Apenas había culminado la última batalla que libró nuestro Comandante Infinito, Hugo Chávez, contra el imperialismo de los EEUU y sus agentes en territorio patrio, a quienes derrotó ampliamente; Chávez, se reunió con sus ministros y ministras en octubre 2012, con quienes compartió algunas reflexiones de suma importancia, tantas, que algunos analistas la denominaron como el Golpe de Timón. Después de resaltar los valores de la crítica y la autocrítica, pues nos "alimenta y nos hace falta", profundizó en políticas que poco fueron desarrolladas por sus colaboradores y colaboradoras más inmediatas, puso como ejemplo las comunas. Asimismo, planteó la necesidad que los proyectos desarrollados por la Revolución, no fueran obras aisladas del objetivo estratégico: la construcción del Socialismo, señalándoles a sus ministros y ministras, la ruta: "Cada fábrica que nosotros hagamos tiene que tener su propiedad social. Ejemplo, la guayaba, su producción de guayaba propia. No debemos perder de vista la parte medular del proyecto. No podemos aperturar plantas como islas solas". Fue, en ese contexto, y aprovechando la crítica y autocrítica que se hacía nuestro Comandante Infinito, que soltó como un latigazo su llamado a hacer uso racional de la palabra: Socialismo. Pues, les indicaba que un proceso político no debía reducirse a una mera frase, señalándoles: "Soy enemigo de que le pongamos a todo socialista. Avenida socialista, estadio socialista, panadería socialista, Miraflores socialista. Ya eso es sospechoso. El que lo hace cree que cumplió porque le puso a algo socialista. No puede ser". No es un modismo el Socialismo, sino la construcción y creación de una suprema obra humana; tal cual, la concebía Chávez en 2009: "El socialismo, lo sabemos, no puede decretarse: tiene que construirse y crearse colectivamente. Es la capacidad crítica y creadora, constructora y liberadora del pueblo, la que le da vida a una nueva sociedad". Magna obra, no exenta de peligros, como nos lo advirtiera el "Che": "Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y donde es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta. Entretanto, la base económica adaptada ha hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de la conciencia" (El Socialismo y el Hombre Nuevo, E. Guevara, 1965).
Sirva esta introducción para que reflexionemos sobre la decisión del camarada Presidente Maduro de reformar el llamado Beneficio de Alimentación para las trabajadoras y trabajadores de la patria, antes regulado mediante la Ley de Alimentación y, a partir de octubre 2015, por la denominada Ley del Cestaticket Socialista para los Trabajadores y las Trabajadoras, Gaceta Oficial N° 40.773 de fecha 23-10-2015. Necesaria reforma, pues la vieja Ley de Alimentación establecía restricciones para el otorgamiento de dicho beneficio, como aquella que no se otorgaría a quienes percibieran un Salario Normal superior a los 3 Salarios Mínimos Nacionales (LA, artículo 2, Parágrafo Segundo), límites establecidos al monto en unidades tributarias de la base de cálculo del Beneficio y no exceso del 30 por ciento del monto de sumar el salario mensual del trabajador o trabajadora más el monto del Beneficio (LA, artículo 5, parágrafos primero y tercero). Con dicha reforma, el camarada Presidente Maduro libera el Beneficio, aunque no completamente pues lo mantiene atado al condicionante, que su pago debe hacerse a través de un intermediario, una empresa prestadora de servicios ya sea de vales o cupones de alimentación o emisora de tarjetas de alimentación, lo cual, sin duda, lejos de facilitar el acceso a dicho Beneficio, lo que procura es generar gastos adicionales al Estado venezolano y, peor aún, incentivar prácticas reñidas con la conducta ética que debiera regir sus funciones. Asimismo, la realidad país ha motivado a que los propios comerciantes se nieguen a recibir dichos vales o cupones, así como las tarjetas, lo que ha conllevado a sus beneficiarios a tener que cancelar comisiones a éstos para que les acepten esos instrumentos de pago en sus compras de alimentos u otros bienes esenciales para el núcleo familiar beneficiado.
