¿Quién tiene las bolas bien puestas para hacer la revolución?

¿Será que podemos saber a cuántos venezolanos y cuantas venezolanas le duelen a nuestro país? ¿Cómo hacemos? ¿Será con unas elecciones generales? ¿Usted cree, en verdad, que lo sabremos, a través del voto? ¿Lo sabremos si viene a gobernar gente como Rafael Poleo? ¿O será con Leopoldo López, Ramos Allup o cualquiera otro de estos retoños de la derecha. Pero faltan otras interrogantes: ¿A cuántos revolucionarios, de los que visten cada día de rojo y vociferan a todo pulmón dándoles vivas al Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías?, les importa a este país? ¿Quiénes de los rojos, rojitos que están enchufados en las altas esferas del gobierno están allí al servicio del país o están en defensa de sus intereses particulares? ¿Cómo hacemos para saber quién es quién dentro del proceso revolucionario?

Yo no dudo de que hay gente patria o muerte con su país. Existe una vanguardia resteada con la revolución. Eso lo sé. Pero dudo de algunos dirigentes de la revolución, o de muchos acomodados. Tengo dudas sobre muchas personas que se están vacilando a este proceso. En ministerios. En Gobernaciones. En Alcaldías. E inclusive en la Asamblea Nacional, a pesar del buen ejemplo que han demostrado los diputados del Bloque de la Patria. Pero dudo. Ahora bien, de lo que no tengo duda, ni siquiera de una duda razonable, como dicen los abogados, es de qué cuándo el río se desborde serán, esos rojos, rojitos, los primeros en batir el record de los 100 metros planos en los pies de Usain Bolt. El mismísimo Usain Bolt. El jamaiquino.

Así que para saber a quién le duele Venezuela, no tenemos que acudir a los chinos para que nos fabriquen un aparatico detector de camaleones o camaleonas. Basta que el imperio se le ocurra una locura contra nuestro país, para saber quiénes correrán a resguardarse de la furia de los marines, o quienes se quedan rodilla en tierra, se en las ciudades o en las montañas. (Nos quedamos, porque soy uno de esas personas, que a pesar de mis casi 80 años, no dudaré ni un segundo en desempolvar un viejo revolver brasilero que poseo en algún lugar de mi vivienda, y en alistar mis dos bastones para salir en defensa de mi Patria. Estoy seguro que caeré, pero otros seguirán la lucha hasta vencer).

Y el otro camino para saber quién es quién, dentro y fuera de este proceso, es radicalizar la revolución, hasta que obtenga el grado de revolución. Porque duélala a quien le duela, esto que estamos viviendo no es ninguna revolución, ni parecido. Si fuera así no hubiera tanta corrupción. Tanto burocratismo. Tanta ineficacia. Tantas falsas lágrimas. Tanta inseguridad, y tanto manguareo para hacer los cosas que se tienen que hacer, para poder llenarse la boca de que estamos en una verdadera revolución. Con miedo no se hace una revolución. Una revolución se hace con revolucionarios plenos de ideas revolucionarias. Hace falta que, dentro de la dirigencia del proceso, salga un hombre con pensamientos propios, con ideas propias, auténticas, y con las bolas bien puestas para hacer la revolución… ¡Se cansa uno!



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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