Amanecerá y veremos

No menos que complicado acertar en pocas palabras lo que podría ocurrir en el país dentro de unas pocas semanas. Los diversos escenarios, las agendas ocultas y el entrampado estancamiento en el que ha caído un peligroso sector de la Oposición, enrarece todavía aún más la de por sí crítica, convulsiva e impredecible situación política de Venezuela.

En lo sucesivo no faltarán los que quisieran sacarle el "tapón" a la bañera por no estar de acuerdo con la temperatura que ha venido tomando el agua. Mucho de lo que podría pasar se encuentra en manos de unos locos que han demostrado ser tan incoherentes como irresponsables en eso de mantenerse dentro de las reglas del juego democrático y fuera de las costumbres del propio manicomio.

Las encuestadoras más serias comienzan dar oportuna luz sobre lo que acontece y determina nuestra compleja realidad política. Y resultan explicación convincente del por qué algunos mantienen parecida actitud como aquel que vendió a crédito, a pesar que no hace mucho alardeaban sobre su inminente regreso a Miraflores.

Resulta incuestionable que el Gobierno ha venido tomando pulso a la situación. Muchos de los que dentro de sus filas, o por lo menos los que no se "fotografiaban" abiertamente con el otro "bando", y habían caído en la desesperanza, comienzan retornar en la convicción que allá, precisamente en ese antro de maníacos depresivos, no se encuentra la solución de sus problemas.

Mucho se debe al hecho que la Oposición abusó excesiva y descaradamente de las implicaciones que los resultados del 6D les había brindado. Carentes de proposiciones nuevas y ha merced de los personalismo y las acostumbradas trifulcas internas, la promesa de "la última cola" se les ha venido convirtiendo en el mismo lacrimógeno chiste que vienen repitiendo en los últimos 17 años.

El evidente declive de la popularidad que sufrió el Gobierno, a finales del año pasado, resultó un peligroso y oportuno llamado de alerta sobre la incapacidad que viene demostrando por acabar con la rochela en que ha caído el país, presa del pillaje y el vandalismo tanto del Bachaquero común como el corporativo.

Este problema están real como real es el generalizado reclamo por acabar con las mafias que enquistadas desde el propio Gobierno, promueven y se enriquecen a partir de este desbordado y nauseabundo mal. Mucho de lo que verdaderamente espera el venezolano es un gobierno que se fortalezca en el combate a la corrupción y la ineficiencia.

La excesiva confianza y dependencia que las estrategias de la Oposición mantienen con sus poderosos aliados en el extranjero, ha venido sucumbiendo al trabajo que actualmente realiza la cancillería venezolana, neutralizando con arrogo y dignidad el accionar de este macabro binomio. Y es causa principal que actualmente los tenga prácticamente, entre ellos mismos, jugando a la "gallinita ciega".

El advenimiento de Donald Trump a la Casa Blanca y el rotundo fracaso electoral que produjo la política exterior de las administraciones Demócratas, tiene contra el piso a quienes ahora están mucho peor que el Gobierno después del 6D del año pasado. Pero, sin maneras de saber que nos viene con este nuevo Gobierno, resulta cauteloso y oportuno decir, amanecerá y veremos...



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Waldo Munizaga


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