Ha venido imperando una dañina confusión entre desequilibrio del mercado y escasez. Ya hemos dicho que la oferta corre a cargo de los productores y estos son los agentes responsables de que haya o no suficiente oferta.
Por ejemplo, si bien los precios de producción garantizan la tasa media de ganancia del capital, un exceso de producción ofrecida bajaría la tasa de ganancia individual; esta baja es superada cuando se adopta medidas reductoras de la oferta y sólo se lanza al mercado(sólo se ofrece) una parte de la producción, sin tener necesariamente que emigrar capital hacia otros sectores que brinden una mayor ganancia relativa.
Digresión: Marx manejó los precios de producción como salida a las diferentes composiciones de capital que derivan en diferentes tasas de ganancias individuales o sectoriales. Manejó la migración de capital, pero no la ralentización ni el acaparamiento que son salidas meramente especulativas, anómalas que sólo enturbian el proceso sin transformarlo.
Carece de sentido racional atribuirle al Estado cualquier tipo de entorpecimiento en la oferta ya que, por definición, el Estado burgués o socialista necesita la producción a como dé lugar, pues sus ingresos dependen de ella, pero tampoco el Estado tiene por qué dar amplia libertad a la especulación, ni al acaparamiento. De allí que se vea impulsado a regular algunos precios, a condenar ciertas prácticas paramonopólicas.
Como la escasez es un fenómeno propio del mercado, tenemos que atribuirla o definirla como una falta de oferta y no necesariamente de producción ya que esta puede ser, más bien, excesiva, y si fuere lanzada al mercado provocaría una variación del precio de equilibrio que conduciría a una baja de precios, a posibles depresiones de precios que ningún empresario productor podría ver con buenos ojos. De allí que si el productor se equivoca en sus volúmenes de producción, en lugar de lanzarlos al mercado, atesora los excedentes de oferta frente a la demanda coyuntural.
Como se observa, hasta allí, toda escasez es un asunto de mercado, no de la producción. Esto significa que la escasez no puede atribuirse a falta de producción cuando vemos que hay una alta demanda ante la cual el empresario se ha limitado a explotarla y extraerle un máximo ilimitado de ganancias.
La demanda no es uniforme para todos los trabajadores, unos ganan más que otros, por eso puede haber alta demanda sin que eso signifique que todos los trabajadores sean solventes. La alta producción de los productores actuales privados está dirigida a los solventes, a los mismos que han apoyado al especulador y ahora se quejan ("Con mi arroz caro no te metas...").
Por esta razón, cuando el productor husmea que hay poder adquisitivo de parte de los demandantes, entonces se dedica, como lo hace ahorita en Venezuela, a jugar con la oferta-demanda y atribuirle indebidamente al Estado entorpecimientos de la producción por su injerencia dirigida a frenar los brotes especulativos que necesariamente aparecen con la falta de oferta frente a la demanda del caso, a pesar de haber una sobrante producción.
Es aconsejable que los economistas no muy versados en materia de mercado capitalista, cesen en su mentira de atribuirle a la escasez un carácter de variable autónoma, como si esta no fuera resultado de una baja oferta inducida por los productores aun cuando tengan excedentes en sus bodegas.
Ocurre que la empresa privada no planifica la producción de toda la demanda salvo que funja de monopolista, de allí que necesite un mercado libre para poder orientarse en materia de precios, en materia de demanda y con arreglo a esta fijar los volúmenes de oferta que le garanticen una mayor tasa de ganancia a todos los capitalistas, productores e intermediarios, al margen de sus volúmenes de producción que perfectamente pueden ser altos para luego dosificarlos en el tiempo.
El caso es que la producción es alta o baja, pero no escasa ya que, si hay demanda, a este volumen el empresario adecua su oferta, no necesariamente su producción. Por ejemplo, hay materias primas que requieren transformarse en determinado tiempo por ser semiperecederas, y pasado el cual podría perder durabilidad, y no así almacenadas como tales. Además, los productores conocen muy bien la conducta comercial de los vendedores de esas materias primas ya que estos podrían especular con sus precios, y de allí la compra al mayor de materiales que den tranquilidad y e estabilidad al productor y hasta mínimo costo.
La injerencia del gobierno en cuanto a regulaciones de precios surgen sólo cuando se está frente a un mercado de por sí especulativo y la regulación de precios se dirige a frenar esa especulación, pero de ninguna manera ningún gobierno puede tomar esa medida para trancar la producción, sino todo lo contrario, desea que se incremente y la estimula, habida cuenta que, además de regular el tope máximo de precio-deja una holgura—incrementa el poder adquisitivo que suele estar frenado por los productores porque si por ellos fuera, pagaría con pan y cebollas.
De partida, cualquier escasez que sufra una sociedad debe medirse macroeconómicamente. Ocurre que como la empresa privada mantiene en absoluta privacidad sus volúmenes de recursos o medios de producción (al lado de una abundantísima mano de obra desempleada), particularmente los referidos a materias primas y auxiliares, la sociedad siempre está amenazada de sufrir esa variante de escasez.
Cuando la escasez hace crisis y se generaliza para muchas mercancías de la dieta básica, hay que inferir que son los dueños de los recursos los responsables ya que entre ellos siempre hay la tendencia "natural" a aprovechar todo tipo de demanda para explotar más asalariados, pero también la pueden usar para subir los precios ya que se trata de un desequilibrio en el mercado, no en la producción.
15/3/2017 2:42:16 p.m.