Tanto nadar para morir en el diálogo

Después de tres quinquenios, caímos mansitos en un nuevo pacto de Punto Fijo, regresó la socialdemocracia, quizá en su versión más perversa; retoñó, ahora en forma de sarcasmo, la democracia burguesa que el 4 de febrero fue refutada. ¿Cómo llegamos a este punto, por qué retrocedimos, con cuál artimaña el Socialismo fue postergado, enterrado, sin disparar un tiro, sin un dirigente que protestara?

El fenómeno no es nuevo, para no ir muy lejos allí están la Unión Soviética, Lenin sustituido por ese adefesio que es Putin; allí está Vietnam, China transformada en una potencia capitalista; todos terminaron convertidos en el enemigo que combatieron con coraje y que tantas vidas de revolucionarios cobró.

Discutir el punto es crucial, de ella depende el destino de los intentos revolucionarios futuros, y la posible recuperación de este fatigado Chavismo. Las Revoluciones tienen muchos puntos en común. Veamos.

Todas surgen de procesos heroicos, todas se tuercen después de desaparecido el líder, todas perecen estalladas desde adentro, sin disparar un tiro, entregadas por la dirigencia, las relaciones humanas regresan a las agresiones del pasado. ¿Por qué?

Una buena aproximación nos la da el Che Guevara, cuando dice que era un error querer construir el Socialismo con las armas melladas del capitalismo. A qué se refería, seguramente a la ley del valor, pero, sin dudas, también a la ética capitalista, a la conciencia egoísta. De allí su postura sobre los estímulos morales y los estímulos materiales, tema polémico que hurga en el alma, revuelve las cadenas de siglos, exacerba la ética más profunda, no sólo del capitalismo sino de milenios de medir por lo material las relaciones humanas, produce reacciones de terror.

El Che, con su pensamiento refrendado por Fidel cuando manifestó que "teníamos entre nosotros a un adivino y no nos habíamos dado cuenta", es fundamental para entender el problema de la caída de las Revoluciones, pero también es principal la enseñanza de la Revolución Cubana y Fidel, sin ellos no habría Che, forman una trilogía inseparable.

La Revolución Cubana, sin dudas un milagro, fue posible, triunfó, y aún resiste, porque entendió que primero es el espíritu, la cultura, la ética, el alma y luego, óigase bien, luego es el mondongo. La Revolución Cubana, bien lo dicen sus dirigentes históricos, se basó en la conciencia, que eso fue el Cuartel Moncada, calificado como un motor pequeño para poner en marcha un motor más grande, un latigazo a la conciencia, no sólo de ese pueblo sino de la América toda, del mundo. Esa es una clave imprescindible para la Revolución. Darle vuelta a esta ecuación es educar a la masa en el mercenarismo, el clientelismo, que vende a sus salvadores al mejor verdugo que se aparezca con alguna prebenda.

Entonces, ya tenemos un comienzo para buscar la respuesta a la interrogante: las Revoluciones se pierden primero en el alma, en la conciencia, y la conciencia se deteriora por errores teóricos, ideológicos.

Aquí entre nosotros, cuando el gobierno socialdemócrata sustituye al Comandante, comienza un bombardeo a la conciencia del deber social. El "dakazo" es un ejemplo, la repartidera, el estímulo a las salidas individuales, el coqueteo con el capitalismo fuente del egoísmo. El pragmatismo como forma de gobierno, el oportunismo como guía política, el abandono del camino socialista, ya lo dijo Rosa Luxemburgo, no podía tener otra alternativa que la barbarie, en forma de falsademocracia o en la forma de dictadura abierta. La concreción está por verse pero las dos formas son expresión de la misma dominación, la misma mentalidad, allí está el olp alimentando la barbarie.

Las dos bandas, tal como en el pasado, actúan cual pelea de novios quinceañeros, no se hablan pero se mandan papelitos, se ponen de acuerdo por interpuestas personas. Son lo mismo, se mueven en el mismo barrial, no pueden salirse de la falsademocracia, tienen que guardar la forma. El diálogo es el circo que distrae mientras se instala la dominación capitalista, la refrenda, es el símbolo, el hito que indica que los dos bandos capitalistas, el gobierno y la oposición, consiguieron restituir al pacto burgués.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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