costos, precios y valores diferentes para una misma mercancía en cantidad y calidad, y cuando eso ocurra, los demandantes irían a buscar a aquel fabricante o vendedor de precios más bajos donde hallan otro tipo de mercancía de inferior calidad. Por cierto, la Economía acientífica o vulgar entiende por competencia esa búsqueda de mercancías más baratas que, por supuesto, no las va a encontrar porque cada mercancía tiene un valor medio único en momento y lugar dados.