A la burguesía le dolió el acto revolucionario del pasado 23 de Enero en donde se llevó con todos los honores los restos inmortales de Fabricio Ojeda al Panteón Nacional. El odio se les brotó profusamente, así lo expresaron por las redes, en donde muchas veces se dicen las cosas con mayor sinceridad que ante los micrófonos de los canales televisivos, allí se puede ver con mayor objetividad el odio que sienten las viudas de la cuarta república contra todo acto revolucionario socialista. Pero no nos vamos a detener en esto, vamos a significar, o intentar hacerlo, lo que representa este acto revolucionario. Más allá de lo histórico es la carga ideológica que representa el hecho de llevar a un revolucionario de la talla de Fabricio, de lo que éste representa, al Panteón Nacional.
Es precisamente a lo que la burguesía más le teme, nos referimos a que se imponga la razón, lo lógico, lo elemental sobre lo absurdo que representa como sistema expoliador, lo ideológico, he allí la hegemonía capitalista que nadie duda, pero que la revolución está obligada a combatir con sus valores. Esa ideología capitalista, que nos hace sumisos a los pobres, conformistas y "predestinados al fracaso histórico", como proyecto de cambio y de rescate de lo humano por sobre el torcido camino de dominación, seguido desde el momento en que se instauró como "normal" el binomio dominante-dominado, al surgir la propiedad privada de los medios de producción, es una batalla sine quo nom cuando una revolución es verdadera, y ésta lo es.
La ideología burguesa para reforzar su hegemonía crea sus nichos impenetrables, así tuvieron al Panteón Nacional, y cuando los revolucionarios entran a ellos, como el caso de Bolívar, esto ocurre por la fuerza de los hechos, hacen todo lo posible por petrificar los personajes y congelar las ideas, ocurrió con Bolívar, allí lo tuvieron, pero para asegurarse, parafraseando a la obra de Alí, de que este bien muerto, e inerme ante las injusticias de esta grosera burguesía.
Pero hay algo mucho más importante aún en este acto del 23, la vena histórica de rebeldía encuentra un remanso de pasión patria en lo que representa Fabricio Ojeda, lo que pensó e intentó aplicar con las armas en la mano, no como los diputaduchos de la burguesía tipo Freddy Guevara, quienes llaman a insurrecciones, pero en las montañas de buena comida en los restaurantes del este caraqueño aderezada con exquisiteces pertenecientes al dios baco. Varias cosas ahora encuentran en el reconocimiento histórico de ese acto del 23 de enero su vertiente más exacta.
Primero: Se desmonta aquello de colocar a Betancourt, torturador del pueblo, traidor y vendido al imperialismo como el llamado "padre de la democracia" ¿Cual democracia?.
Segundo: Se desnuda a la cuarta república y el ominoso acuerdo o pacto de Nueva York, patrocinado por Rockefeller, en donde se cocinó la traición y se sentenció a cualquier salida hacia el socialismo o nacionalismo incluso al fracaso a costa de todo, por supuesto que el asesinato no podía faltar, suerte que corrió el héroe reivindicado.
Tercero: Se reconoce a quien, seguramente siguiendo los pasos de Zamora, intentara rescatar, sin ser militar, la esencia del ejército Bolivariano con la unión cívico militar,bandera que fue retomada por Chávez y que hoy avanza indetenible en la revolución bolivariana.
Cuarto: La oposición tendrá que inventarse otro día para celebrar, porque lo que queda claro es que ellos no hicieron otra cosa sino imposibilitarle la libertad a la patria, la independencia; con su pacto con la burguesía internacional y el imperio sellaron la traición a la patria a costa de la sangre de sus mejores hijos. Mientras ellos cobardemente entregaban el país, un Fabricio en las montañas se abrió paso en la eternidad con sus ideas inmortales de justicia y libertad, su rebeldía peremne, necesaria y justa es reivindicada… "La línea justa es, luchar hasta vencer"
Quinto: El brillo en los ojos de los combatientes de los 60 presentes en el acto y seguramente los no presentes también, ese día alumbró tanto, que se observaron como muchachos al ver hecho realidad un sueño, diluido muchas veces por las lasceraciones de los fracasos y la indignidad de la traición; es el reconocimiento a un intento sublime en medio de una realidad sumamente hostil llevado a cabo por un montón de combatientes.
Sexto: Se crea una conexión necesaria entre hechos históricos en donde aún no se había dado la suficiente fortaleza, entre lo que fue la lucha de los 60-70-80, del sector civil, con la rebelión chavista, aunque ya en la mente y cuerpo de los combatientes de esa época existía esa conexión, el pueblo llano y las nuevas generaciones necesitan vivir y saber de la existencia de ese hilo conector indisoluble y que hoy tenemos el compromiso de mantenerlo por siempre.
La batalla de hoy no solo es en el campo económico propiamente dicho, es menester desmontar de la mente del pueblo toda la sumisión que la hegemonía burguesa nos impone, es así como se logra ubicar el momento histórico venezolano en el centro preciso, en la lucha de clases que representa esta batalla. Eso por una parte desenmascara a quien haya que desenmascarar, alejar la revolución de las amenazas pequeño-burguesas siempre latentes y encaminar la misma hacia la profundización socialista, porque reivindicar a Fabricio es reivindicar el socialismo, es reivindicar la esencia y pureza de esta lucha y sobretodo reconocer la rebeldía necesaria para derrotar cuan David a Goliat con valentía, dignidad y puereza.
Por otra parte, seríamos mezquinos si dejamos de reconocer la valentía del presidente Maduro, la determinación de Diosdado y la tozudez de Tarek Willian Saab en este logro. Aquellos que se apresuraron a criticar a Maduro de reformista, en el mismo campo de la izquierda, ¿Qué pensarán ahora? ¿Serán capaces de retractarse, de reconocer en Maduro el ideal para liderar la revolución, rectificarán? Esperemos que si. Al menos tendremos la seguridad de que ya no será utilizada la bandera de Fabricio para hacer demagogia y politiquería barata.
De manera tal que, los revolucionarios, los soñadores de siempre, los que desde hace años soñamos con este momento no podemos disimular la alegría... la guerrilla llegó al Panteón Nacional para espantar a los traidores y oportunistas que han aprovechado la historia para moldear e intentar perfumar la fetidez de la traición apoyándose en la ignorancia y confusión, hoy no pueden estar las cosas más claras. El mensaje no puede ser más contundente: la batalla no solo será en las calles sino en la mente y los corazones, batalla necesaria, imprescindible diría, batalla para la hegemonía revolucionaria, batalla para dar el salto cualitativo de toda revolución. Vamos bien, esto no es una frase para darse ánimo, no, es la ratificación del sagrado compromiso a ¡LUCHAR HASTA VENCER! ¡VIVA FABRICIO!