El llamado Cestaticket es una herencia de los gobiernos neoliberales que, en su momento, previeron que mediante ese mecanismo de pago podían baipasear el Salario del trabajador o trabajadora, para aumentarles sus ingresos en alguna proporción y establecerla en Ley. Con ello, incrementaban los ingresos de sus trabajadores y trabajadoras, con la fortuna para el burgués, que dichos incrementos no tenían incidencia alguna en el pago de las Prestaciones Sociales de dicho trabajador beneficiado o beneficiada. Valga decir, el Cestaticket tan solo representaba, una ínfima cuota a compartir con el trabajador o la trabajadora de su tasa de ganancia. Ahora, el Presidente Maduro, en su política anti inflacionaria hace uso no solo de los incrementos del Salario Mínimo Nacional, sino del Cestaticket, que aunados a una eficiente recaudación fiscal por parte del SENIAT, sustrae importantes montos de las tasas de ganancias de la burguesía comercial nacional y transnacional, para compartirlas con el conjunto de la sociedad, hecho que le ha generado el repudio generalizado de esa clase social de nuestra sociedad, caracterizada por su egoísmo y ansiedad de ganar para sí, lo mayor posible de la producción nacional e internacional, en este último caso: la renta petrolera. No por casualidad, el repudio generalizado tanto de Fedecámaras, como de sus agentes políticos de la MUD e incluso, ciertos sectores políticos que se reivindican de izquierda, pero cuya práctica política de oposición al gobierno del camarada Maduro, los lleva a coincidir con la derecha pro imperialista. Dime con quién coincides tanto, y te diré de qué bando estás. Tan desconcertados quedaron, con esa última decisión del camarada Maduro, que CONINDUSTRIA apeló a una bandera de las fuerzas progresista para oponerse a los incrementos del Salario Mínimo Nacional y del Cestaticket, señalando su presidente Juan Pablo Olalquiaga que: "Por vía de hecho se demuestra que la Ley del Trabajo vigente no es aplicable en Venezuela. Es una promesa que el Gobierno está trampeando, porque ni ellos pueden con la carga que generan las prestaciones sociales", quejándose Olalquiaga, porque el gobierno actúa en contra del fortalecimiento de las Prestaciones Sociales, ya que el Beneficio de Alimentación equivale a tres cuartas partes del Salario. La pregunta que debiéramos hacerle a FEDECAMARAS, como tal: ¿Coinciden ustedes con la propuesta formulada por el PCV, de incorporar el Beneficio de Alimentación al Salario y fortalecer con ello, las Prestaciones Sociales de los trabajadores y trabajadoras de la patria? Si la respuesta fuera sí, estimamos que nuestro camarada Presidente Maduro debe hacer los correspondientes estudios, y proceder en consecuencia a los deseos de la élite empresarial venezolana, para beneficio de la clase trabajadora.
La hermana República Argentina, en tiempos de la camarada Cristina de Kirchner, transitó por esos senderos de reivindicación de los sueldos y salarios de la clase trabajadora. El caso Recalde, por llamarlo de alguna manera, desnuda en su total dimensión qué intereses se mueven alrededor de esas empresas dedicadas a la venta de servicios de vales o tarjetas de alimentación. El entonces diputado nacional por el Kirchnerista Frente para la Victoria, Héctor Recalde, presentó ante la Cámara de Diputados una propuesta para hacer remunerativos los vales de comida e incluir su valor en la base salarial para el cálculo de indemnización por Prestaciones Sociales, en casos de despidos o retiro de trabajadores o trabajadoras en el año 2007. Ese mismo año, la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo ratificó el carácter "remunerativo" de los vales de comida tan igual que otros pagos habituales que recibe el trabajador o la trabajadora, como viáticos, gratificaciones, vehículo, teléfono celular y refrigerio. Asimismo, ante la demanda por despido realizada por una empleada contra una empresa de tarjetas de créditos ante la Sala VII del Tribuna de la República, ésta falló que: "efectivamente, los tickets canasta forman parte de la remuneración del trabajador". En tal sentido, los jueces Roberto Eiras, Ricardo Guibourg y Elsa Porta establecieron en su fallo que: "…el salario es ante todo la contraprestación del trabajo subordinado" y, en ese sentido, reivindicaron que toda prestación –en dinero o en especie- que el patrono o patrona otorgue al trabajador o la trabajadora y que perciba como consecuencia del contrato laboral, consiste en una prestación remuneratoria. "Este fallo sienta jurisprudencia respecto de la inclusión como parte del salario de conceptos que actualmente están fuera del mismo", sentenció León Piasek, abogado laboralista y miembro de la Asociación de Abogados Laboralistas, quien también agregó, que se trata de un comienzo, para restablecer beneficios sociales que fueron perdidos en los 90, años de plenitud neoliberal salvaje en la Argentina. Legalmente, quedaba abierto el camino para que la casa de las leyes, pudiera legislar y corregir ese entuerto heredado de los tiempos del neoliberalismo salvaje impuestos por Carlos Menem.
