Desde luego, hablar de ahorro en las actuales y belicosas circunstancias, cuando la renta salarial de las familias proletarias de ingresos medios e inferiores apenas cubre menos de 1/2, aprox., del costo de una cesta básica moderada, sin contar el sobreprecio que involucra la dificultad de conseguir oportunamente las mercancías constitutivas de dicha cesta, ni los sobreprecios que están añadiendo arbitrariamente, por ejemplo, algunos repartidores del gas doméstico tanto en los llenadores como en las casas de los clientes, hablar de ahorros familiares, decimos, es poco menos que una incoherencia.
Sin embargo, en cuanto a los posibles ahorros que podrían estar coyunturalmente haciendo algunos comerciantes y trabajadores, hoy inducidos o empujados a depositar sus billetes de 100 hasta el inmediato 2 de enero (próximo lunes), esos posibles ahorros están siendo bloqueados por algunas oficinas bancarias que, al contrario, por una caja recibe dichos ahorros en billetes o depósitos de 100 Bs.F, y por otra se los está devolviendo al cliente que solicita retiros en cajeros automáticos. La semana pasada deposité en un banco privado los pocos billetes que tenía antes de la desmonetización y hoy me los devolvieron por un cajero automático del mismo banco.
Ahorrar es una posibilidad de atesoramiento[1] que se le abre a cualquier rentista, parasitario o "productivo", y a cualquier persona no comerciante[2], cuyos ingresos comerciales o laborales, respectivamente, les permitan cubrir con holgura sus necesidades diarias personales y familiares, sin mayores privaciones rayanas en tacañerías que tanto caracterizan al comerciante pobre[3], ávido de hacerse rico con la mayor brevedad posible y llevándose por delante a todo pendejo-cliente o familiar-que se pose ente sus mostradores o trampas caza bobos, eufemísticamente llamadas fábricas[4], bancos, tiendas, comercios, bodegas y afines-bajo condiciones capitalistas. Los tiempos del capitalista útil a la sociedad resultan obsoletos.
Además, las familias de ingresos holgados, generalmente son presas del consumismo inducido y pudieran verse obligadas a ahorrar para adquirir bienes suntuarios, por ejemplo, viajar, hacer turismo o adquirir a futuro bienes de elevado costo, tan altos como los de una vivienda cuya cuota inicial y papeleo jurídico se los tragaría de inmediato.
Los posibles ahorros suelen cedérselos a banca privada o pública para que la primera se lucre con ellos a cambio de intereses (tasas pasivas) que suele reconocer porque el negocio bancario más aparente es el de prestar dinero fiduciario o bancario con el respaldo de sus ahorristas. Decimos aparente porque el capital de los ahorristas, que "bancariamente" se multiplica como aquellos panes de Jesús y con la anuencia del BCV, es usado no sólo para préstamos de financiamiento a su clientela de fabricantes, comerciantes, compradores de inmuebles, etc., sino para otras actividades rentables como cualesquiera otro empresario fabril o intermediario, acciones y otros valores.
Los capitalistas en funciones en general son los ahorristas por antonomasia ya que la ganancia obtenida son potencialmente los ahorros que le permitirán ampliar su negocio, y mayor capital empelado, mayores ahorros bajo el supuesto de que su capital final de cada periodo supere su capital inicial, que esa diferencia monetaria cubra con creces sus gastos familiares. Los problemas de crisis económicas periódicas responden, en principio, a ahorros ociosos por carencia de mercados hacia donde dirigirlos productivamente ya que la banca es también un ahorrista en sí mismo que necesita anualmente invertir unas ganancias que dependerá de la misma dinámica de la economía cuyos ahorros serán expresión de ganancias acumulativas que requieren crecimiento de sus mercados.
27/12/2016 9:33:19 a.m.
[1] Todo lo contario a la prodigalidad y a la pobreza.
[2] El atesoramiento del comerciante se llama acumulación de capital en medios de producción que le permitirá ampliar la producción y un posible incremento de la plantilla de asalariados o, por el contrario, mejorar su composición orgánica de capital y, contradictoriamente, bajar el nivel de empleo de fuerza de trabajo. Se trata de un sobrante de mercancías forzosamente invendibles con la demanda del período, ya que la plusvalía (pl) supera las necesidades parasitarias del consumo familiar de todos los capitalistas involucrados. Es una pl que empieza a crear crisis de invendibles y es el motor que sólo arranca a punta de conquista de nuevos mercados en el exterior. De aquí la importancia de los tratados en favor de países altamente industrializados, como el ALCA para así colocar fuera de su país ese exceso de mediaos de producción que ya no tiene demanda domésticamente. Ese ahorro de capital le permitiría ensanchar su capacidad productiva, explotar un mayor número de asalariados o incrementar su composición orgánica = mayor capital constante frente al c. variable.
[3] Su tacañería, más bien, responde a la capitalización que suele hacer de cada Bs.F que llega a su caja porque invertido en mercancías es proyectado con una imaginaria tasa de ganancia que obviamente al cabo de 1 mes, un año o varios serían mucho dinero que perdería si no lo invierte en lugar de consumirlo.
[4] Las fábricas producen plusvalías envueltas en valores de uso. Estos valores de uso cargados de utilidad para sus consumidores, son asimilables a núcleos alrededor de los cuales se mueven las potenciales ganancias de los capitalistas involucrados, fabricantes, intermediarios, bancos, los terratenientes y el propio Estado burgués que manejado por burócratas inescrupulosos y serviles ha engañado a sus ciudadanos con el cuento burgués de que presta gratis servicios públicos, y generalmente de tercera calidad ,a sabiendas de que los trabajadores y receptores de esos servicios públicos ya prepagaron tales servicios con plusvalía.