Hace unos pocos días escribí y fue publicado un artículo titulado “Palestina ¡por Alá! ¿qué está pasando?”, donde ventilaba el problema de la división interna y la utilización de la violencia entre sí de los movimientos políticos organizados palestinos para resolver sus disidencias. No se trataba de una crítica, sino de un señalamiento que requiere respuesta de los propios palestinos.
Ahora, si se quiere con una acumulación de indignación y de impotencia, me toca escribir “Palestina ¡por Marx! Palestina”. Toda lucha, en este tiempo, contra un enemigo externo o interno tiene que plantearse, (en el primer caso), la expulsión del invasor con el carácter permanente de la lucha por el socialismo y, en el segundo, de frente por éste. Si no es así, eso no será más que un nacionalismo enfermizo de fronteras propias y terminará siendo un avestruz para no percatarse de sus propios desaciertos.
En verdad, no conocemos a ciencia cierta si Al Fatal y Hamas tienen planteado como estrategia el socialismo para Palestina. Lo que sí debemos saber es que lo único que hará desaparecer a Israel (como Estado sionista) es el socialismo, pero también a Palestina (como Estado árabe). Que eso se produzca cuando el mundo entero sea socialista, es otra cosa. Que se duren cien o doscientos años, también es otra cosa. Pero el destino del mundo conduce a esa verdad irrefutable un poco más tarde o un poco más temprano. De eso debe hablar, en primera instancia, el proletariado mundial, y no los que escribimos lo que a los ojos de muchos o pocos les parecen pendejadas o locuras irrealizables.
Es imprescindible utilizar una terminología política correcta, si pretendemos entender la esencia de la lucha de clases y valorar sus actos y sus pensamientos acertadamente. El grupo que capturó al soldado israelí no lo tiene secuestrado, porque no está solicitando ninguna recompensa económica para ponerlo en libertad, y, luego, distribuírsela entre los participantes para que cada quien disfrute de un dinero “fácil y ajeno” como le parezca o le venga en gana. Lo verdadero es que el soldado ha sido retenido políticamente, para solicitar un canje de prisioneros. Esta es la verdad.
Ahora, aquí está el quid de la cuestión, para muchos ha sido una acción de retención política errónea, que no tomó en cuenta (para realizarse) ni el resultado de un acertado análisis internacional ni nacional, ni mucho menos el enfrentamiento armado que ahora distingue a una terrible contradicción entre los movimientos políticos más importantes y de mayor influencia en el pueblo palestino. No es una crítica a la acción en sí de retención política. Téngase eso muy claro. En la lucha de nuestros indígenas contra los colonizadores, hubo una tribu que retuvo políticamente a la esposa y los hijos de un jefe de la fuerza española de apellido Mendoza. La razón para devolverlos sanos y salvos, fue profundamente humanitaria: que Mendoza y sus tropas no volviesen atacar a la tribu, porque ésta quería vivir en paz. El español aceptó, y le fue devuelta su familia, y ésta también se unió al pedido de la tribu y el cumplimiento de la palabra empañada por Mendoza. Que se conozca, éste respetó rigurosamente su compromiso. Si alguien considera eso como un secuestro o un acto de terrorismo, allá él, pero cualquier pacifista humanista que odie toda expresión de violencia no tendría argumento de ninguna naturaleza válido para criticar o juzgar y condenar a la tribu que retuvo políticamente a la familia del jefe militar español Mendoza.
Sin embargo, a menos de una semana de haberse reunido el presidente palestino con el primer ministro israelí prometiendo hacerse todo lo máximo por la paz, éste ordena, primero, un cerco, y, luego, la invasión del territorio palestino. ¡Sionismo puro, puro sionismo! Terrible reacción del terrorismo de Estado israelita contra el incipiente e inestable Estado palestino. Consecuencias impredecibles en el sentido del incremento del odio y la venganza de uno contra el otro y del otro contra el uno.
