Chavismo y populismo (I)

Las palabras no significan solas, sino en el marco de la comunicación y en relación con sus contextos: la circunstancia política, el debate en el cual las usamos, y el tipo de código o "enciclopedia" de donde se extrajeron. El término "populismo" es de las que han tenido los más variados sentidos. Dicha por un economista neoliberal o "clásico", es casi un insulto. Pero un marxista leninista, también la pronunciaría con desprecio. Un izquierdista postmoderno, como los españoles que vienen de PODEMOS y que inspiran a los asesores más cercanos de este gobierno, la pronuncian hasta con simpatía, en parte por el impulso de llevarle la contraria a los neoliberales, aunque también por la revisión teórica que han hecho algunos autores, como Laclau, de inclinaciones peronistas. Mi tesis es que el populismo es, hoy en día, un sucedáneo, una ideología sustituta, del marxismo-leninismo en la izquierda, luego del fracaso "comunista" en el siglo XX.

Habría que precisar el sentido y la referencia que le hacemos al término "populismo", antes de aplicarlo, antes de decir, por ejemplo, que son o no populistas, los gobiernos latinoamericanos de "izquierda" (otro término muy discutible por sus variados sentidos), que tuvieron su auge en la primera década de este siglo.

Luís Britto García le dedicó al tema dos de sus más densos libros: "La máscara del poder" y "El poder sin la máscara". En ellos define al populismo como una corriente política que utiliza en sus discursos las tradiciones populares, mientras avanza un proyecto de "colaboración de clases". Este último concepto alude al policlasismo, la idea de que el "Pueblo", el Sujeto político por excelencia, es una alianza de clases, en contraste con el rol central de la clase obrera en el discurso marxista. Otros rasgos del populismo según Britto, es el liderazgo carismático, actualización del caudillismo más tradicional, el clientelismo, donde se exige al pueblo (que siempre aparece como pobre, necesitado, víctima de la "oligarquía") una gratitud tan inagotable como las dádivas que permanentemente el líder populista le obsequia en términos de educación, salud y otras reivindicaciones.

Varios autores han ahondado en la historia del concepto, y se remontan a los "populistas" rusos, esos con los cuales militó el hermano mayor de Lenin y de donde éste sacó la frase "¿Qué hacer?". Es notable que el marxismo fue conocido en Rusia, a finales del siglo XIX, gracias a los populistas, quienes se distanciaron de los marxistas más "auténticos" (como Plejanov, el maestro de Lenin), principalmente por tres razones: la papel de la comuna campesina tradicional rusa en la vía hacia el socialismo, la apreciación del nivel de desarrollo del capitalismo en su país y el papel relativo del campesinado y la clase obrera en la entonces sólo posible revolución rusa. Dicho claramente, mientras los marxistas (Plejanov y Lenin) planteaban que, a principios del siglo XX, la industrialización capitalista avanzaba arrolladoramente en Rusia, dejando atrás formaciones sociales como las comunas tradicionales, los populistas, por su parte, esperaban de éstas últimas, haciendo énfasis en el campesinado, el camino hacia el socialismo. Esto es bueno saberlo y recordarlo por sus analogías con la historia de la izquierda latinoamericana.

En efecto, cuando la Tercera Internacional Comunista trataba de organizar Partidos Comunistas en América Latina (los años 1930), atacaba posturas (como la que sostuvo J.C. Mariátegui) que apoyaban las comunas tradicionales campesinas (que en nuestro caso, eran indígenas) como vía al socialismo. Pero en nuestro continente, las diferencias entre marxistas y "populistas" se relacionaron principalmente con asuntos internacionales. El enfrentamiento entre comunistas y peronistas, por ejemplo, tenían que ver, sobre todo, con el seguimiento de los primeros a la línea soviética de apoyo continental a los Estados Unidos (en ese momento, los 40 de la Guerra Mundial, aliado de la URSS contra el nazifascismo alemán e italiano). Perón, como se sabe, no se cuadró claramente con los Aliados y hasta hizo gestos de simpatía con los fascistas quienes, por ejemplo los italianos, hacían demagogia "populista". Demás está recordar cómo los comunistas siempre se pelearon con el peronismo, hasta que surgió una rara variante de peronistas marxistas, ya en los 70. Por lo demás, los populistas siempre se declararon antiimperialistas, aunque a su muy peculiar modo.

Por esa misma época, aproximadamente, en Venezuela, el PC apoyaba a Medina Angarita, por la misma lógica prosoviética, mientras que Acción Democrática, la versión venezolana del populismo, afirmaba su consigna de "Venezuela primero" y sus principales dirigentes conspiraban contra el gobierno medinista, para culminar en la llamada "Revolución de Octubre", una de las primeras realizaciones de la repetida fórmula "Unidad cívico-militar". Es sabido que los adecos, al conquistar las elecciones directas, universales y secretas (que incluía el voto de las mujeres) y reorientar la renta petrolera hacia la educación y la salud masivos y demás reivindicaciones (incluida el aumento de la ganancia para el estado de la renta petrolera), se ganaron una base social amplísima, que sólo será afectada cuando en los 60 se le desprenda una izquierda que combatió heroicamente contra la dictadura perezjimenista. Aquí, el error estratégico de la lucha armada, que tuvo de heroico lo de desacertado, condenó a la izquierda históricamente existente, a la más aplastante derrota y a la crisis, que culminó en su suicidio y autodisolución en los 80 y 90, hasta que sus restos tuvieron que "transmutarse" en chavismo, hacia principios del siglo XXI.

Es evidente que el chavismo se parece "demasiado" a los rasgos del populismo trazados por Britto. Es, por supuesto, un populismo renovado, en otro contexto, en el cual los fracasos y la crisis de la izquierda venezolana la llevaron a asimilarse a su, en otro momento, rival político, que amalgama hoy todos los rasgos que le son sustanciales: liderazgo carismático, relación clientelar con las masas, discurso nacionalista y hasta antiimperialista, y, destacable, la "unidad cívico-militar". El marxismo (o fragmentos suyos) tuvieron que mezclarse en merengada ideológica, con elementos del cristianismo y del nacionalismo de "Venezuela Heroica".

En próximos artículos, veremos cómo se manifiesta esta nueva situación de la relación entre el populismo y la izquierda marxista, en el plano de las ejecutorias de gobierno.



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Jesús Puerta


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