Desde la niñez oímos palabras, frases e informaciones teóricas sobre nuestros alimentos que jamás, salvo que seamos bioanalistas, podríamos tener plena conciencia de ellas, y hasta en esas circunstancias tampoco tenderemos claro qué significan o cuán verdaderamente importantes son, por ejemplo, las proteínas.
Recuerdo las lecciones del Primer Año de Bachillerato, de Biología, concretamente en materia de sustancias alimenticias, que si proteínas, que si glúcidos, que si lípidos.
Como quiera que desde que somos bebés estamos comiendo todos esos nutrientes, mientras podamos adquirirlos, todos esos alimentos y otros entran en neutras vidas casi como algo natural, salvo que, como son mercancías, debemos comprarlas para lo cual debemos tener dinero en primer lugar.
Lo único que sentimos es la satisfacción que logramos con su ingesta ya que al comer se nos quita el hambre, por ejemplo.
En la presente guerra criminal emprendida por la derecha nacional, en esta guerra asimétrica, decimos, por primera vez estamos conociendo a fondo la importancia y en qué consiste eso de comer proteínas, carbohidratos y grasas en general, además de vitaminas y minerales de usos alimentario y/o terapéutico.
Antes de esta guerra sólo hablábamos de obesidad o falta de peso, sin que ciertamente palpáramos lo que significa comer alimentos en general, a la hora, cuando nos dé hambre y cuando tengamos dinero con qué adquirirlos.
Esos sentimientos, paradójicamente, los sufrían y sentían las personas marginadas o de la pobreza extrema, quienes doblemente desconocían dichos alimentos, en teoría por su analfabetitud y en la práctica por razones obvias.
Como sabemos, en las sociedades burguesas, la vida esta mediatizada por el dinero porque comemos bienes hechos mercancías. Pero, además, aun teniendo dinero, la adquisición de los bienes alimentarios y medicinales se hallan mediados por intermediarios, por gente inescrupulosa-desde siempre-por quienes sólo les interesa la recuperación de su dinero convertido en mercancías mediante compraventas al precio máximo, y si hasta antes de unos 3 años, no cobraban más caro fue porque había una competencia ya establecida y producto de largos años.
La burguesía inconsciente a la que el gobierno sigue respetándole todos sus derechos, salvo el de disponer a su arbitrio de nuestras riquezas naturales, en Venezuela ha estado echando por la borda toda la estructura comercial que garantizaba estabilidad para quienes tenían algo en sus bolsillos, sin importar su fuente ni la manera de adquirirlo, pero hoy, en esta guerra burguesa y comercial, ni los ladrones pueden adquirir esas proteínas, no con la frecuencia ni con la calidad que hasta hace unos 3 años lo hacíamos.
Hoy el pueblo de Venezuela siente para qué sirven las proteínas y demás nutrientes convertidos en mercancías acaparadas, encarecidas y hasta dañadas por el comercio delincuencial contra el cual el pueblo espera del gobierno algunas medidas sancionatorias tan masivas y diarias como diarias y masivas son las subas de precios de tan vitales alimentos.
2/3/2017 9:03:52 p.m.