¿Willie Colón pidió renuncia a Maduro como salsero o presidente?

El veneno ha corrido incesantemente. Se monta en el lomo de los titulares de prensa, impregna la tinta con la que se imprimen todos los mensajes, lo que el común de la gente asume como sano e incontaminado. Porque el veneno se mezcla con la tinta, el papel y hasta en la disposición de los redactores a decir lo que convenga a quienes sirven. Hasta sin siquiera revisar el cuerpo de la noticia y menos indagar en otras fuentes para constatar la veracidad de lo expuesto en letras enormes, lectores absorben el veneno, se contaminan y salen a contaminar a todo aquél que como ellos asume la vida. La música misma se llena de morboso veneno que vuela cabalgando sobre el sonido de cada nota". Músicos e instrumentos portan sin saberlo la mortal y hasta engañosa sustancia, tanto lo es que no saben "lo qué hacen" y expresan. Corre el veneno con suficiente densidad en la palabra del comentarista de televisión que de no decir aquello, aunque no le conste, corre el riesgo hasta de morir de envenenamiento o inanición y pasar la vida desapercibido que sería una manera de envenenarse lentamente, lo que en definitiva le haría sufrir largo y tendido como quien es envenado con pequeñas porciones y a largo plazo. Quien trasmite la noticia, simple lector de ella ante cámaras y micrófonos se siente obligado a asumirla como su propia verdad, lo que es sin duda una manera de consumir a conciencia el veneno que difunde y llenarse de odio contra algo o alguien sin justificación alguna. Se dejan envenenar por envenenadores de profesión a cambio de convertirse a la profesión de envenenadores para quienes abren todas las puertas, sobre todo aquellas hacia donde se quiere ir, aun no estando listos para ello.

Poco sé de salsa, como de muchos los ritmos propios del Caribe, y menos de eso que le ponen el mote de urbana. Tanto que no sé distinguir entre una pieza de ese ritmo, una guaracha y otras tantas que siendo distintas se me antojan parecidas. Claro, un danzón, chachachá o mambo, tienen entrada y acomodo en mi oído. Los sé distinguir. Más la salsa nunca he podido distinguirla. Poco sé de Willie Colón, salvo que existe y es músico, lo he escuchado sin saberlo, que naciendo en Estados Unidos, se formó en la cultura musical o rítmica de sus ancestros. Sé que se le tiene como uno de los grandes en lo que se ocupa. Como también sé que no tiene interés por la condición de colonia de la tierra de sus ascendientes, pues habiendo nacido y criado en el Bronx se ha asumido como norteamericano, lo que es perfectamente su derecho. Por esto, nada más natural que se sienta identificado en buena medida con la vida americana y los intereses del país donde nació. La música mestiza, por lo menos de tercera generación, que compone y ejecuta, no es para él, más que una herencia que llegó sola, vacía, distante a lo que es la isla prisionera. Sin compromisos de ninguna naturaleza. Si le han dicho que Venezuela "es una amenaza inusual", él lo cree; pues el veneno ya ha tomado su cuerpo todo y se ha acomodado a vivir en ese estado.

Su posición política frente a lo que ahora acontece en Venezuela es conocida. El veneno que va circulando por todos los medios, espacios, vericuetos, hasta por los resquicios de los instrumentos, cuerdas, en muchos casos hechas con piel de animales portadores del mismo, entra a quien de paso está dispuesto a recibirlo, porque si bien mata la buena voluntad, la fe, amor y disposición humana a servir a los pueblos oprimidos, más aquellos de la misma lengua y de los padres de los cañaverales que se fueron huyéndole a la muerte, termina por alcanzarles. Y hasta ponerlos a distribuirlo a diestra y siniestra, más si son buenos para transportarlo e inocularlo.

Por eso Chávez, por otras cosas, solía decir a quienes aun volando, pero por debajo de su línea, "Águila no caza mosca". La mosca es una portadora y contaminadora de alto nivel y eficacia. Y, en mi pueblo en otras circunstancias dicen, no le des cuerda. No bajes de donde estás, porque allí estás, aunque te hayan puesto las circunstancias, pero estás. Representas un legado y aunque muchos se nieguen a creerlo, eres la voz y pensamiento de una multitud. Tu voz no es tuya, es la de millones. Quien está en Miraflores por los votos de una multitud, acéptenlo o no los portadores de veneno, no es él, si el soberano allí le puso. Es posible que a muchos no nos guste; pero tienes el mandato popular y la representación.

