Una oleada de sabios y sabihondos de todas las edades ha caído sobre la vieja sede del Consejo Nacional Electoral.
Desde que se inició la campaña contra el organismo rector de los procesos comiciales en el país, todos los días surge un genio que se tenía bien guardada su sabiduría. Algunos medios los presentan como Aristóteles que, por algún extraño mecanismo, escaparon del pasado y aparecieron en la plaza de El Silencio. Los movió el profundo deseo de limpiar el registro electoral para que la unitaria oposición abandone las tentaciones guarimberas y tome el camino democrático.
Lo primero que se propusieron estos Albert Einstein de la esquina de Curamichate fue auditar el REP. Toda su materia gris la pusieron en función de lo que clamaban tres rectores universitarios –de la UCV, UCAB y USB- como garantía de que la oposición no siguiera el extremismo senil que esbozaba Tejera París en sus encendidas disertaciones, como tampoco los atajos que, cual Carmonazo, sólo conducen a otros atajos.
Cuando algunos medios otorgaban a estos Pitágoras ribereños del Guaire la más generosa cobertura, estalló una mini crisis entre los 21 pre candidatos opositores y la franquicia Súmate. El Pollo Salas Feo resumió el pandemonium a la luz de las propuestas sobre la mesa de negociación: escogeremos el abanderado por consenso, dijo un grupo. No, ripostó otro, no aceptamos otro método que no sea el de las primarias organizadas por Súmate. Nada de primarias, terció otra fracción, nosotros nos acogemos a las encuestas, pero no a cualquier encuesta.
Según el Pollo, había un sector que, más allá de los métodos, ya tenía escogido el candidato.
Daba algo de pena con los matemáticos, estadísticos, PHds, magisters, postdoctores, numerólogos y afines que los medios habían presentado en sociedad para que desentrañaran y explicaran los misterios del REP. Hasta un vicerrector administrativo, Mosquera, el más gris que haya pasado por la UCV desde los tiempos de José María Vargas, fue sacado del baúl como el genio de la lámpara. Nada. Las bases opositoras no entendían cómo podían auditar un padrón de 16 millones de almas, si no eran capaces de ponerse de acuerdo para escoger un candidato entre 21 aspirantes. ¿Por qué tanto enredo para decidirse entre encuesta, consenso y primarias?
“Algo huele mal en Dinamarca”, ironizó con sarcasmo una vieja militante de la fenecida coordinadora democrática. Todo el sainete universitario, con el tira y encoge del REP, se le antojaba un mecanismo de distracción para que la gente no se diera cuenta de la sampablera interna.
El tiempo apremiaba y no se veía, entre los contendientes, eso que se llama “voluntad política” para llegar a un acuerdo. En aras de la unidad, todos querían ser el candidato unitario. Y único.
En medio del barullo, los medios optaron por poner en cuarentena a su legión de sabihondos hasta nuevo aviso. De qué vale exhibir a un Pitágoras o a un Einstein, si vienen los dirigentes de la oposición y ponen la torta por la candidatura única y unitaria. Más allá, están los abstencionistas descalificando incluso a las lumbreras que viven descubriendo que Francisco de Miranda no aparece en el REP.
Así andan las cosas por los lados de la oposición, para mayor preocupación de los que viven preocupados por Venezuela, allá en el norte.
Lo que es peor, preocupados y enviando dólares que, por el camino de tantos desencuentros, amenazan con perderse.