¡Sí! ¡Lo qué son las vainas! ¡Quién lo iba a pensar! Un cabezazo de Diego Armando Maradona me rompió el computador y me dejó casi desvalido. Como capilla sin santo. ¿Cómo hace un músico sin instrumento? ¿Un pescador sin anzuelo y sin tarraya?
Me declaro por enésima vez el primer hincha del Pelusa. Lo soy tanto que digo, cada vez que del tema hablo, "no he visto un futbolista mejor que él". Aquellos dos goles a los ingleses que canta "Calle Trece", "soy Maradona metiéndoles dos goles a Inglaterra", les tengo sembrados en la memoria.
Una vez, en Buenos Aires, a la ribera de aquel inmenso río de La Plata, al pie de una estatua a un náufrago, pasé toda una tarde escuchando a una amiga argentina hablándome de la vida del genial futbolista; ella tenía dos grandes ídolos de su pueblo, aquel cantante de candombes, milongas y tangos arrabaleros, que se llamó Alberto Castillo y "el cabecita de fósforo" como gustaba llamar a Maradona.
Así como escuché y todavía escucho a Alberto Castillo, bastante vi jugar a Maradona por la magia de la tele. Mientras Pelé, como antes he escrito, jugaba en una delantera de cinco atacantes, teniendo a cada lado dos estrellas, para un total de cuatro, frente a una defensa escuálida por el tipo de juego que entonces se practicaba, esencialmente ofensivo, Maradona era un solitario en un estilo de juego por demás defensivo, hasta con seis o más defensores por delante.
Antes he escrito que cuando la FIFA, al frente de la cual estaba el brasileño Joe Havelange, en Atlanta, montó una cacería a Maradona y lo escogió directamente, sin respetar el sorteo que es lo que se estila, para tomarle pruebas anti dopaje, no lo hizo por proteger al deporte, sino porque ellos, los de la FIFA, al final puestos al descubierto como truhanes, eran enemigos del genial futbolista argentino, quien les venía denunciando por sus triquiñuelas contrarias al interés del deporte y los futbolistas. En Atlanta, antes de iniciarse aquel mundial, Dieguito denunció entre otras cosas, como obligaban a jugar en horas de altísimas temperaturas solo por atender a los compromisos de la FIFA con los anunciantes de la televisión y otros oscuros asuntos del ente futbolístico. Justamente por eso lo seleccionaron. Si Maradona hubiese callado, se habría retirado del futbol en el ocaso de su carrera sin que la FIFA reparase en aquella debilidad suya por la droga, con el reconocimiento de aquel organismo pero destruido para siempre.
Digo todo esto por lo que admiro a Maradona. Y más ahora que con valentía y coraje pudo superar aquella lamentable experiencia que le tocó vivir y verle mostrarse solidario con las causas progresistas y populares de América Latina, empezando en su país.
Pero como expresé al principio, ¡lo que son las vainas! A mí, Dieguito, de un cabezazo, que no era su mayor virtud, sino su pierna izquierda, me rompió el computador y "me dejó como capilla sin santo". Ahora escribo con grandes dificultades en una mini laptop y para más señas prestada. Y justamente, este daño, tenía que causármelo quien, casi solo, hizo del "Nápoles", un oscuro equipo del futbol italiano, dos o tres veces campeón de la liga consecutivamente y para más señas de quien soy admirador y tanto he escrito.
Sucede que tengo un computador VIT A-6200, el "Computador Bolivariano" que compré hace ya unos cinco o seis años. Intentando insertar un dispositivo en un puerto USB de la parte posterior, se me vino de golpe y la pantalla calló sobre la mesa de trabajo. Justo donde tengo una pequeña estatua de Dieguito, regalo de unas de mis hijas. Diego pegó un salto, como si fuese a burlar la defensa inglesa y con su testa de cabellera negra, golpeó fuertemente la pantalla. La rompió y me dejó descangallado. Sin computadora y con más ganas de escribir. Como quien no tiene comida y ya por eso el hambre más castiga.
Me puse en contacto con la empresa que en Venezuela maneja la relativo a esas computadoras, creo se trata de una nacida de un convenio con China y pude constatar que no tienen repuestos. Eso es grave. ¿Cómo el gobierno se deja engatusar y de paso nos engatusa a nosotros en una negociación que no garantiza repuestos a los productos que vende? Ya escucho el vocerío si se tratase, y con razón, de una empresa gringa.
Por lo anterior, me duele mucho más que Diego, "el cabecita de fósforo", según mi amiga argentina, la misma que me llevó al "Viejo Almacén" a escuchar al excelente cantante de tangos Edmundo Rivero y recorrer "Calle Corrientes" tras discos de Alfredo Cafrune y Alberto Castillo, lo único que podíamos conseguir, porque Atahualpa Yupanqui y hasta Discépolo, el autor de "Cambalache" y unos cuantos más estaban prohibidos por la dictadura de Videla, haya sido quien me rompió mi máquina. "No sigás por allí", me dijo el encargado de una tienda de disco, "pidiendo esos nombres porque podrías meterte en una vaina. Aquí está prohibido hasta nombrarlos".
Me duele más porque ahora trabajo bajo enormes dificultades, ocasionadas por un cabezazo, no un disparo de izquierda con balón parado o en movimiento, da igual, del futbolista que más he admirado en mi vida. Un cabezazo de Dieguito, de quien nunca he podido lograr que me obsequie una franela con su número 10, me causó un daño tan grande como aquel que le produjo a los mismos ingleses con su gol que han llamado, por su propia ocurrencia, "de la mano de Dios".
A la VIT y al gobierno advierto, como buen venezolano que soy, partidario de las buenas causas, como lo ha sido "El Pelusa", que no debe permitir se venda en el país aparato alguno al que no se le garantice los repuestos. Y que uno, cuyos aguinaldos son menguados, les pueda adquirir.
De todos modos me satisface y hasta envanece que, un cabezazo de Diego Armando Maradona, me haya dejado en este estado y no por otro u otra causa. Es como si hubiese estado en juego frente a él y pudo esquivar mi defensiva. ¿Qué me van a tirar?