Hizo bien Teodoro en deslindarse de esa taguara golpista que es Súmate y de las primarias amañadas que ella propone.
Lo primero que importa en ese gesto del "catire" es su coraje y su seriedad porque, para quienes le conocemos, no es él un tipo de dejarse llevar arreado al matadero ni de hacer comparsita a pueriles jugarretas de conspiraciones pitiyanquis.
Pero lo que más debe interesar a los venezolanos de ese gesto es, sin lugar a dudas, la denuncia que encarna ese rechazo a la estafa que pretende montar María Corina con la excusa de una absurda escogencia entre fracasados sin respaldo popular de ningún tipo, para inventar luego que, como por arte de magia, surgirá de ahí un supuesto "liderazgo nacional".
El país entero sabe que ninguno de esos precandidatos (como ampulosamente se autodenominan) goza del más mínimo apoyo y que en su mayoría ni siquiera son conocidos por la gente. El gran esfuerzo de cada uno de ellos consiste en tratar de capitalizar a cómo dé lugar los dólares del Departamento de Estado norteamericano que Súmate deberá invertir en ese tinglado de las primarias, precisamente para intentar darse a medio conocer entre la población.
A todos ellos, lo que los mueve es el afán de figuración a través de las cámaras de televisión, aunque sea en el efímero lapso de una campaña electoral.
Por eso no hay proyecto de país alternativo ni propuesta de solución a los problemas que el presidente Chávez ha venido atacando insistente y sistemáticamente. Como la pobreza y la exclusión ancestrales que, por cierto, la mayoría de esos precandidatos cohonestaron en el pasado de la manera más desvergonzada y ruin.
No pueden ofrecer nada más allá de sus panfletos de demagogia (y ése es su gran drama) porque por primera vez existe en el país un presidente que responde a las verdaderas necesidades y requerimientos de la gente.
De modo que lo que se busca en esas primarias de los lamentos es ocasionar un impacto mediático de mucho alboroto, haciendo aparecer al espurio que ahí elijan como el titán que superó la supuesta crisis suprema que sería la falta de unidad de esos restos de oposición que todavía quedan por ahí, para tratar de convencer al país de que con eso nada más Chávez ya estaría derrotado.
Pura ilusión mediática.
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