¡La jerarquía sacerdotal fue responsable de su muerte! (2/2)

Si, fue su propia gente, fueron aquellos que se hacen llamar representantes de una comunidad los que casi siempre la traicionan. Si, fue Conferencia Episcopal de los Judíos la que hizo asesinar a Jesucristo; y hasta ahora no han tenido el coraje de pedir perdón al mundo cristiano. Fue la Conferencia Episcopal de la época la que con acusaciones falsas y llenas de odio hizo se condenara a muerte a Jesucristo, haciéndolo conducir al sacrificio de la cruz. Jesús quiso pagar el impuesto al Templo asociándose con Pedro, a quien acababa de poner como fundamento de su futura Iglesia, aún más, se identificó con el Templo presentándolo como la morada definitiva de Dios entre los hombres y por eso su muerte corporal anuncia la destrucción del Templo que señalará la entrada en una nueva edad de la historia de la salvación: "Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre" (Jn 4, 21). San Mateo narra la serie de afrentas que sufre Jesús cuando es juzgado por el Sanedrín. Primero es acusado falsamente y después se le incrimina con una frase sacada del contexto. ¡Cuánto cuidado debemos tener con los juicios precipitados! Juicios que pueden ser temerarios. Frente a las acusaciones Jesús permanece callado, domina la situación con su silencio. Todos hablan y Él calla. Sólo hablará para decir que Él es el Cristo, el Mesías; luego cerrará sus labios y soportará en silencio que le escupan a la cara y jueguen con Él. Jesús está recogido en su interior y piensa que nos está redimiendo a cada hombre en particular y también a aquellos que en ese trágico momento se burlan de Él.

Cuando el sumo sacerdote le conjura a que diga si es el Mesías, el Hijo de Dios, su confesión mesiánica le vale la inculpación de blasfemo. El Jesucristo es acusado con falsedades, pero confiesa la verdad y por ello es condenado a muerte por el sumo sacerdote (Presidente de la Conferencia Episcopal de Israel) Cristo afirmó que es el Mesías, y añadió: "Veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del cielo" Con estas palabras evoca al Juicio Final; el que ahora es juzgado será quien juzgará después. Las acusaciones del Sanedrín son tan inconsistentes que no pueden ofrecer un pretexto razonable para condenarlo, sin embargo obtienen de Jesucristo una declaración comprometedora. Jesús, aun conociendo que con su respuesta les ofrece el pretexto que buscaban, afirma con toda gravedad no sólo que es el Cristo, sino que es el Hijo de Dios. Los sanedritas se burlan de la contestación de Jesús y piden su muerte: debe morir por blasfemo. Los sacerdotes para aceptar la confesión de Jesús les era necesaria una fe que no tenían. En el evangelio según San Juan se habla de lo que ocurrió en casa de Anás, suegro de Caifás, allí el sumo sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su doctrina. Jesús contestó: Todo el pueblo ha podido escuchar mis palabras y contemplado los milagros, de ahí que me hayan aclamado como Mesías. Ustedes, pontífices, han vigilado mi actividad en el Templo, pero como no queréis ver, ni creer, atribuyen a algo oculto y siniestro en los planes que me ha encomendado mi Padre.

Inmediatamente después de responder Cristo, uno de los servidores que estaba allí le dio una bofetada, diciendo: "¿Así es como respondes al sumo sacerdote?" Jesús le contestó: "Si he hablado mal, da testimonio de lo que está mal; pero si bien, ¿por qué me pegas?" (Jn 18, 22-23). Esta bofetada inesperada, sin justificación, a un hombre indefenso es una de las acciones más cobardes y que más deshonra a quien la comete. Hoy mi estimado lector, vea como los que se hacen llamar representantes de Dios, de Jesucristo, le dan tremendas bofetadas cuando suben al púlpito, sin ninguna clase de compasión para con los feligreses y al final fingen darse golpes de pecho sin la menor constricción sobre los graves pecados veniales y capitales que cometen en nombre del Señor.



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José M. Ameliach N.


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