Parecía despejado el camino, hasta que sucede un hecho que desnuda la forma de actuar de los capitalistas indistintamente sea la forma que adopten. Como era de esperarse, la Cámara Argentina de Comercio, Carlos De La Vega, rechazó el proyecto de Ley defendiendo el sistema de los tickets porque según "atenúan las cargas sociales que para las empresas son altísimas". Otras empresas, como la francesa Sodexho, en vocería del propio presidente de la transnacional, Didier Dumont, denunció "inseguridad jurídica", amenazando que de aprobarse dicha normativa, la empresa dejaría de operar en Argentina. Se trataba de un negocio, estimado en 4 mil 400 millones de dólares anuales, repartido entre unas 27 empresas que operaban entonces, siendo 2 las que concentraban la mayor tajada del negocio: Accord y Sodexho Pass, ambas de origen francés.
La propuesta de Ley Recalde, planteaba que los tickets canasta y alimentarios tendrían carácter remunerativo en forma progresiva, hasta que, finalmente, se integraban al salario en su totalidad. En noviembre de 2007, revienta un escándalo sobre el tema, cuando el propio diputado Recalde hace público un video en el que directivos de la empresa francesa de tickets Accord, Santiago Lynch y Miguel Gutiérrez Guido Spano, intentan coimear (sobornar) a su hijo Mariano Recalde, ofreciéndole 20 mil dólares por cada mes de retraso en la aprobación del proyecto de Ley ó 20 millones de dólares por su cambio en beneficio de las empresas, a escoger. Recalde, oficializó su denuncia ante el juzgado federal número 9.
La Ley Recalde, como la denominaron fue aprobada por la Cámara de Diputados y puesto su ejecútese por la Presidenta Cristina de Kirchner, en diciembre de 2007. La norma, consta de solo 8 artículos, destaca el tercero: "las prestaciones comprendidas en los incisos derogados del artículo 103 bis de la Ley 20.744 que los empleadores vinieran otorgando, adquirirán carácter remuneratorio de manera escalonada y progresiva, a todos los efectos legales y convencionales, a razón de un diez por ciento de su valor pecuniario por cada bimestre calendario a partir de la entrada en vigencia de la presente ley". Con ello, se derogaba esa herencia recibida de los tiempos del neoliberalismo salvaje de Menem. Los burgueses, acusados de soborno: Miguel Guido Spano, fue juzgado y Santiago Lynch huyó del país, es solicitado vía Interpol. Guido Spano, fue sentenciado a prisión por 3 años, sentencia que aún no cumple, producto de vericuetos judiciales; mientras que Lynch, sigue aún prófugo de la justicia. Con la llegada de Mauricio Macri, y la reedición de las políticas neoliberales de Menem, ha regresado el Cestaticket, sobre la base justificadora del deterioro de las condiciones laborales que hoy azotan la calidad de vida del trabajador y la trabajadora argentina. Como un mecanismo para complementar sus ingresos venidos a menos, gracias a sus políticas de ajuste macroeconómico salvaje en la línea del Fondo Monetario Internacional, el tenebroso: FMI. Mientras, los salarios se mantienen congelados, al precio que tenían antes de la llegada de Macri a la presidencia de la república Argentina.
Corrupción, no solo de patronos y patronas, sino incluso de sindicaleros, en disputa por las llamadas coimas; flexibilización laboral, neoliberalismo salvaje, es lo que se oculta detrás de los llamados Cestaticket y tarjetas de alimentación. Mal hace Usted, camarada Presidente Maduro, en llamar eso: Socialismo. Corregir es de humanos, hágalo y pronto. Cestaticket Solidario en vez de Socialista, bien pudiera denominarse. Por ahora, mientras evalúa la propuesta de los camaradas del PCV y CONINDUSTRIA. Para luego es tarde…