Estamos en el umbral del punto más candente y peligroso desde el punto de vista político que atraviesa la revolución socialista bolivariana, por supuesto ya superados el golpe de estado y el paro petrolero del 2002.
Digámoslo sencillamente, en estos momentos, en que el imperio inicia una ofensiva contra los procesos revolucionarios en América Latina. En que ya ha fracturado la unidad latinoamericana a través de procesos intervencionistas con los cuales se trastocaron los avances políticos revolucionarios en Honduras, Paraguay, Brasil, Argentina. Que la amenaza de una aplicación de la Carta de los Derechos Humanos está en pleno proceso, que el imperio impuso la negación del proceso de paz en Colombia con lo cual una intervención militar está más cerca que nunca, la agudización de las contradicciones ha emergido dramáticamente.
La decisión soberana del TSj de suspender el proceso de recolección de firmas para el revocatorio ha revivido el fuego y la derecha ha iniciado sus acciones terroristas, amparadas en una supuesta violación de los derechos políticos de los ciudadanos venezolanos, por parte del CNE al acatar la orden de suspender el revocatorio.
Este argumento, traído por los pelos, ya que la decisión fue tomada por el acto delictivo de los convocantes a la recolección de firmas al incluir personas fallecidas, identificaciones de otras personas, privados de libertad, etc., es la excusa formal, ya que la misma oposición estaba clara que, dadas las fechas en las cuales se hizo la recolección, y el proceso fraudulento del mismo, impediría su realización para el año 2016.
De lo que se trata es, sencillamente, forzar la barra para que el Pte. Maduro y el gobierno nacional, renuncien o se aplique la Carta Democrática, lo que vendría acompañado con una intervención del imperio, en la que participarían Colombia, Guyana, Brasil, Argentina, Paraguay, Perú, avalada por la OEA y los países del Mercosur que se oponen al gobierno legítimamente elegido de Venezuela con los escuálidos como plataforma y avanzada militar.
Este es el objetivo de la derecha el cual vienen presionando desde la Asamblea Nacional, con la complicidad de funcionarios públicos que con su accionar sabotean las funciones gubernamentales, pero lo peor, con el acompañamiento de sectores que se dicen llamar "chavistas" y que le hacen comparsa con un pretendido "legalismo" que rayana en lo ridículo.
En este momento de lo que se trata es defender la revolución socialista bolivariana, con sus logros, avances, debilidades. Criticar al gobierno, si. Se hace con denuncias asumiendo una postura crítica y valiente.
Pero eso de aliarse con el enemigo histórico, de argumentar con basamentos carentes de una visión revolucionaria no es más que plegarse a las acciones de la derecha y en consecuencia, traidores a la revolución, al pueblo.
Que la derecha pida el revocatorio, que hagan sus guarimbas, que incendien al país. Pero que un revolucionario apoye a los fascistas es realmente una declaración de deserción.
El momento es definitivo, ya las cartas están echadas y la mesa servida. Cada quien escoge el lado del cual va a sentarse. No hay medias tintas, o somos revolucionarios o somos reaccionarios. No queda otra.
El pueblo habló al penetrar el recinto de la Asamblea Nacional en donde se tomaron decisiones espúreas e ilegales.
Ese mismo pueblo será el que va a enfrentar los ataques de la derecha y el que va a juzgar a los traidores de la patria.
Después no vengan con llantos de cocodrilo.
Patria, socialismo o muerte. Venceremos.