No está claro el papel del PSUV, no parece ir más allá de un instrumento electoral. Siendo así, deja un vacío político y ético que es de alto riesgo. Parece ser una directriz del gobierno llevarlo a su mínima expresión, anularlo ¿Por qué?. Veamos.
Un partido político está entrelazado con la política que desarrolla, se influyen mutuamente. Si es una organización funcional a la democracia burguesa tendrá unas características, si es un partido revolucionario en lucha por el poder, o si ya tomó el poder, tendrá otras.
Se puede decir que acción, organización y contenido político-ideológico forman un complejo adaptado a la función. Si el partido es un mero instrumento electoral, un actor de la democracia burguesa, en su interior prosperarán las agrupaciones que se disputan los puestos en las elecciones, grupos de candidatos a gobernadores, a diputados; las relaciones con el poder, con la dirección condicionan la conducta que se transforma en oportunista, estar bien con el de arriba es más importante que tener buenos argumentos, la conciencia es egoísta, la meta es personal, no hay sentido de sociedad, y el partido es bueno en cuanto instrumento electoral; cuando no hay elecciones languidece, para resucitar cuando llega el carnaval electoral.
El PSUV, heredero del MBR200, un instrumento exitoso para la toma del poder, se encuentra, no podía ser de otra manera, sufriendo la transición que acontece en el gobierno, se desliza de ser un partido revolucionario a ser un partido funcional con la democracia burguesa.
El gobierno, que optó por la vía democrática burguesa, no es funcional con un partido revolucionario, que es por definición una organización viva, con nexos fuertes con la realidad, organizada como un tejido que va de lo capilar a lo nacional, en este caso las UBCH, capaz de comunicarse en tiempo real con la dirección y ésta con el último rincón del país; crítica, combativa, deliberante, polémica, que discute, estudiosa… ¿podríamos imaginar algo más incómodo para un gobierno que traiciona su propio discurso?
El partido revolucionario es como un espejo mágico que dice la verdad, y lo que es más perturbador al que se le debe decir la verdad, sabe cuándo le mienten. Así, el discurso sería sometido al interrogatorio de la militancia, por ejemplo preguntarían por qué no se abre una discusión sobre el Arco Minero, por qué si hay golpe gringo ayer nomás se abrazaban con shannon, por qué se aúpa a los capitalistas culpables de la "guerra económica", por qué la polar está en el Consejo Nacional de Economía, por qué en las concentraciones no aparecen las banderas del PSUV, por qué… por qué, un infinito por qué cáustico a los oportunistas y obligatorio para la marcha de la Revolución.
Se comprende la transformación silenciosa del PSUV, sustituido a veces por otras formas organizativas apolíticas, acríticas; una organización que dejó la formación, la educación, en manos de connotados contrarrevolucionarios, partidarios del reformismo, un partido adormilado, que no se mueve por sus propios medios.
No exageramos si decimos que la suerte de la Revolución, del gobierno está relacionada con la suerte del PSUV, allí se refleja la situación nacional, la de las masas y la del gobierno. Es necesario, urgente que la dirección, la vanguardia dentro del partido le dé un giro a la situación, que vigorice a la organización, le devuelva el sentido de pertenencia, los objetivos sagrados por los cuales luchar, el sentido de la historia. Y nos devuelva el partido de los millones de militantes.