Uno es o no es. Si es, seguirá siendo, hasta que la soga se reviente. O hasta recibir una comunicación de San Pedro. Si no es. Igual, seguirá siendo lo mismo. Todo lo contrario del que es. Yo soy rebelde desde que estaba en la barriga de mi madre. Una vez mi madre, me dijo: "Siempre pensé en que serías un rebelde, con causa, porque cuando eras sirviente en la casa de Los Pérez, allá, en Sabana Grande de Orituco, estado Guárico, te paraste frente a la "Niña María" y le dijiste cuatro cosa, a sabiendas de que esa niña le gustaba usar un garrote o un látigo de castigar a los animales". Tenías apenas cinco años. Allí comenzó mi historia.
Más tarde alce vuelo. Dejé a mi madre sola, con mi hermana. Fui en la búsqueda de otro mundo que no fuera tan ingrato como el conocía. Fui a parar a Ocumare de La Costa, en el estado Aragua. Allí estudie segundo, tercero y cuarto grado de la primaria. Mi rebeldía estaba en ebullición y me trasladé a Caracas, con el objeto de trabajar durante la noche y estudiar en el día. Como tenía que patear mucho cerro, para abajo y para arriba. Mi sueño se trastocó.
Cuando tenía 16 y medio, me alisté en la Escuela de Grumetes. Pagué mi servicio. Reenganché por un año más. Me ascendieron a sargento. Y por obra de Dios, un día me encontré presentando examen de admisión en la Escuela de Suboficiales de la Armada en Catia La Mar. Fui aceptado. Al año me gradué de Maestre de Tercera. Corría la década de los 60. Me contactaron para el movimiento cívico-militar del 2 de junio de 1962, conocido como "El Porteñazo". Estuve preso un poco más de cinco años. Pasee por el Cuartel Carabobo, Cuartel San Carlos y aterricé en la isla del Burro, de donde salí en agosto de 1967.
Esperé mi turno. Llegó el 4 de febrero. Un líder de los kilates de Hugo Rafael Chávez Frías irrumpió en la vida política venezolano para hacer historia. Y me encuentro viviendo en Puerto Ordaz, próximo a cumplir mis ansiados 80. Todavía no veo que mis sueños se hayan cumplidos. Por lo tanto, me arrepiento de no haber nacido antes de 1937. Me arrepiento de no haber seguido las consejas de Chávez, cuando una vez lo entrevisté en Puerto Ordaz, en una ocasión para el diario El Guayanés y en otra en la emisora Festiva 99.9 FM. Fue entonces cuando me dijo: "Negro, vente con nosotros". Decidí quedarme en mi trinchera. La misma en la cual estoy hoy día. Me arrepiento de no estar sano para hacer cosas, que no sean la de escribir en Aporrea. En fin, me arrepiento de haber dejado enfriar mi rebeldía, en años atrás. Pero, a pesar de los arrepentimientos, hay negro para rato…Para atrás ni para coger impulso.