No cabe duda alguna que los Partidos Políticos son fundamentales para el desarrollo de la democracia que hoy existe en cualquier parte del mundo, sin ellos la mediación entre la sociedad y el Estado y la posibilidad de la organización para alcanzar el poder y alternarlo sería inviable, pero también hay que reconocer que están emergiendo nuevas demandas de la sociedad que requieren mayor y mejor mediación, y mayor y mejores oportunidades de no delegar la soberanía para así ejercer la democracia directa. Este sin duda es un gran debate.
Pero hoy en Venezuela hemos dejado de lado los grandes debates para centrarnos en la supervivencia de la democracia ante un autoritarismo creciente, que encuentra en las falencias y subterfugios de la democracia, las rendijas para imponerse en nombre la ley.
La legitimación próxima de los Partidos Políticos que no alcanzaron el porcentaje necesario para superar este obstáculo no es el problema, el problema estratégico es que ahora existe la mediación del Poder Electoral en la adscripción de militantes, en el marco de un sistema burocrático que parte del principio de desconfiar contra las organizaciones políticas minoritarias y su honestidad, lo que hace que económicamente sea imposible que pequeñas organizaciones políticas algún día puedan ser grandes espacios de acción política, porque todo depende de los recursos económicos que tenga para poder mover a su potencial militancia para lograr la validación, en pocas palabras: se ha privatizado por completo el derecho a la organización política.
Pero peor aún, esta acción termina siendo una distracción que hace que los Partidos hablen de los temas que no son los sustanciales: que la validación de los Partidos sirve como excusa para no desarrollar las elecciones establecidas en la Constitución vigente, y que el gobierno atenta contra el derecho a la organización política negando no sólo la existencia de partidos de larga data, sino de aquellas organizaciones políticas como Marea Socialista, que no han tenido si quiera el derecho a recoger las huellas de sus simpatizantes ya que ni el nombre es reconocido por el CNE y el TSJ.
De fondo el problema es que en Venezuela hemos pasado de un "exceso" de democracia, donde quien quisiera montaba un partido y tenía derecho a una tarjeta electoral, a un país con un gobierno que restringe y viola los derechos políticos de la gente, asumiendo incluso que ir a elecciones es un lujo "pequeñoburgués".
Los controles sociales impuestos con la tecnología del hambre y la sobrevivencia, no pueden ser excusa y la movilización popular por los derechos violados, estoy seguro, no se hará esperan, siempre que exista una conducción política coherente, de lo hoy también hay escasez.