Willie Colón, es un músico, como tal es el intérprete de una multitud que lo asume como tal, con talento y valor. Su entrega e identificación con su música, que eso que llaman la salsa urbana, que tiene algo de Caribe y los vericuetos del Bronx, es mestiza, hija de mestizos y refleja una como mestiza cultura, artificial, ajena si no totalmente, si a lo que ahora son los pueblos del Caribe. Pero tiene un valor en su campo y quienes saben lo aceptan y uno no tiene motivos, hasta por ignorante en eso, para negarlo.

Willie Colón aprendió a convivir con quienes vuelan lejos sus pájaros mortíferos, elevan sus drones que llevan cargas atómicas para asesinar inocentes, combatientes o no, a quien no se les ve la cara, se les asesina en masa sin saber qué piensan o sienten. Sus asesinos ni se enteran lo que han hecho, la maldad cometida y se van de farras sin resentimiento alguno hasta a arrullar a sus hijos; quizás con salsa. Pensar que mataron inocentes no entra su moral. Por ese convivir nunca pidió a Jhonson, Reegan, Bush y ahora Obama la renuncia, pese las crueldades afuera, en pueblos o regiones que han creído suyas, como creen suyo a Puerto Rico. A lo mejor, quién sabe, Willie Colón votó por la señora Clinton con toda la pesada carga que esta lleva en sus espaldas y que no es ajena a la derrota que ahora mismo le dieron. Por el contario, si lo hizo por Trump, avaló lo que la señora Clinton no dijo, pero ha hecho y seguiría haciendo.

Pero la voz del presidente nuestro debe ser la de los pueblos del Caribe y tener mucho de los andinos, no por un invento o una mezcla artificial como la "salsa urbana", sino porque de este mar bravío emergió la casta de indios tan bravos como la palabra lo indica y un vientre fecundo que es la cordillera parió pueblos laboriosos y sabios.

Por eso la portentosa Águila no cazaría moscas. El presidente de Venezuela no es ni debe confundirse con un músico de salsa o crítico de ella. No porque sea malo o deshonroso ser una de estas dos cosas. Si no porque son dos cosas distintas. No es malo que el presidente, si el tiempo se lo permite, tenga su programa de salsa, que al parecer es música buena, aunque uno la confunda o mejor no sepa distinguirla. Tampoco es malo que en ese, su programa, elogie a quienes cree en ese arte lo merecen. Es hasta un gesto generoso y hermoso, aún sabiendo que entre ellos pudiera haber algún envenenado que siente o se siente obligado hasta sentir que quien bien le elogia lo ofende. El picado de culebra al ver bejuco se asusta.

El presidente Maduro, en esa persistente conducta suya de decir lo que no debe, meterse donde nadie le ha llamado o hablar hasta de la soga en casa del ahorcado, cometió el desliz, en ese su programa de la salsa, de hacer una quizás cordial invitación y hasta homenaje sincero a un músico meritorio como tal, pero éste, atrapado en el viscoso veneno de su espacio y los cinchos de su mundo, respondió arrogante al infeliz animador de un programa de salsa del montón y un crítico de aquella música sin los galones pertinentes, confundiéndole con el presidente y de paso ofendió la soberanía nacional.

Willie Colón, en su arrogancia de músico famoso, invitado por el insignificante productor y conductor de un programa de salsa, se creyó con el poder y la autoridad del soberano, con el conocimiento, perspicacia y autoridad necesaria para inmiscuirse en asunto que no le compete en forma alguna, de lo que tampoco sabe como para enjuiciar como si hablase de una salsa. Como no reclama, si fuese lo que cree, por la independencia del sojuzgado pueblo de sus padres y cuna también de la música que le lanzó a la fama y le dio autoridad para dirigir a músicos. Si eso no entiende, entonces señor Colón, no se meta en camisa de once varas, ¡váyase con su música a otra parte! Sin saber mucho sobre usted, si lo suficiente, le creo competente pida a Maduro solamente renuncie como salsero. !Zapatero a sus zapatos!

Usted, presidente, sea más cauto, precavido, aprenda a ser comedido y comprenda que el veneno anda expandido, tanto como para que cualquiera confunda una salsa con un tango, no se exponga en exceso y no ande como carajito metiéndose en cuanta cosa se le ponga por delante. Hay demasiado odio mezclado en el veneno. Tanto que, a quien se inocula esa sustancia, le produce `por lo menos espasmos y burdos gestos de arrogancia como al señor Colón.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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