¿Qué sucede en el mundo?: el imperio mayor apoya con todo al Estado israelita, sino éste no se atreviera hacer lo que hace. El Papa expresa su preocupación, pero no condena la acción sionista. Chávez repudia y condena la invasión sionista, pero también la retención del soldado israelí por palestinos, y es lo correcto. En la ONU, las grandes potencias se lavan las manos como Pilatos. Algunos hipócritas gobernantes invocan la paz, pero nada reprochan del terrorismo de Estado israelí. En la OEA, hay muchos que guarden silencio alegando que no se inmiscuyen en los asuntos internos de otras naciones. En la OTAN, existen quienes festejen en secreto la invasión. En América Latina se escuchan rumores, pero unos cuantos continúan de brazos cruzados para no buscarse una cachetada del imperio estadounidense. En el mundo árabe se maldice al sionismo de la boca hacia adentro, porque afuera y de frente tienen los cañones israelitas apuntándolos para atacarlos si se atreven a condenarlo con acciones de verdadera solidaridad con los palestinos. Irán y Corea del Norte están demasiado ocupados con las amenazas de sus enemigos para buscarse un pleito mayor. Rusia y China no están compiten más por expansión de mercado económico que por incentivar la lucha por el socialismo. En el Africa la atención está más concentrada en sus conflictos internos que dispuestos a lanzarse a una aventura exterior. Australia vive su apasionado ambientalismo dejando vivir los zaperocos de los demás. En Asia hay muchos negocios económicos para ponerlos en juego interviniendo a favor de un pedacito de tierra y un pueblo poco numeroso que no les representa un mercado de primera marca. El mundo anda no sólo patas arriba, sino sin horizonte.
¿Y los revolucionarios qué hacemos?: nada, absolutamente nada. Al principio del internacionalismo proletariado se le ha dado una patada por el rabo y no sabemos en qué abismo ha ido a caer. El imperio acomete sus atrocidades, porque está plenamente seguro que nadie ni en ninguna parte habrá reacciones violentas de protesta contundentes, salvo donde sus botas pisan tratando que no vuelva a nacer la hierba. Afganistán invadido, y nada ha pasado. Irak invadido, y nada ha pasado. Haití invadido, mientras que el socialismo del gobierno chileno y el estilo obrero de Lula se vanaglorian de estar entre las fuerzas del desarme a los haitianos pero no al imperio. Ninguna manifestación de importancia se ha hecho en América Latina contra el imperio invasor de Irak y Afganistán. Ninguna acción, ni siquiera insignificante, se ha realizado en América Latina protestando la presencia de fuerzas militares foráneas en Haití. Ninguna actividad relevante se ha materializado en América Latina de solidaridad con el pueblo palestino desde hace muchos años.
No nos metamos embustes. Mientras las protestas sigan siendo palabras sueltas y aisladas, el imperio cada día acrecentará su intervencionismo en los asuntos internos de otras naciones. Lo único que puede derrotar a la intervención del capitalismo salvaje en los asuntos internos del resto del mundo es el internacionalismo revolucionario activo interviniendo en los asuntos internos del mundo entero. Los palestinos no deben, por ninguna circunstancia, elevar su contradicción interna a la categoría de principal sin antes asegurarse de resolver la que le enfrenta, como pueblo, al imperio que lo acosa y lo ataca cotidianamente. No existe solidaridad internacional capaz de hacer retroceder al sionismo para que reduzca a la mínima expresión sus atrocidades contra los palestinos, pero éstos no deben acometer acciones que provoquen invasiones que no están en facultad de enfrentar con éxito inmediato. Marx dijo que la revolución es sencillamente solidaridad. El mundo árabe está tan fracturado que más sirven sus gobiernos al imperio que a los pueblos por su redención. La revolución es una rebelión de esclavos que deciden hacerse libres. El fanatismo nacionalista sigue siendo una piedra de tranca en la lucha por la emancipación de la humanidad. Si estoy errado, que Marx me perdone pero no los que se baten entre sí para que el enemigo principal de la humanidad nos encuentre más debilitados y con mayor probabilidad de mantener su predominio en el mundo. No es cierto, en este contexto internacional y nacional en que se desenvuelve el pueblo palestino, vaya a resultar ser el completo perdedor el Estado israelí por su invasión a Palestina. Sencillamente, es una opinión sincera.