"Prendan la luz que es diciembre". Es verdad, debo admitirlo, para tranquilidad de alguien, la frase es de una vieja canción de Otilo Galíndez, tanto que hasta la interpretó y grabó el excelente cantante carupanero Rafael Montaño. Con perdón de este si sugiero que es viejo; pero en verdad es mayor que yo y eso es bastante.
¿Pero qué tiene eso que ver con el rentismo?
La canción en sí misma, nada. La frase alude la idea que la oscuridad no sólo es soledad, confusión sino también tristeza. Diciembre es el mes de la navidad y para nosotros, por tradición, de la alegría. Por eso, es momento para erradicar rencores, pesadumbres y embriagarse de festividad aunque sea de manera ritual. Por supuesto, la luz debe iluminar a todos. Porque ella también no sólo borra lo oscuro, pone claridad donde se haya instalado lo taciturno, sino que limpia los espíritus. Les hace relucientes y brillantes. Y la alegría, ella viene cargada de sonrisas, trae luz, es por demás radiante. Es decir, prender la luz es abrir los espíritus a la alegría, amor, entendimiento, tolerancia y cerrársela a la sordidez. No necesariamente es pasar el suiche de Corpoelec.
"Prendan la luz que es diciembre", dicha ahora al final de un año lleno de dificultades y calamidades, no deja de ser como algo refrescante que nos incita a olvidar, aunque sea por unos días, hasta que el último de los Reyes Magos se vaya y volvamos a sumergirnos en nuestra calamitosa y pedestre realidad. Es como si dos ejércitos que combaten duramente, causando las tragedias habituales, decidiesen establecer un compás, armisticio por unos días y permitir a la población, atrapada entre dos fuegos, pasar unos días de esparcimiento y hasta para prepararse para cuando aquél llegue a su fin y vuelvan los cañones, fusiles y bombas a imponer su ley.
"Prendan la luz que es diciembre", encierra la idea que los políticos se callen y hasta dejen de hacer payasadas, como que yo destituyo al presidente por abandono de cargo y el contrario anuncia su presencia ante el TSJ para solicitar se declare anti constitucional lo anunciado, porque lo es y no hay motivo ni sustento legal para tal destitución. En una actuación de parte y parte de quien se pellizca para descubrirse vivo. En un hacer lo que sea, hasta sin sentido alguno para dar la sensación de utilidad, justificar una existencia casi inútil y en veces fatua. Un actuar que nada tiene que ver con la vida y necesidades de la gente y sólo a esta atormenta y aumenta sus pesares. Visto así, es bueno que optemos por prender "la luz que es diciembre".
Pero pese las observaciones de mi amiga, que quiere pongamos énfasis en el motivo de Otilio Galíndez, declarar la alegría decembrina, uno tiene sus dudas y lo relaciona, como se dice el título, con el rentismo.
El año pasado, "El niño", no Jesús, sino el fenómeno meteorológico, nos mantuvo en ascuas. Llovió muy poco, tan poco que por esta época la represa del Guri, que suministra casi el 70% de la energía eléctrica que consumimos, estaba en un nivel crítico. Porque nosotros estamos atados a ser especializados, dependemos de una sola cosa. Nos pasamos buena parte del año y hasta diciembre llegamos, en estrictos racionamientos del servicio. El gobierno, las autoridades competentes, no se cansaban de recordarnos, como el maestro que repasa la cartilla, de hacernos mención de las medidas a tomar para disminuir el consumo. De eso, creo que bastante, aprendimos los venezolanos, hasta aquellos que no le ven autoridad y competencia al gobierno para que les oriente en nada. El uso de los bombillos "ahorradores" – no sé si en verdad ahorraban porque ya para esa fecha los que se hallaban en el mercado se quemaban tan rápido como los de la vieja tecnología y eran más caros – se impuso casi de manera determinante. El gobierno mismo regalaba a montones en los barrios.
Sí, creo que el venezolano de aquella crisis y prédica oficial, sometido a la amenaza del colapso del Gurí, tomo algo de conciencia en materia de ahorro de consumo de energía. Quienes solían prender los aires acondicionados y dejarlos al garete aunque eso no se justificase, tomaron otra conducta.
El general Mota Domínguez, ministro que tiene bajo su responsabilidad el área de la energía eléctrica, ha anunciado que el Guri mantiene un excelente nivel por las abundantes lluvias de este año y por el uso racional que han podido darle a la represa. Eso es bueno y digno de celebrarlo, pero gastando electricidad no en exceso sino de manera comedida y como corresponde.
El último reporte sobre el precio del barril de petróleo dice que este rebasó, en la cesta OPEP, la cifra de 52 dólares. Eso le permite a uno calcular que el nuestro debe estar cerca de los 45. Empieza a subir el precio de nuestro hidrocarburo y hay motivos para creer que en lo inmediato continuará ascendiendo.
"Prendan la luz que es diciembre", visto desde la perspectiva de lo dicho anteriormente, lo relativo al Guri y al precio del petróleo, es motivo de preocupación y de un llamado a la sindéresis.
Para el gobierno, la frase de Otilio Galíndez es como un clavo caliente, un llamado desesperado para que la gente se meta en navidad y sobre todo se olvide que la oposición existe con sus mensajes necrofílicos, sus diabólicas escenas en calles llenas de violencia, llamaradas de fuego y humo y la muerte rondándolas. Porque en verdad, aunque no sea eso lo que piensan y ordenen en los altos niveles, en los de abajo, al ejecutar el libreto, se presentan con el mismo montaje. Además el asunto de los billetes, no la oposición, recalentó el ambiente. Y la inflación está que arde.
Pero ese clavo caliente, bella, alegre y hasta infantil frase pronunciada por una niña, puede encontrar respuesta en un volver a la vieja conducta de derrochar energía porque esos malos momentos ya pasaron.
Como los gobernante, viendo el precio del petróleo llegar a niveles como para cerrar PDVSA , se acordaron que el camino viejo que se habían trazado de romper el rentismo lo dejaron a un lado, por tomar uno más fácil, porque los altos precios hidrocarburo les permitía comprar hasta la felicidad, apurados recambiaron su discurso y volvieron a despotricar del rentismo. La escasez, la inflación, etc., han tenido su razón de ser en el precio del petróleo y en buena medida eso es verdad; más no es inexorable; hay otros caminos.
Los precios del hidrocarburo, por ahora, uno no sabe hasta cuándo, porque esto forma parte de la lucha global del hombre por la existencia y la supremacía, seguirán en modesta alza. No es descartable que en un momento dado, los hechos futuros lo mostrarán, vuelvan de nuevo al descenso. Como el "Niño" volverá a regresar y si seguimos dependiendo altamente del Guri, también con él, el sacrificio de ahorrar energía. Si porque el petróleo sube ahora y volvemos o insistimos en vivir sólo de la renta que produce, volveremos a sufrir los efectos de ese niño, el rentismo, como niños de pecho.
Por eso, oigamos la canción de Otilio Galíndez, llenémonos de alegría con ese grito infantil de "Prendan la luz que es diciembre", pero no prendamos bombillos en exceso y menos ahora, cuando los llamados ahorradores cuestan un ojo de la cara y se queman tan rápido como los viejos. Veámonos en el espejo de los billetes, lo retiró abruptamente el gobierno, lo que en sí no fue malo, pero sin tener las bases para sustentar la medida y ahora vuelven.
Estando claro porque lo digo: "Prendan la luz que es diciembre" y ¡Feliz Navidad!