Todos, en las chiquiticas, somos uno

Un solo pueblo. Una sola voz. Una sola actitud. Un solo compromiso. Un solo motivo. Un solo pensamiento. Una sola idea. Una sola lucha. Un solo dolor. Un solo sufrimiento. Un solo hombre. Una sola mujer. Un solo joven. Una sola arrechera. Una sola esperanza. Un solo horizonte. Un solo país. Una sola bandera. Un solo porvenir. En fin, un sol morir por la patria. Venezuela, el país de los libertadores, el país de la solidaridad, el país de la mano tendida, el país de Bolívar, el país de Chávez. Este país, tu país, nuestro país. Está amenazado. Está bajo el fuego de la traición. Está debatiéndose entre los buenos y malos hijos. Aquellos que la defienden, a capa y espada, y aquellos que la apuñalan por la espalda, inmisericordemente. Los traidores de siempre, y los revolucionarios de siempre. Los que quieren entregarla al imperio, y quienes darán su vida, si fuera necesario, por defenderla.

Llegó la hora. Para unos y para otros. Sabremos, a ciencia cierta, quienes son los traidores encapuchados. Pues, los otros, los de rostros amargados, entreguistas, llorosos y arrastrados, los conocemos. Son los que andan para arriba y para abajo aupando a la derecha internacional para que den el zarpazo a la patria. Son los amigos de Almagro. Los amigos de Donald Trump. De Macri y Temer. Son quienes se arrastran frente a Álvaro Uribe. Y a Santos. No dudan en pedir al extranjero que haga por ellos, lo que no han podido, a través de estos últimos años. Son estos desesperados por acabar con el chavismo. Para quedar libre de entregar al país al imperio. Son los mismos cobardes que han sido incapaces de hacer el trabajo que les pidió el imperio. Quienes se robaron los dólares que les suministraron para acabar con el chavismo. Los encapuchados tendrán que salir y dar la cara. Me los imagino. Declarando en Globovisión, Televen o Venevisión. Dando entrevistas a Vladimir Villegas, a Carlos Fernándes, o a las fraquisteras y mandaderas de Venevisión.

Llego la hora. Aquí y Ahora. No hay mañana. Hay hoy. La historia será escrita por los vencedores. Y presiento que esos vencedores serán los hijos de Chávez. Porque esos sí que tienen bolas. Bolas grandes y cuadradas. Parodiando al Comandante Supremo: aquí hay cojones. Muchos cojones. Cojones de todos los tamaños. Cargados de amor por la patria. De este lado no hay miedo. El miedo está del otro lado. Porque como dijo Diosdado Cabello, el pasado miércoles, a esos traidores los trataremos como un enemigo más. Para buen entendedor, pocas palabras. Vienen días duros. Difíciles. Pero esta revolución no será quebrada por quienes no han sabido dar el frente en las batallas electorales. Son perdedores consuetudinarios. Una vez más saldremos hacia delante. Y ojalá, a nuestros dirigentes, se les meta en la cabeza que hay que hacer la revolución. O se hace ahora o nunca… En fin, este pueblo. El pueblo chavista. Todos, en las chiquiticas, somos uno. Para quien salga… ¡Venceremos!

Puerto Ordaz, 24 de marzo de 2017.



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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